¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Abesedo escriba una noticia?
Cuentos cortos: Avioncitos de papel. ¿Qué cuentas?. Sentimientos. La fuerza de las palabras
Avioncitos de papel:
Cuando yo era pequeño, a mi clase venía una niña que era muy bonita. A mí me gustaba mucho. Y creo que yo a ella también, vi que un día cuando entré en clase, encima de la mesa me había dejado un avioncito de papel, al siguiente día, tenía dos, al otro, tres, hasta que llegó un día que tenía todo el pupitre lleno de avioncitos de papel. Y aunque era muy tímido, ya no pude aguantarme más y le pregunté. ¿Por qué me dejas tantos avioncitos de papel?. Y ella me contestó:
- Porque tú eres mi cielo.
¿Qué cuentas?
Sé un poco de música, un poco de insectos, un poco de conejos, un poco de un poco y muy poco de mucho, pero sé que cuento contigo y que puedes contar conmigo. Así que, cuenta conmigo que yo cuento contigo. Claro que no vamos ha ser contadores ni cuentistas, pero contamos el uno con el otro y no nos contamos como los otros, pero sí los otros cuentan con nosotros y a veces nosotros no podemos contar con los otros, pero de todos los otros, los que más contamos somos nosotros. Y tú...¿Qué me cuentas?.
Sentimientos:
Una isla donde habitaban todos los sentimientos: La alegría, la tristeza y muchos más, incluyendo el amor. Un día, se les fue avisando a los moradores, que la isla se iba a hundir.
TOdos los sentimientos se apresuraron a salir de la isla, se metieron en sus barcos y se preparaban a partir, pero el amor se quedó, porque se quería quedar un rato más con la isla que tanto amaba, antes de que se hundiese. CUando por fin, estaba ya casi ahogado, el amor comenzó a pedir ayuda. EN eso venía la riqueza y el amor dijo: Riqueza, llévame contigo!, -No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para ti dijo la riqueza.
El le pidió ayuda a la vanidad, que también venía pasando... Vanidad, por favor ayúdame!, -No te puedo ayudar, amor, tú estás todo mojado y vas a arruinar mi barco nuevo!
Entonces, el amor le pidió ayuda a la tristeza: Tristeza, me dejas ir contigo? Ay amor! Estoy tan triste que prefiero ir sola...
Un poco de un poco y muy poco de mucho
TAmbién pasó la alegría, pero ella estaba tan alegre que ni oyó al amor llamar.
Desesperado, el amor comenzó a llorar, ahí fue cuando una voz le llamó: Ven, amor, yo te llevo. Era un viejito, y el amor estaba tan feliz que se le olvidó preguntarle su nombre.
AL llegar a tierra firme, le preguntó a la sabiduría: Sabiduría, quién era el viejito que me trajo aquí?
La sabiduría respondió: Era el tiempo.
El tiempo? Pero por qué sólo el tiempo me quiso traer?
La sabiduría respondió: Porque sólo el tiempo es capaz de ayudar y entender al amor...
La fuerza de las palabras:
El primer día de clase, el profesor trajo un frasco enorme.
Esto está lleno de perfume – dijo a los alumnos. – Quiero medir la percepción de cada uno de ustedes. A medida que vayan sintiendo el olor, levanten la mano.
Y destapó el frasco. Al ratito nomás, ya había dos manos levantadas. Y luego cinco, diez, treinta, todas las manos levantadas.
¿Me permite abrir la ventana, profesor? – suplicó una alumna, mareada de tanto olor a perfume, y varias voces le hicieron eco.
Ven, amor, yo te llevo. Era un viejecito.
El fuerte aroma, que pesaba en el aire, ya se había hecho insoportable para todos.
Entonces el profesor mostró el frasco a los alumnos uno por uno. El frasco estaba lleno de agua.