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Terminar de comerle la merienda a Pedro puede ser un paseo militar para Pablo de aquí al 26 de junio
Parece que fue ayer cuando escribí el artículo anterior –‘Podemos’ ya existe, ¿para qué reinventarlo con las siglas PSOE?–. El pronóstico se cumplió y Pablo Iglesias sigue al alza, digan lo que digan algunas encuestas.
En las elecciones generales del 20D, Podemos hizo historia pasando de 0 a 69 diputados con sus confluencias incluidas. El PP se desplomó del piso 186 al 123 y el PSOE tocó nuevo suelo histórico cayendo de los 120 escaños de Rubalcaba a los 90 de Sánchez. El efecto de la caída trastornó a Sánchez con la idea de que había ganado las elecciones. Estuvo tan cerca de ser presidente del gobierno de España que incluso podría reclamar la pensión de ex presidente y una silla junto a Zapatero en el Consejo de Estado.
Por su parte, IU sobrevivió con Garzón pasando de los 11 diputados –que consiguió Cayo Lara en 2008– a solo 2. Ni Gaspar Llamazares descendió tanto que, de 8 escaños en 2000, bajó a 5 en 2004.
El 20D sucedió lo que estaba cantado que iba a pasar. De nada les sirvió a PSOE, PP e IU ponerse en mangas de camisa blanca a lo Pablo Iglesias. ¿Para qué votar malas copias teniendo el original?
Podemos se hizo con parte del electorado de PSOE e IU. Algo le cayó también del ala izquierda del centro político que no se llevó el PP ni Ciudadanos. Pero el partido naranja es el forúnculo del PP, aunque ahora también planea un zarpazo al ala centro de PSOE.
Frente al rojo vivo en el que luce Iglesias, palidece la rosa socialista en los consejos de administración y aflorando en los papeles de Panamá
Y ahora, camino del 26J, parece que la cosa irá a peor. Con la coalición Podemos-IU, el futuro próximo del PSOE pinta bastante mal, aunque la culpa no la tiene Murphy con eso de “si algo puede empeorar, empeorará”. Más bien hay que buscar la causa en la insoportable levedad del ser del candidato socialista. Algo que podría remediar Susana Díaz que tiene más peso a simple vista, pero el miedo a perder lo que posee le ha impedido arriesgarse. Un error porque podría incluso quedarse sin lo que tiene. Las oportunidades no vuelven una y otra vez. Pero la suerte está echada en esta partida de bolos y todos tienen su estrategia.
Rajoy, la del miedo a Podemos, mientras lo engorda como la bruja a Hansel y Gretel no para comérselo, sino para que Podemos se meriende el ala izquierda del PSOE.
Y el PSOE, ¿qué estrategia tiene el PSOE? Por lo que parece… seguir cayendo hasta que alguien se decida a darle el zarpazo a Sánchez tras el sorpasso más que anunciado de Iglesias, gracias al “suma y sigue” de votos con Garzón.
¿Y Garzón? Pues lo normal en su situación. Vende votos por escaños y financiación para tapar agujeros de la izquierda desunida y desguazada.
Terminar de comerle la merienda a Pedro puede ser un paseo militar para Pablo de aquí al 26 de junio. Especialmente porque gestiona bien su coeficiente intelectual y el sentido de la vista. Sus ojos son capaces de distinguir más tonos del color rojo que Pedro –algo análogo pero distinto al enigma sobre el “verde” que se plantea en Fargo, la serie televisiva –. Los ojos de Pablo se han adaptado a una gama rica en matices del Pantone rojo. La buena vista es una herramienta imprescindible en la selva política.
Frente al rojo vivo en el que luce Iglesias, palidece la rosa socialista en los consejos de administración y aflorando en los papeles de Panamá.
La rosa del PSOE se marchita en Mossack Fonseca con sus viejas glorias, mientras las nuevas generaciones la vuelven esquizofrénica. Derecho a decidir: sí, no, tal vez, lo contrario. Y lo mismo con la reforma laboral, el gasto público y todo lo demás.