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Maquiavelo y la sociología marxista

05/06/2020 21:45 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

En 1532 el Papa Clemente VII autorizaba la publicación de "El Príncipe", dando lugar a la aparición del primer tratado de filosofía política. Su autor, el italiano Nicolás Maquiavelo, fue pionero en materias que siglos más tarde se constituirán en ramas propias de las ciencias del saber

"En cualquier ciudad hay dos inclinaciones diversas, una de las cuales proviene de que el pueblo desea no ser dominado ni oprimido por los grandes; y la otra de que los grandes desean dominar y oprimir al pueblo. Del choque de amabas inclinaciones dimana una de estas tres cosas: o el estlabecimiento del principado, o el de la república, o la licencia y la anarquía. En cuanto al principado, se promueve su establecimiento por el pueblo o por los grandes, según que uno u otro de estos dos partidos tienen ocasión para ello. Cuando los magnates ven que ellos no pueden resistir al pueblo, comienzan formando una gran reputación a uno de ellos, y dirigiendo todas las miradas hacia él hacerlo después príncipe, a fin de poder dar, a la sombra de su soberanía, rienda suelta a sus inclinaciones. El pueblo procede del mismo modo con respecto a uno solo, cuando ve que no puede resistir a los grandes, a fin de que le proteja su autoridad." El príncipe,  de Nicolás Maquiavelo (capítulo IX: del principado civil). 

Considerado uno de los pioneros en desarrollar la doctrina de filosofía política, la influencia del italiano Nicolás Maquiavelo no solo ha sido algo inherente al contexto histórico y social del siglo XVI, sino que ha perdurado en el tiempo asentando las bases sobre las que se rige la política actual. Este fragmento, perteneciente a la obra escrita en 1513, aunque publicada años más tarde, El príncipe, pivota sobre una idea clave: el establecimiento del principado. El choque y conflicto de intereses entre los grandes –que oprimen- y el pueblo –que no desea ser oprimido- determinarán quien será más proclive a tomar las riendas del poder, siendo, por tanto, la idea que califica y condiciona el establecimiento del principado como una de las posibles formas de gobernación.

Una vez expuestas las ideas sobre las que se fundamenta el texto objeto de debate, no cabe más lugar sino que servirse de la crítica y la razón para realizar un análisis que permita ahondar la redacción de este artículo en los conceptos que ocupan el plano central.  Como apunte previo al análisis propiamente dicho, cabría destacar que el autor, Nicolás Maquiavelo, hace uso únicamente de su experiencia personal madurada y meditada a lo largo de los años para elaborar esta su obra cuya premisa original era la de obsequiar y aconsejar al estatista Lorenzo de Medici.

Ahora sí, profundizando en las ideas que atañen al texto, cabe relacionar en primera instancia el concepto de choque de inclinaciones mencionado por el autor italiano con el que tres siglos más tarde sería la piedra angular del marxismo: la lucha de clases. Aunque es innegable que la divulgación de este término por parte de Marx ha alcanzado una repercusión e influencia política que perdura incluso hasta nuestros días, Maquiavelo fue pionero en distinguir formalmente dos grandes grupos sociales en función de cómo y quién ostenta el poder. Las sociedades, a las que se refiere como ciudades para adoptar un sema más cercano al de principado, quedan así divididas en dos inclinaciones:

  • Los grandes, las élites, los altos miembros de la sociedad que ostentan o, en su defecto, se relacionan de un modo más estrecho con el poder, ejerciendo una notoria influencia en los cargos máximos tanto en sus decisiones como en su elección, para oprimir y dominar al pueblo a fin de imponer su realidad política.
  • El pueblo, la mayor parte de la ciudadanía, que guarda una relación mucho más alejada con el poder, sin la prácticamente ninguna posibilidad de inmiscuirse en la toma de decisiones, o, al menos, hasta la aparición de los primeros estados democráticos, dejando, a favor o en contra de su voluntad, su merced en manos de los grandes, con la esperanza, aunque en la práctica ilusoria, de no ser dominados ni oprimidos.

