Madrid despierta con su dicotomía cada amanecer inconcluso. De la bruma surgen miles de ciudadanos con sus anhelos, sus promesas y sus miserias. En Madrid brotan las hadas como rebosan las garras de las ratas. Ah, Esperanza, hada madrina, si tú supieras lo que te queremos tantos. Apareces en el momento más oportuno para calmar nuestro espíritu, y nos ayudas a reivindicar la Patria. No temes el azote del demonio, porque la verdad sólo tiene un camino.

Tuve la suerte de coincidir una vez con Esperanza Aguirre. Fue en Segovia, a primeros del milenio. Por aquel entonces yo era un ilusionado militante de las Nuevas Generaciones del Partido Popular que acudía como público a una rueda de prensa de la entonces Presidenta del Senado. Sus palabras resultaron emocionantes y sorprendentes, y es que Espe se muestra con una naturalidad que rompe los esquemas. No hay papeles, hay presencia, humildad y mucha nobleza. Esperanza representa el liberalismo en el PP, de ahí las críticas, porque ningún necio puesto a dedo desea verse rodeado por personas que le superen intelectualmente y que, además, principien sus valores por la libertad en mayúsculas. Esperanza nos habló de justicia. Esperanza nos habló de esfuerzo. Esperanza inspiró a una generación de jóvenes que crecían engañados bajo la opaca sábana de un sistema democrático descaradamente antidemocrático que, como se ha demostrado, poco o ningún parecido alberga con lo que se supone debe ser una nación de ciudadanos libres e iguales ante la ley.

Sólo la presidenta Aguirre ha demostrado estómago y agallas para saltar a la palestra con su rebelión contra la subida de impuestos

Diecisiete comunidades autónomas... y apenas el gobierno de una ha puesto el grito en el cielo ante la catástrofe económica, política y social de España. Resulta desolador. La oposición duerme la mona mientras Zapatero sigue sin aclarar los sucesos del 14 de marzo, continúa sin excusarse por haber pactado y habernos engañado con ETA (lo vuelve a hacer), alardea de haber promovido la creación de nuevos estatutos anticonstitucionales, aprueba cruentas leyes inhumanas como la del aborto, destruye millones de puestos de trabajo, se carga el escaso reconocimiento de la diplomacia española y vende nuestro futuro a cambio del apoyo de los nacionalistas sectarios, todos ellos enemigos de la nación española y, por ende, del pueblo español a la que representa. Zapatero mantiene una guerra en Afganistán, la cual no declara en público, entretanto mueren los soldados por decenas, al parecer, por causa ninguna. Asolada como está la clase ciudadana, sin amparo sindical, sin apoyo mediático, sin expectativas, repletas nuestras calles de personas que vagan desesperadas por encontrar un empleo imposible, Zapatero sigue ahí como si nada, anclado en la mentira y en la traición, a nuestra costa.

Sólo la Presidenta Aguirre ha demostrado estómago y agallas para saltar a la palestra con su rebelión contra la subida de impuestos. ¡Que ya está bien! Si nos saquean, nos patean y nos drogan, para además, luego mentirnos, alguien había de poner, de una vez por todas, el grito en el cielo. Y ahí está ella. Tan elegante, tan digna, tan firme, tan clara. Su voz hace honor a su nombre, porque brinda esperanza a millones ciudadanos sumidos en la tristeza. ¿Por qué causa luchamos? ¿Acaso este país de mierda justifica nuestro sacrificio? Cuando da la sensación de que España no merece a los españoles, surge Esperanza y grita: ¡pero los españoles sí que merecen España! Madrid ha emprendido el camino de la recuperación. Porque allí su gobierno ha confiado en las personas que pueden sacarnos del atolladero. Si Zapatero nos lleva de cabeza a los infiernos, Esperanza da sentido a aquel refrán que reza: "de Madrid al Cielo". ¡No te rindas Presidenta!

Paco Bono

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