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La temperatura del Mediterráneo sigue aumentando y con esa subida también se registran anomalías climáticas de precipitación y otras No solo las sufren el entorno del Mediterráneo, sino también otras zonas no bañadas por sus aguas del continente europeo y africano
El Mediterráneo se está calentando cada vez más, y con ese calentamiento han llegado episodios de lluvias torrenciales cada vez más frecuentes que antes no se producían con esa frecuencia e intensidad.
Como viene siendo habitual año tras año, la temperatura media de la superficie del Mediterráneo sigue aumentando y con ese aumento también se registran anomalías climáticas de precipitación y temperatura. No solo las sufren entorno al Mediterráneo, también en otras zonas no bañadas por sus aguas del continente europeo y africano.
La superficie del agua en gran parte del Mediterráneo a finales del verano oscilaba entre los 26º y los 30ºC. Eran temperaturas más altas de lo habitual si comparamos con el mismo con la media del periodo de los años 1982-2017, publicada por el Centro de Estudios del Mediterráneo (CEAM). Llama poderosamente la atención que en junio gran parte de la superficie del mar Adriático estaba 4ºC más caliente de lo normal, y casi todo el Mediterráneo oriental 2º a 3ºC por encima de la media. Temperaturas de mar, en algunos casos suficientemente altas para alimentar un huracán como los que llegan al Caribe y que asusta a la gente.La superficie del agua en el Mediterráneo a finales del verano oscilaba entre los 26º y los 30ºC, mucho más de lo habitual concretamente al sur. “El ascenso no es algo que vaya a cambiar de un año para otro, por lo que lo más probable, en todo caso, es que siga aumentando”.
TEmperatura de la superficie del mar el 17 de julio de 2018
En el Mediterráneo occidental, frente a la costas peninsulares y en torno a las islas Baleares, la anomalía era por entonces menor, 1º a 2ºC más cálida, pero globalmente, como ya hemos visto otros años de las últimas décadas, el Mediterráneo se ha convertido sin duda en una fábrica de energía potencial.
Esa energía entre otras cosas puede servir para provocar intensas olas de calor con elevados índices de humedad, o favorecer la formación de grandes y virulentas tormentas capaces de descargar cientos de litros de agua en solo unas horas, como lo que ha ocurrido con las últimas DANAs que han afectado a España.
Finalmente, y tal y como era de esperar, hemos tenido semanas habitualmente críticas por las fuertes lluvias. En contrapartida, estas lluvias ayudarán a enfriar algo la superficie del mar, de modo que, con la llegada de incursiones de aire frío asociadas con el paso de frentes, la energía disponible para alimentar grandes tormentas será menor y las precipitaciones no tan virulentas.
El mar actúa como gran regulador del clima en las zonas costeras debido a que absorbe y desprende calor a un ritmo más lento que el de la propia superficie terrestre. Ese es el motivo por el que los turistas de septiembre siempre encuentran el agua más cálida que los de julio. Sin embargo, el Mediterráneo ha alcanzado ya la temperatura propia del mes septiembre y, con 29º, supera en dos grados la que se registró el año pasado en las mismas fechas, según un estudio del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA).
El portavoz de la Comisión de Expertos sobre el Mar Menor y Catedrático de Biología en la Universidad de Murcia, Ángel Pérez Ruzafa, asegura que «siempre existe polémica sobre si se debe al cambio climático o a que nos encontramos en un ciclo de calentamiento del mar». Al margen de eso, lo que está claro es que la temperatura del agua está subiendo, aunque ”este aumento no es homogéneo en todo el Mediterráneo
”
Algunas zonas, como el Adriático o la costa de la Región y del sur del Mediterráneo, tienden a experimentar incrementos mayores. Esto puede afectar al funcionamiento de los ecosistemas, a la producción biológica en las zonas de frentes oceánicos y, sobre todo, a la aparición de especies exóticas de afinidad tropical que colonizan el Mediterráneo a través del estrecho de Gibraltar o el canal de Suez».
Pérez Ruzafa asegura que el aumento afecta de forma general a todo el Mediterráneo, pero másEste incremento no solo afecta a los ecosistemas marinos y al baño de los veraneantes, sino que repercute de forma directa en la vida de las personas, además, en un ámbito muy sensible para la mayoría: el descanso. La subida del mercurio convierte en un reto el simple hecho de conciliar el sueño, ya que la temperatura idónea para el cuerpo humano a la hora de realizar actividades oscila entre los 18º y los 24º grados.
El catedrático de Análisis Geográfico Regional y responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, explica que “la causa fundamental de estas noches calurosas es que el agua del mar está demasiado caliente. Estos años estamos registrando que el agua está a 27º grados a mediados de julio, mientras que para tener esta marca en los años 80 había que esperar hasta el mes de septiembre”. Este año, como anomalía dentro de un cambio acelerado, el agua del mar está ya a 29º grados.
