¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Edelweys escriba una noticia?
Continuamos con el tercer capítulo Espero que lo disfruten
Por fin después de inhalar bastante aire en un prolongado suspiro Ruth se animó y le pregunto tímidamente -Cómo te ha ido? -
-En el examen?- Le pregunto ingenuamente como si éste careciera de importancia, - muy bien he quedado entre los diez primeros promedios.
Ruth tuvo el impulso de pegarle, pero lo reprimió -Pero puede saberse entonces a que se debe esa cara, no sabía como preguntarte como te había ido- le dijo muy enojada
-A que cara te referís? -le preguntó asombrado Isaac.
-A esa cara con la que llegaste- le contestó Ruth en el mismo tono de enojo – Cualquier persona incluyéndome, hubiera pensado que te había ido mal-.
-No, en el examen me fue muy bien, pero…… que pasará con las entrevistas? dijo apesadumbrado. su esposo.
-No digas tonterías Isaac. Nadie va a dejar de considerar tu puntaje. De eso puedes estar absolutamente seguro. Las entrevistas están pensadas supongo yo, para los casos dudosos. Tú ya tienes tu puesto asegurado- le contestó con firmeza y manteniendo cierto tono de enojo en la voz.
-Lo dices tan convencida que cualquiera que te oyera no pondría ni un signo de duda- le dijo Isaac sin convencerse de algo que era realmente evidente.
-Cualquiera que tuviera un poquito de razonamiento no la pondría.-insistió Ruth con aire de enfado real -No entiendo porque no estás gozando de este momento-.
-Porque no me tengo la misma confianza que me estas demostrando tú-.le contestó Isaac.
-Lo que yo te estoy diciendo no es cuestión de confianza, te lo aseguro, es cuestión de razonamiento.- le dijo Ruth acremente porque no aceptaba la actitud de su marido - Cuántas personas se presentaron al examen? No lo sabes, pero no importa porque sabemos que fueron muchas. Cuántas están entre los diez mejores promedios?. Por favor Isaac no puedes tener la menor duda que tu puesto en la residencia está asegurado-.
Por supuesto que cuando se presentó a las entrevistas, estas fueron muy positivas y él pudo elegir el hospital que más le gustaba. Recién cuando se lo confirmaron empezó a sentirse seguro.
Su esposa lo escuchaba orgullosa al otro lado del teléfono, cuando la llamó para decirle a que hospital estaba designado. -Yo sabía que lo conseguirías. Nunca tuve ninguna duda, pero principalmente estuve completamente segura cuando me diste la nota del examen. Y te vuelvo a garantizar, que no era cuestión de confianza, que por supuesto te la tengo y mucha, sino cuestión de lógica. No sabes lo feliz que me siento por ti-.
Poco tiempo después comenzó a concurrir al hospital. El horario de trabajo era agotador por lo extenso. DIez horas diarias por lo menos, si el trabajo estaba terminado, sino se extendía lo que fuera necesario para finalizarlo. Dos veces a la semana entraba al hospital a las 7 de la mañana de un día y salía a las 17 hs. del día siguiente, habiendo descansado de a ratitos y cuando podía. A eso se agregaba que uno de cada tres domingos, entraba a las siete de la mañana y salía el lunes a la cinco de la tarde, sin contar que para ese día había tenido que preparar una clase para dar frente a los médicos de staff y compañeros residentes, acerca de un tema de actualización y que por supuesto, debía prepararla los sábados que era el único día que tenía libre por la tarde.
Durante el primer año adelgazó seis kilos, pese a los intentos que hacía los fines de semana de comer alimentos con mayor concentración de calorías, porque no quería seguir perdiendo peso.
Pese a que realmente era una vida muy sacrificada, él disfrutaba con todo lo que iba aprendiendo. El día que lo dejaron ser primer ayudante en una apendicitis, se sintió un rey, pues había sido el primero de los compañeros de cursada que había sido elegido y esto lo había logrado por su esfuerzo y capacidad. Por supuesto cuando por fin lo dejaron operar una apendicitis asistida por su profesor sintió que todo el esfuerzo que había hecho durante el año, no había sido en vano.
Cuando Mientras Ruth y sus amigas rendían el ultimo examen de su carrera, él estaba ayudando como segundo asistente en una colecistectomía, por eso, pese a que se le hacía tarde para ir a buscar a su esposa, de alguna manera no le dio tanta importancia y se quedó hasta el final de la misma. Sabía que su Ruth lo comprendería. Y llegar unos minutos mas tarde no iban a modificar ni el resultado ni los festejos.