El producto de este choque de inclinaciones será el establecimiento de un determinado modelo de estado que, según Maquiavelo, se podrá presentar únicamente en tres formas. No obstante, es el modelo del principado el que está ligado intrínsecamente a está fragmento, dejando los conceptos de anarquía y república para otras obras, como bien pueda ser su trabajo Discursos sobre la primera década de Tito Livio, donde adopta con carácter más alusivo a la república. Concibiendo el término principado como un territorio, generalmente pequeño, sometido a la autoridad de un príncipe que, a su vez, pertenece a un estado mayor, el autor establece una breve clasificación de estos principados en el primer capítulo de su obra El príncipe. Por un lado, estarían los principados hereditarios y, por otro lado, los nuevos principados, los cuales pueden ser totalmente nuevos o pueden ser “miembros agregados al Estado hereditario del príncipe que los adquiere”.  

Estos últimos, los nuevos, son los aludidos en el establecimiento del principado, y su función y carácter más o menos proclive a una u otra inclinación –magnates o pueblo- vendrá determinada por los intereses del grupo que tenga ocasión para establecer dicho principado.

El choque de inclinaciones, mencionado por el autor italiano, tres siglos más tarde se convertiría en la piedra angular del marxismo: la lucha de clases

Por un lado, los “grandes”, evitarán sucumbir ante el pueblo formando una imagen en un posible futuro príncipe que haga creer al pueblo en él, pero sin mayor intención que la de obtener el poder para establecer su autoridad y, por tanto, continuar dominando al pueblo. Esta es la cualidad que ha caracterizado a la mayoría de principados históricos, como el de Cataluña hasta la división provincial de Javier de Burgos en 1833, o actuales, como bien pudieran ser el de Gales o el de Asturias.

Por su parte, el pueblo, cuando se ve agotado por la opresión y dominación por parte de los magnates, depositará su fe en un nuevo individuo con la esperanza de que, una vez ostente el poder inherente a la posición de príncipe, se sirva de su autoridad para evitar que el mismo pueblo que le ha apoyado vuelva a ser dominado y oprimido.

No obstante, el contrapunto a las hipótesis de Maquiavelo viene dado al realizar un estudio de este fragmento desde la perspectiva sociológica y política actuales. Bien es cierto que no es comparable la magnitud de política y estado de hoy día con la de un Estado Moderno recién nacido, con unas instituciones y burocracia todavía con un largo camino por allanar y previo a la revolución industrial que cambió el modelo social y económico casi dos siglos después de que Maquiavelo elaborase este tratado. Pero, aplicando al análisis una serie de conceptos y teorías relativas al poder como estructura, podemos ver como los fundamentos del autor italiano no distan en gran medida de los expuestos en el siglo XIX por autores como Marx, Pareto o Weber.

El modelo de principado planteado por Maquiavelo podría encajar dentro de dos de los modelos que explican las estructuras de poder en sociedad. El primero de ellos sería el modelo pluralista, por dos razones clave: que la política gubernamental ha de ser esencialmente un compromiso entre los distintos grupos de interés implicados (aquí, pueblo y grandes, cuyos intereses chocan); y el hecho de que ningún grupo es suficientemente poderoso para controlar los “productos” del gobierno frente a la competencia de otros grupos. El segundo de los modelos sería el de las élites, sin otra razón para justificarlo que la simpleza de que un principado ha de ser gobernado por un príncipe, perteneciente a la clase alta de la sociedad, a la élite.

Un segundo aspecto implícito en estas líneas es el de la legitimidad. A fin de justificar la dominación legal en un principado, los ordenamientos jurídicos por los que se justificaban brillaban por la ausencia de un sistema democrático que consensuase la autoridad de un Estado Moderno recién salido del horno. A este modelo de legitimidad carismática impuesta a la fuerza se le añade la falta de especialización de las instituciones del siglo XVI, sin una organización general y burocratizada que garantizase la efectividad de quien es poseedor del poder.

Llegado este punto, no queda opción más que la de concluir el debate admirando el trabajo del italiano Nicolás Maquiavelo quien, con el recuerdo del sistema feudal aún presente y en medio de un Antiguo Régimen con monarquías absolutistas en pleno auge, elaboró, quien sabe si con un propósito epistolar bien distinto, el que se ha considerado como el primer tratado de filosofía política. Con el tiempo y, sobre todo, tras la revolución industrial, los nuevos teóricos volverían sus ojos hacia esta obra para cuestionar, perfeccionar y ampliar las ideas sobre el poder y la dominación que en El príncipe son expuestas. Su influencia ha sido para las ciencias políticas y para la sociología tal que hoy día, cinco siglos después, sigue siendo objeto de estudio y de debate en las aulas universitarias. 

Jesús F. 

Email: jesusf.6145@gmail.com


Sobre esta noticia

Autor:
Jesus F. (4 noticias)
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Tipo:
Reportaje
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