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El ministro del Interior y el Heteroplaneta

04/03/2013 17:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Continúa la confusión de nuestro ministro del Interior, que sigue convencido de que su ministerio versa sobre el alma y las cosas internas del espíritu humano. En esta ocasión ha sucedió durante un viaje a Roma, donde el señor Fernández Díaz ha declarado que el matrimonio gay "no garantiza la pervivencia de la especie". Y lo peor es que tiene razón. Nada garantiza la pervivencia de la especie. Ni siquiera una heterosexualidad desbocada y arrebatadora como la suya y la de los obispos. Ni siquiera un mundo de bertines osbornes garantizaría la supervivencia de la especie.

Es lo malo de la naturaleza, que la muy cabrona no ofrece garantías de nada. Ya puedes tirar a todos los maricas al río, que mañana llega un meteoro y a tomar por el culo el Heteroplaneta. La última vez que jugamos a ser Dios, clonamos una oveja, se murió de cáncer y ahora solo es una foto chula en los libros de Cosas Flipantes de Hace Quince Años.

Pero no condenemos al señor ministro sin explorar antes todas los recovecos de su tesis. Porque quizá, cuando Fernández Díaz dice que el matrimonio gay no garantiza la pervivencia de la especie, lo que sugiere es que, en el fondo, todos los heterosexuales del planeta cambiarían de acera su tuviesen una serie de garantías legales. A lo mejor lo que este grandísimo hijo de Cristo oculta en el fondo de su razonamiento es que todos los hombres, incluso los de mirada triste y levemente bovina como él, prefieren una polla, dónde va a parar, pero no lo dicen por lo intrincado de la actual legislación.

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Si aceptamos, como quizá sugiere el ministro, que todo hombre es un Rock Hudson en potencia, la especie estaría ciertamente condenada. Pero también es verdad que, de ser así, no importa gran cosa lo que decidan los gobernantes o la curia vaticana, ya que el amor y sus órganos representativos nunca han entendido de leyes.

Si bien jamás he analizado mis ansias sexuales más turbulentas y secretas hasta el punto que quizá requieran, sospecho que no todos los hombres del planeta somos secretamente gays. Podría aceptar que casi todos los seamos, pero, ¿todos? No lo creo.

Teniendo en cuenta todo esto, volvamos ahora al escenario del crimen: dice el ministro del Interior que "el matrimonio gay no garantiza la pervivencia de la especie". Y es verdad. No lo garantiza, como tampoco lo garantiza el sexo oral, el pollo asado o la religión. Que lo prohíban todo. Y que doblen las campanas.


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Reportaje
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