“Hay dos cambios claros en la climatología mediterránea en los últimos 30 años. Las temperaturas han subido, sobre todo por las noches, y las lluvias se han concentrado en grandes episodios con la misma cantidad de agua”, detalla Olcina.
Así, al elevarse la temperatura del mar Mediterráneo, su efecto regulador, lejos de ayudar a refrescar zonas costeras y del interior de la Región, provoca que durante la noche no exista refrigeración y se alcancen temperaturas muy elevadas.”«El indicador más claro de calentamiento global son las noches. Durante el día es habitual encontrar temperaturas elevadísimas, pero que las mínimas sean tan altas no es normal comparado con lo que era habitual hace 30 o 40 años. Los datos muestran que las noches tropicales – por encima de 20º– han ido en aumento durante los últimos 17 años”, afirma.
La invasión de especies exóticas del indopacífico en el Mediterraneo se debe precisamene al aumento de la temperatura, según el catedrático en Biología de la Universidad de Murcia, Ángel Pérez Ruzafa, como las especies que ya hay en el Mar Menor, donde se han encontrado ejemplares de gusano poliqueto Branchiomma boholense, el molusco opistobranquio Bursatella leachii, o las nuevas medusas que han empezado a verse como Phyllorhiza punctata, que proceden todos del indopacífico. Para detectar y controlar la invasión de especies exóticas y estudiar su interacción con las autóctonas, Pérez Ruzafa considera que “la Región es un enclave estratégico para mnitorizar la situación. En el Cabo de Palos tenemos una barrera oceanográfica y biogeográfica entre las aguas atlánticas y mediterráneas. En concreto, en la costa de Águilas hasta la reserva natural de Cabo de Palos debería impulsarse un sistema de observación de estos ejemplares antes de que crucen esa barrera y se dispersen por todo el Mediterráneo».
Aumento de las temperaturas del mar Mediterráneo desde 1982 hasta la actualidad
Aun así, hay que tener en cuenta que el transporte de vapor de agua, el que usa la atmósfera para formar nubes en nuestras costas, no solo llega del Mediterráneo más cercano a las costas peninsulares, puede hacerlo desde cientos de kilómetros de distancia, incluso más allá del Mediterráneo central.
La tendencia de las temperaturas del Mediterráneo desde 1982 hasta la actualidad década tras década, ha sido de calentamiento, y con él han llegado episodios de lluvias torrenciales cada vez más frecuentes. Este año, y sin ánimo de atemorizar a nadie, la situación era favorable para que se produzcan las temidas gotas frías o similar
La situación del Mediterráneo es preocupante desde 1982.Su temperatua sube cada día y tambien sube su nvel.Nuestro mar está enfermo¿quien le curará?
A finales del siglo XX, el aumento del nivel del mar Mediterráneo fue menor que en el resto del mundo por la presión atmosférica, así como el calentamiento, pero desde principios del siglo XXI los niveles en el Mediterráneo han recobrado el ritmo y parecen acelerarse. Así lo demuestran los resultados actualizados de la segunda edición del libro Cambio Climático en el Mediterráneo Español.Porque el nivel es tan alarmante como el aumento de las temperatiras.
“El nivel del mar en el Mediterráneo sube entre 1 y 1, 5 milímetros por año desde 1943, pero no tiene porqué seguir creciendo así, ya que ahora parece que se acelera la velocidad a la que sube”, afirma Manuel Vargas Yáñez, primer autor del mencionado libro, e investigador en el Instituto Español de Oceanografía (IEO).
El cambio climático y los mares internos
La publicación, que en su segunda edición recoge por primera vez los datos climáticos de 1943 a 2008 a través de un sistema de observación marino único en España y pionero en Europa, confirma que el Mediterráneo se está calentando a ritmo acelerado.. También se incrementa su salinidad, y se acelera el aumento del nivel del mar, que desde el siglo XIX ya ha subido unos 20 centímetros.
Sin embargo, “durante los últimos años que se han añadido al estudio a partir del 2005 el aumento de las temperaturas no ha sido más suave que a finales del siglo XX, eso que las temperaturas del mar subieron una barbaridad”, señala Vargas Yáñez, quien insiste en la necesidad de estudiar series de datos amplias para demostrar el impacto del cambio climático en el Mediterráneo.
El ritmo de crecimiento del nivel del mar Mediterráneo tambien se ha acelerado "bruscamente" en los últimos años, hasta alcanzar unos tres milímetros anuales, casi el doble que los registros que se conocieron en la última década del siglo XX. Junto a este aumento de nivel del agua, el calentamiento (en torno a 0, 8 grados en el último siglo) y una mayor salinidad son las principales consecuencias que el cambio climático tiene en el mar Mediterráneo y, si bien de momento no ha llegado a producir alteraciones relevantes en el ecosistema porque la temperatura en las profundidades apenas ha variado, su alcance futuro es imprevisible, según advierte una investigación del Instituto Español de Oceanografía.
