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Grupos de presión, clientelismo e interés público
Un sindicato asturiano ha publicado un informe, del que se ha hecho eco LNE, sobre el último proceso de oposiciones a la función docente. El llamativo título del mismo, se complace en afirmar que, “el 99% de los profesores que obtienen plaza en las oposiciones 2008, son interinos con experiencia docente”.
Un lector ajeno al gremio y a su proceso de selección podría deducir en una primera lectura que los candidatos sin experiencia laboral, tienen una preparación deficiente en comparación con sus colegas interinos y que su rendimiento en las pruebas es, por tanto menor. Sin embargo los números cantan, una victoria por goleada de 99 a 1 sólo es explicable con la ayuda de un buen viento a favor.
Las bases del actual sistema de selección favorecen desproporcionadamente la antigüedad por encima de los méritos científicos acreditados en el examen, lo que provoca situaciones injustas y un profundo malestar entre los “externos”. No son pocos los casos en los que un opositor novel obtiene la nota máxima y comprueba cómo la plaza que le correspondía por lógica va a parar a un rival de menor calificación. Al mismo tiempo, sus posibilidades de trabajo como interino son casi nulas, pues las listas priman la antigüedad sobre la nota del examen y el círculo vicioso vuelve a comenzar. No queda otra alternativa que aguardar dos años hasta la siguiente oposición en el Principado, o el exilio en otra Comunidad más pródiga en la convocatoria de plazas.
Por desgracia, no importa en qué región se presente; un cinco seguirá ganando a un diez y la mediocridad a la excelencia.
Muchas víctimas de este proceso opositor, han interiorizado como normal e inapelable el sistema piramidal en que se pasa sucesivamente del estudio a la oposición, de esta a la interinidad y a la larga quizás a una plaza estable. En ese “orden natural” de las cosas, los quejumbrosos que denuncian el ardid, reciben como respuesta un lacónico: “ya llegará tu turno”.
La solución, muy al contrario, no ha de estar en perpetuar el agravio sino en ponerle fin con un sistema de oposición equitativo basado verdaderamente en la libre competencia y que respete la experiencia sin convertirla en el único criterio en la práctica.
De acuerdo con sus objetivos, una oposición ha de ser un proceso selectivo en el que prime la adecuación al puesto según los principios de mérito y capacidad. Se puede esgrimir que una buena nota en un examen no sirve para forjar a un buen docente; no obstante, ¿quién piensa que una nota mediocre sí le acredita? Se puede argumentar que la experiencia produce mejores profesores que el estudio o la suerte en una prueba. Sin embargo en muchos casos, los años de antigüedad no son siempre sinónimo de experiencia, sino de molicie.
Las bases de la oposición favorecen desproporcionadamente la antigüedad por encima del examen, lo que provoca situaciones injustas y un profundo malestar entre los «externos»
Son muchas las razones en favor y en contra de ambas teorías, pero es cosa clara que el actual sistema de selección, a extinguir en 2011, no es ecuánime y el enfado de muchos opositores resulta más que justificado.
Planteémonos cuáles son los motivos de la administración educativa a la hora de favorecer a unos opositores por delante de otros y de quién la presiona. Planteémonos si ello es justo y si los criterios que priman al interino sólo por serlo, han de ser los de un proceso que debe elegir a los mejores para el desempeño del servicio público.
Los interinos son una gran masa de afiliados para todos los sindicatos de no importa qué color ideológico, por lo que no es de extrañar que los unos constituyan un grupo de presión poderoso sobre la administración y los otros exhiban un celo en la defensa de sus intereses que en ocasiones entra en colisión con los de otros compañeros y con la ecuanimidad del proceso de selección.
Las organizaciones sindicales son actores de suma importancia en la educación pública. Sus esfuerzos deben concentrarse en velar por que las administraciones educativas del Estado garanticen a los ciudadanos una enseñanza de calidad basada en la excelencia, no en favorecer a un lobby de afiliados por encima de la libre concurrencia.
Si la paz en el sector se compra con el empleo público para una red clientelar por la puerta falsa, todos los implicados deben hacer reflexión y autocrítica; así las administraciones y los sindicatos, como los trabajadores de la enseñanza.
El principal perjudicado es y será siempre el ciudadano cuando el interés público cede y se somete a la presión de un lobby; Interés público, frente a interés particular.