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?Una vez Carlos Fuentes me dijo que cuando Mario Vargas Llosa escribía literatura no aparecía el hombre ?de las ideas grandes y fuertes, sino el hombre que escribe literatura. ?¿Cómo hace usted para disociar eso? La anterior visita de Mario Vargas Llosa a la Feria del Libro no estuvo libre de protestas por su presencia. Esta vez las cosas cambiaron. La escena política no es la misma y, por otro lado, la vida personal del escritor tampoco lo es. Vino acompañado de Isabel Preysler y, además, no es el único Nobel de esta edición, porque también estuvo J. M. Coetzee. Vargas Llosa pasó por ciclo
-Yo no lo disocio. Soy una sola persona. Creo que la diferencia es que cuando escribo literatura no escribo solamente con mis ideas, con mis convicciones, escribo con mis pasiones, mis sentimientos, mis instintos. Y escribo también con la parte más oscura de la personalidad, que aflora cuando uno ejerce una tarea de tipo creativo. Pero yo no creo que haya en mí una cesura, que sea uno el Vargas Llosa que piensa en términos políticos y otro el que escribe ficciones. Usted siempre se sorprendió por el destino de la Argentina, que de haber sido una de las grandes naciones del mundo, a principios del siglo pasado, se convirtió en un país mediocre desde mediados del siglo pasado hasta ahora. ¿Cómo interpreta ese destino tan contradictorio? -El caso de la Argentina es extraordinario, porque era un país del primer mundo cuando tres cuartas partes de Europa estaban subdesarrolladas. La Argentina tuvo un sistema de educación que fue un modelo para el mundo. Es un país tan rico que eso le ha permitido sobrevivir mucho tiempo con altos niveles de vida hasta que en un momento esas políticas han provocado una crisis muy profunda. Pero las bases de la riqueza argentina están allí. -¿Qué expectativas tiene usted con el gobierno del presidente Macri? -Muchas. El mundo entero mira a la Argentina con optimismo, porque creo que el Gobierno está corrigiendo esas políticas de aislamiento e integrándose a los mercados del mundo. Para la Argentina eso sólo puede traer beneficios. -Hoy hay líderes antisistema y antiglobalización en grandes países de Occidente. ¿Cómo interpreta usted este mundo? -El gran problema hoy en Europa ya no es el comunismo, sino el nacionalismo. Es un nacionalismo demagógico que quiere acabar con Europa, que es el fenómeno político más interesante de nuestro tiempo. Países que se odiaban se unen para dar una batalla contra la pobreza y las enormes desigualdades. Entonces todos esos fenómenos siempre provocan eso que Popper, que es un filósofo de la libertad que yo admiro muchísimo, llamaba la tentación de la tribu, el llamado de la tribu, volver a encerrarse dentro de lo propio, de lo conocido. Pero yo no creo que vaya a prosperar, creo que finalmente la tendencia democrática moderna prevalecerá, pero es una batalla que hay que dar.