Ruth jamás se enojó por esto. Ni el sintió nunca que tuviera que disculparse.
Después que terminó el año y sus festejos, los esposos habían decidido tomarse unas vacaciones considerando que ambos se las tenían bien ganadas y habían elegido las playas de Mar del Plata para ir a pasarlas.
Apenas llegaron al hotel Ruth se fue a duchar y luego se vistió con el mejor camisón transparente que se había comprado para su luna de miel. No había querido encargar una botella de champagne porque no pensaba ingerir ni una gota de alcohol durante mucho tiempo.
Durante todo el viaje había estado pensando en el tema. Había ensayado mentalmente cómo iba a darle la noticia a su marido y después de muchas cavilaciones había optado por esta forma. Apenas salió del baño con su atuendo mas que sexy le dijo muy mimosa - Mi amor, tengo un regalo para darte y no se cómo hacerlo.
-Pues, simplemente, dámelo con un beso- le respondió con lógica su marido.
-Es que no puedo. Puedo anticiparte el beso, pero para lo demás faltan casi nueve meses para que pueda dártelo-.
Isaac salio a su encuentro demostrando que la alegría le desbordaba el corazón. La abrazó y besó todos sus cabellos, la cara, los hombros y finalmente le dio el más prolongado beso en los labios que le hubiera dado hasta entonces.
-Que maravillosa sorpresa tenías para darme. Cuándo lo supiste?- le preguntó ansioso Isaac.
-En verdad- le dijo Ruth con un mohín gracioso - todavía no lo confirmé, pero tengo quince días de retraso menstrual y estoy absolutamente segura que estoy embarazada. Mi corazón me lo está diciendo-.
Isaac cambio un poco su expresión.- Ruth es mejor que no te hagas tantas ilusiones hasta que no lo confirmes. No se lo digas a nadie por favor hasta que cumplas los tres meses. Todo el mundo dice que trae mala suerte dar la noticia antes de ese tiempo. No olvides que el primer embarazo tiene una cierta posibilidad de aborto. No se lo digas a nadie, por favor, me lo prometes?- le dijo en tono implorante.
-Yo no creo en esas cosas Isaac. Nunca me gustaron esas hipótesis que vaya a saber porque motivo alguien dijo en una oportunidad y porque se cumplió, se transformó en una superstición.- le contestó Ruth - Pero, si te hace feliz no se lo diré a nadie-.
Se quedo un momento dubitativa y luego continuó - No, mejor no te lo prometo. No se si podré cumplir eso.-
-Por favor no se lo digas a nadie.- volvió a suplicarle Isaac.
No se lo diré si es que puedo mantenerlo en silencio. Pero no sabes lo que me costó no hacerte ningún comentario durante todos estos días. No creo que pueda estar tanto tiempo callada. Casi podría asegurarte que no lo lograré. Es demasiado tiempo el que me estas pidiendo para tener guardada una noticia como esta.-
-Haz todo lo posible-.le volvió a suplicar con vehemencia su esposo.
-Hasta ahí, puedo prometerlo. Pero no me pidas más, por favor – le dijo ella en el mismo tono suplicante- No te imaginas el deseo que tengo de salir a la calle y gritárselo a todo el mundo-.
-Lo imagino, mi amor, no creas que a mi no me pasa lo mismo. Pero justamente por eso, porque estamos tan contentos y no queremos que pase nada que arruine esta alegría es que te pido que no lo comentes- volvió a suplicar.
Pero tal como ella ya lo había supuesto apenas volvió de sus vacaciones y se reunió con sus amigas no pudo evitar hacer el comentario.
Cuando por la noche se lo dijo a su marido, él se enojó un poco pero comprendió la ansiedad de su esposa y para que ella no se sintiera mal, tomó el teléfono y se lo comunicó a sus padres.
Se pusieron tan contentos que la conversación duró casi una hora, hablando alternativamente todos con todos.
-Apenas me reintegre al hospital haremos el análisis para confirmarlo- le dijo seriamente Isaac. -No se lo digamos a nadie más hasta entonces, te parece?-
-Mi corazón ya me lo confirmó y además ya ha pasado un mes desde mi último período, pero como tú quieras, no tengo inconvenientes en hacerme el análisis- le dijo Ruth en tono complaciente.