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La historia siempre nos deja lecciones de las que debemos aprender pero que muchos políticos desconocen o desprecian durante su paso por el gobierno del Estado
Sobre la relación entre Josefina y Napoleón, se han vertido ríos de tinta, desde los clásicos franceses hasta nuestros días, la mayoría de estos escritos son suposiciones que han creado en torno a la pareja una leyenda.
Cuenta la leyenda que Josefina fue la mejor agente de inteligencia al servicio de Napoleón Bonaparte.
La leyenda dice que las relaciones íntimas que mantuvo antes de casarse con él, durante y después de su matrimonio, sirvieron al general para mantener controlados a sus enemigos mientras estaba ausente de París.
Se dice que Napoleón insistió en casarse con Josefina aun sabiendo de sus devaneos con buena parte del Directorio y que incluso fue el mismo Barras (Vizconde de Barras, Paul François Jean Nicolas), quien aconsejó a Josefina que se casara con el entonces prometedor militar corso, que en ese tiempo era un desconocido isleño, eso sí, amante de las armas y masón para más señas.
Por aquel entonces media Francia conocía la condición de homosexual de Barras, al que estaba muy unida Josefina y la relación de Josefina con buena parte de los masones de París.
Así las cosas Josefina gozaba de la confianza de la élite dirigente del momento y entre coqueteos y escarceos amorosos era considerada la mujer mejor informada de Francia.
Ser la mujer mejor informada de Francia en momentos tan convulsos, la convirtió en la preciada dama del tablero de ajedrez y Napoleón Bonaparte supo aprovecharse de su situación hasta convertirla en su Emperatriz y mantener con ella una relación que servía a sus intereses y lo protegía durante sus ausencias.
Josefina mantuvo su relación con Napoleón después del divorcio de ambos hasta su muerte en 1814, cuando Napoleón ya estaba desterrado en la isla de Santa Elena.
Cuenta la leyenda que las últimas palabras de Napoleón fueron: France, l’armée, Josephine. (Francia, el ejército, Josefina). Lo que nos permite hacernos una idea de hasta qué punto fue importante Josefina en la vida de Napoleón.
Ambos isleños, alcanzaron la cumbre sin haber nacido en Francia
Napoleón ya había leído la conquista de las Galias de Julio Cesar y ya había aprendido de él, entre otras muchas cosas, de la importancia de los confidentes y los espías al servicio directo del general romano.
Así pues Napoleón aprendió bien las lecciones de la historia, por lo menos en lo tocante a la necesidad de tener controlados a los amigos y a los enemigos, aun a costa de la fama de las infidelidades de su esposa.
Josefina fue la principal fuente de información para que Napoleón alcanzara el poder y lo siguió siendo hasta su muerte.
Pero Napoleón también contaba con una extensa red de espías en París, en su Estado Mayor y en muchas de las capitales europeas de entonces.
No hay que olvidar que fue él quien logró la unión de las dos Logias de los masones franceses, creando el Consejo Supremo de Francia (1804), divorciándolas de la Gran Logia Escocesa, para evitar filtraciones que pudieran perjudicar a sus campañas militares en Europa y en América.
Pero de todo esto podemos colegir que gran parte del éxito de un gobernante se debe a su saber intelectual y a su capacidad para rodearse de gentes fieles y capaces.
No en vano seguimos llamando a esos servicios del Estado, Servicios de Inteligencia, a los que por cierto hay que controlar muy de cerca.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro