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Se aprende, casi siempre, con la dureza de las caídas. Todas las personas, demasiado sensibles muchas de ellas, no pueden dejar en el olvido la crítica
Ninguna persona está libre de la crítica. Generalmente la ocupación que se tenga, la tranquilidad, o la felicidad, dependen de la manera en que se reaccione ante ella.
Se aprende, casi siempre, con la dureza de las caídas. Todas las personas, demasiado sensibles muchas de ellas, no pueden dejar en el olvido la crítica, ni seguir su vida como si esta no hubiese sido lanzada.
La mejor manera de soportarla es hacerle frente.
Tener el dominio de si mismo es lo mas costoso, la crítica casi siempre duele. Puede despertar, con ella, el enojo y la desazón desmedido, pero eso puede convertir la situación personal en debilidad, porque almacenando esa rabia solo se prolonga el malestar.
La manera de calmar los sentimientos, cuando la crítica ya ha punzado, es considerar si se está dispuesto ha hacer lo que se tiene que hacer, pero si se prefiere tomar otros caminos, nuevas críticas saldrán a entorpecer la tranquilidad.
Si se intenta pasar todo el tiempo poniendo cuidado en las críticas, ya no quedaría espacio para el trabajo diario, es mejor hacer las cosas lo mejor posible, y si lo que resulta es satisfactorio ninguna crítica tendrá valor.
Otra forma es razonar, es examinar objetivamente la crítica
Otra forma es razonar, es examinar objetivamente la crítica. Lo que es desagradable siempre hará pensar, dejando como resultado alguna enseñanza.
Es necesario preguntarse si aquella crítica está fundamentada. No es necesario buscar alguna disculpa al error, y si el crítico tiene razón, lo mejor es decirlo, y esto es suficiente para acabar con aquella crítica.
Por otra parte, la gente siempre termina apoyando a quien reconoce un error.
Nadie puede simpatizarle a todas las personas, y siempre existen personas que son insoportables sin razón aparente, y también existen personas que son detestables sencillamente.
Si existe alguna forma de oponerse a la crítica es intentar cooperar con el crítico.
Quienes son críticos habituales, por lo general son personas amargadas, con ideas algo confundidas. Sienten un halo de importancia a su alrededor para no dejar en evidencia sus propios errores, y no se pierden oportunidad en destacar los ajenos.
Es mas fácil criticar que abstenerse de hacerlo, y siempre existirán los críticos, aunque muchos de ellos con buenas intenciones, y otros que se divertirán con sus palabras. Pero para poder soportar a estos últimos es necesario tener dominio sobre uno mismo, y mantener una actitud de serenidad razonable. Ayudar, en último caso al crítico para verse libres de su amargura.
La mejor manera de soportarla es hacerle frente
Al final, la mejor forma de defenderse, será mantener el control sobre los propios sentimientos.