Reducir ahora las emisiones de CO2 no frenará la subida del mar
Los efectos de este crecimiento del nivel del mar serán muy diferentes según las zonas en función de las características geológicas y de la ocupación que haya tenido la costa. "Si el nivel del mar sube en la vertical en una zona de acantilados, no supone ningún problema; pero allí donde haya zonas de playa, deltas de río, o costas densamente construidas, lógicamente el impacto sobre las personas va a ser más importante", explica Vargas.
El equipo investigador previene contra el alarmismo y pretende solo que el estudio sirva de referencia para prevenir. "Hay que guardar un equilibrio entre los dos extremos, sería tan error pensar que no ocurre nada como que nos va a arrasar el agua, eso no va a ocurrir y puede producir un hartazgo alentar de una gran catástrofe", afirma Vargas.
Junto al estudio científico se presentó un resumen para gestores y responsables de políticas medioambientales en el que se afirma que aunque ahora se redujeran las emisiones de CO2 hasta niveles de hace 20 años, el aumento de la temperatura y del nivel del mar seguirían creciendo en las próximas tres décadas igual que si no se hiciera nada porque el clima tiene una inercia.
Las oscilaciones en el comportamiento del Mediterráneo no obedecen solo a la inercia natural, y si bien lo que depende de las leyes de la naturaleza puede predecirse, no ocurre así con lo que se deba al comportamiento humano. "Hay siempre un calentamiento natural que hace por ejemplo que el agua ocupe más volumen, y eso se debe a la presión atmosférica, pero lo que ocurre es que la mitad de las cifras que estamos registrando no tienen explicación en ese fenómeno, por tanto el crecimiento es achacable a que hay más masa de agua porque se están deshaciendo las grandes masas de hielo", apunta Vargas
El estudio recoge por primera vez datos oceanográficos y atmosféricos desde 1948 hasta 2008 con la aplicación de un sistema de observación pionero en Europa y que permite apreciar oscilaciones periódicas. Parte de la importancia del estudio, según su coordinador, es esa perspectiva, porque hay muchos análisis parciales que pueden resultar engañosos o contradictorios. Por ejemplo, entre 1948 y 1970 hubo cierto enfriamiento del agua del Mediterráneo, al que sucedió un periodo de un fuerte ascenso en el calentamiento. Hasta 2005, la temperatura en las aguas superficiales aumentó entre 0, 12 y 0, 5 grados, según las zonas.
Los cambios que se producen en las temperaturas no sólo se deben a los efectos del cambio climático, sino también a cambios atmosféricos naturales y “normales”. Y a la degradación del Mediterráneo debido a la industrialización de toda la cuenca que vierte sus aguas más negras con residuos industriales a ese mar que es una laguna. Francia, España, Italia y diez de los 16 países que tienen sus puertos e industrias abiertos a ese mar no cuidan para nada del medioambiente. Está además la lacra del petróleo cuyos barcos limpian fondos en sus aguas para ahorrarse un montón de dinero. El Mediterráneo es una cloaca como los mares interiores de muchos países no sólo europeos sino asiáticos, y no hay mas que los mares de Rusia
“Son cambios que siempre van a ocurrir; la atmósfera y los océanos son sistemas caóticos”, manifiesta el experto.
Lo que el ser humano ya no puede evitar
En la capa superficial del mar la temperatura ha subido a lo largo del siglo XX a un nivel similar al del aire, es decir de unos 0, 7 ó 0, 8 ºC. “Vamos a un ritmo de ascenso de casi un grado por siglo pero no se puede extrapolar para el siglo XXI, porque depende de lo que hagan los seres humanos y no responde sólo a las leyes de la naturaleza”, observaalanterior Vargas-Yáñez.
Aún en el caso de que los humanos emitan menos CO2 a la atmósfera durante este siglo, los países emergentes reduzcan sus emisiones, y la quema de combustibles fósiles baje y se promuevan las economías verdes, “a corto plazo, las temperaturas seguirán ascendiendo”, zanja el científico.
“El clima de la Tierra tiene una cierta inercia. Aunque ahora mismo descendiéramos las emisiones de gases de efectos invernadero a los niveles de los años 90, durante los próximos 30 años el incremento de temperaturas y el del nivel del mar seguirían al mismo ritmo que si no se hiciera nada”, apunta el físico, quien añade, no obstante, que “el futuro está por escribirse, aún podemos arreglarlo”.
Vargas Yáñez y su equipo pretenden continuar con la actualización año tras año de los datos climáticos en el Mediterráneo, y consolidar así el sistema de observación y monitorización. El siguiente paso será presentar un informe similar, pero “más multidisciplinar” y que incluya el estudio del impacto del cambio climático en los ecosistemas del Mediterráneo
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