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Los Regalos del Padre

22/10/2020 21:04 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

El bus donde viajábamos, se deslizaba lentamente, y al observar hacia un lado del camino, pude ver algo maravilloso.

El Padre, en muchas ocasiones, envía un regalo de Su Universo, que la mayoría de las veces, no apreciamos o no nos percatamos de ello, ocupados como estamos en esta vida de deberes, compromisos y responsabilidades externas, nos falta tiempo para interiorizarnos, para elevar nuestros ojos al cielo, o para contemplar una cosa sencilla de la naturaleza, ya sea una flor, un paisaje, una puesta de sol, un amanecer... y este último, constituyó un regalo de nuestro Padre. Salí de viaje un día sábado a las seis de la mañana, Arcoírisa una ciudad cercana (Maracay, Venezuela), con la finalidad de cumplir con un ritual religioso y hacer meditación con un grupo, por tratarse de que ese día, tres de octubre de mil novecientos noventa y ocho, se celebraba “Cristo, ayer y hoy en el cielo y en la tierra”, “El principio y el fin, vida y muerte de todo hombre”. Alfa y Omega, (Alfa significa la luz y Omega, la muerte). Alfa y Omega en los tiempos, representan la vida, muerte y la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El bus donde viajábamos, se deslizaba lentamente, y al observar hacia un lado del camino, pude ver algo maravilloso, un esplendor rojizo, como nubes incandescentes de diferentes tonalidades que se colocaban unas detrás de otras, semejando montañas, eran simétricas, lindas, resplandecientes. Al lado, había como un mar tranquilo, apacible y sereno de un azul limpio, y sobre el mar, una capa de nubes blanquísimas que se movían suavemente, como barcas. No sé si eran mis ojos los que se movían y no daban crédito al espectáculo o que en realidad, se movían; pero a la vez estaban cubriendo el mar, como arropándolo. Sobre el mar, en el cielo, , se delineaban unas siluetas, semejando a la Sagrada Familia, con unos rayos enormes que subían y subían... Yo sentí mucha ternura y paz, era un “cuadro impresionante”. Contemplaba la atmósfera, vibrando en tres tonalidades que se degradaban en tonos más suaves, del rojo intenso, vibrante, lleno de vida, uno más suave hasta llegar al rosa, el azul rey, hasta llegar al azul mar y el blanco encrespado hasta llegar al blanco purísimo. Los colores eran nítidos, brillantes, formaban un cuadro sin confusiones. Yo sentía una vibración muy especial, no me parecía estar viajando por una moderna autopista, sino camino de un lugar privilegiado, como ir a “Casa del Padre”... los colores eran increíbles, sería hermoso saber pintar, ya que apenas puedo describirlos con palabras, era hermoso, diáfano, grande y sencillo a la vez el imponente espectáculo... Pensé: ¿Será algún fenómeno atmosférico? ¿Serán radiaciones solares que sufren estos fenómenos antes de llegar a tierra?... Me hice esta y otras preguntas, ya que siempre trato de racionalizar; pero sin tener mucha información sobre los constantes cambios climáticos y la variabilidad en la atmósfera de nuestro planeta. Continué pensando, reflexionando... nunca observé esto en región alguna, ni siquiera en la región de los Lagos, al sur de Chile, donde el paisaje me impresionó mucho hace unos años atrás. De repente me sentí quieta, tranquila, como si estuviera oyendo una música de meditación; oía los instrumentos, algo parecido al ling, que produce la quietud, la pasividad, flautas como para mantenerme absorta y a la vez en equilibrio, contemplando el paisaje, el cuadro de colores paradojales, en una vía de circulación... Después sentí y vi que el sol iba apareciendo... brillaba el astro rey, no se veía todavía pero su claridad llegaba al maravilloso espectáculo y se iba intensificando el color dorado, hasta llevarse el increíble paisaje y aparecer la vía normal, iluminada por un sol tropical. Es un regalo del Creador, aseguré a mi compañera de viaje, que también pudo ver el maravilloso escenario con la Sagrada Familia. Ella lo confirmó y dijo: “jamás había visto algo semejante”. Fue un regalo para ambas...

Posteriormente, al regreso del viaje, reflexioné, ya que para hablar a posteriori de un fenómeno metafísico, en un terreno más firme, se exige: hacer un análisis y luego aceptar lo trascendente, en una reflexión unificadora de lo que se ve físicamente, lo que se siente psíquicamente, y lo que se piensa racionalmente. Ese viaje lo hicimos después de nuestro regreso del de la Gran Sabana; donde observé, con un lineamiento de investigación científica, donde viví y sentí unas experiencias únicas en mi vida, y otras bien definidas dentro del bien y el no bien, en el que nos movemos los seres humanos. Allá fuimos orientados por un hombre maravillosamente místico, combinando su personalidad con la fuerza de un hombre real, que ama, que trabaja y se integra a su grupo en un trabajo disciplinado y no exento de peligros, que pareciera estar fuera de la realidad, ya que él dice ser discípulo del Maestro Dalay Lama Ching y, por supuesto, con un gran amor por nuestro Maestro Jesús. Allá, me conmovió en lo más profundo de mi ser, y hoy, nos espera a todos, al grupo que estuvo en La Gran Sabana, al Grupo Arco Iris, y recordé los regalos del Creador en la Gran Sabana, entre ellos: los colores del Tepuy, el río como un espejo transparente, reflejando el cielo poblado de estrellas. Fue sobrecogedora la noche cuando contemplábamos el espacio infinito, viendo lo que amábamos y queríamos ver; pescábamos luceros en el Kama Merú y, por un momento recordé las palabras de una “Maestro”: “El hombre puebla continuamente su corriente en espacio de un mundo propio lleno de los hijos de sus fantasías, deseos, impulsos y pasiones”. Arturo E. Powell. El Cuerpo Astral.

Después de recordar estas frases, razoné: ¿será que lo que acaba de ocurrir lo hemos visto porque nosotras queremos verlo, después de estar impresionadas con la experiencia de la Gran Sabana? Posteriormente, leyendo a Powell, encontré la siguiente afirmación: “Tenemos la presunción de que las fuerzas de la naturaleza trabajan de manera similar a como trabajan el pensamiento y la emoción”. Esto podría explicar, en parte, los regalos de la Gran Sabana y el regalo del 3 de octubre, cuando viajábamos a Maracay, donde nos esperaba el Hermano Hildebrando Bastidas, nos esperaba el Dalai Lama Ching, al que no estoy muy acostumbrada, que me perdone y permita mencionarlo en este escrito, como un enviado de nuestro siempre Maestro Jesús. Seguro en la Ciudad de Maracay, en la zona Exponencial de las religiones, se reunirá el grupo Arco Iris y así fue. Este nombre se lo di yo, en honor a los arco iris del Kama Merú, al arco iris que continuamente veía yo en una terapia de sanación junto a nuestro Libertador, que por un tiempo aproximado a más de un año, busqué la explicación de estas visiones, y en esos parajes de la Gran Sabana, el Maestro Dalai Lama Ching, le dio la respuesta a nuestro hermano Hildebrando.

Hoy me siento más segura de mi misión, que será escribir sobre Dios, incursionar en estudios Universales y espirituales para obtener mayor preparación, ya que hasta ahora creo en el Padre, nuestro Dios, creo en sus milagros, creo en la Metafísica como puente de unión y, sobre todo, creo en el Amor.

  


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Josefasuarez350 (117 noticias)
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