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En tiempos del Rey Alfonso VI de León, cuando los musulmanes convivían con los cristianos, se desatan las ansias expansivas de los del norte por conquistar el Sur de la península antes de que nacieran los reinos de Aragón, Castilla y Portugal
Ante los continuos ataques de los leoneses, los musulmanes llaman a sus primos los almorávides que cruzan el estrecho para defender a los creyentes de Alá allá por el año 1086, mientras el escudero de Alfonso VI, al que se conocía como Rodrigo Díaz, muere en 1099.
En 1200 aparece el cantar del Mío Cid, como una obra de juglares que se va cantando de pueblo en pueblo y de feria en feria, para exaltar la vocación de servicio a los Señores incitando a la expulsión de los musulmanes.
Tras la muerte de Alfonso VI (rey de Castilla, Galicia y León), se desata la primera “guerra civil” entre gallegos, leoneses, aragoneses y navarros, que termina con el matrimonio de su heredera y reina Urraca “La Temeraria” y la separación de su rey consorte Alfonso I de Aragón alias “El Batallador” padre del reino de Aragón.
Urraca fue ciertamente temeraria, casi como el Cardenal Cisneros, otro intrépido batallador y conspirador, así que todo su reinado discurrió en una constante guerra de familias, aliados y enemigos que se pasaron de un bando a otro de la noche a la mañana, mientras su esposo Alfonso I construía el reino de Aragón.
Su hijo Alfonso VII, se casó inteligentemente con Berenguela de Barcelona, hija del Conde de Barcelona y se dedicó a la reconquista iniciada por su abuelo, usando a los “vasallos” que deseaban “servir al buen Señor” tal como proclamaría años después el Cantar del Mío Cid.
Alfonso VII confiaba tanto en la reconquista que fija con antelación a ella el reparto de las tierras a conquistar, así, suscribe el Tratado de Tudilén (1151) con el Conde de Barcelona, por el que se reparten el Reino de Navarra y se cede al Conde de Barcelona los territorios levantinos de Valencia, Denia y Murcia, esa (Valencia) que había conquistado el Cid Campeador, posteriormente recuperada por los musulmanes, tratado que va a ser modificado por su nieto Alfonso VIII a favor de Castilla (Tratado de Cazola).
Pero Alfonso VII muere y a su muerte se crea el reino de Castilla que hereda su hijo Sancho III “El Deseado” y le sucede en el reino de León su hijo Fernando II de León.
Fernando II, que se había casado con Urraca de Portugal, se estrena aliándose con los musulmanes para disputar las conquistas del naciente reino de Portugal, cuando los lusos cristianos reconquistan parte de Extremadura, dejando claro que la tal reconquista no trataba de la fe cristiana, sino de la expansión de los reinos.
Con Fernando II se crea la Orden de Santiago, para proteger a los peregrinos y el Papa Alejandro III crea el Año Santo más conocido como Jubilar o Jubileo.
Peor suerte tuvo su hermano el rey Sancho III que murió al año de su reinado sucediéndole su hijo Alfonso VIII de Castilla, que recuperaría buena parte de las tierras arrebatadas por su tío y establecería una alianza con la monarquía inglesa al casarse con Leonor de Plantagenet, conocida como Leonor de Aquitania, hija de Enrique II de Inglaterra y hermana de Ricardo Corazón de León, otra leyenda literaria.
El Cid es uno de los mitos mejor usados por el nacionalcatolicismo y el fascismo español
Los “fieles vasallos” de las Ordenes militares de Calatrava y Santiago, exigen al rey territorios de realengo como pago a los servicios que prestan, como “buenos vasallos que sirven a su Señor”.
Con Alfonso VIII y la influencia de Leonor de Aquitania, se crea el Studium Generale (Universidad de Palencia), la primera Universidad de la península Ibérica, a la vez que se rodea de los más prestigiosos intelectuales cristianos de la época.
Convoca una alianza a la que se suman los reinos de Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón, para iniciar la reconquista y solicita (1211) al Papa Inocencio III una Cruzada a la que se unen las Ordenes Militares de Calatrava, El Temple, Santiago, Malta en compañía de cruzados occitanos y franceses.
Tras las batallas de las Navas Tolosa y Ubeda, los cristianos se expanden hasta el valle del Guadalquivir ampliando el reino de Castilla hasta La Mancha y parte de Andalucía.
Por aquel entonces ya se conocía el Cantar del Mío Cid, el héroe cristiano matamoros, fiel sirviente de su Señor el Rey ampliado por las creaciones literarias a las que sólo tenían acceso los nobles ilustrados, gracias a la Leyenda de Cardeña.
Así, el que fuera fiel servidor de los musulmanes de la Taifa de Saraqusta (Zaragoza) y posterior escudero de Alfonso VI, pasa de ser un vulgar mercenario a ser el invencible matamoros cristiano.
Claro que la reina Leonor de Aquitania, se había rodeado de una docena de trovadores, poetas e intelectuales de la época en su mayoría catalanes, por cierto, que contarían y cantarían las hazañas de los caballeros cristianos durante la reconquista cristiana de los territorios de dominio musulmán.
Gracias a ello, Alfonso VIII de Castilla, cuenta con numerosas referencias literarias, lo que le convierte en el rey más referenciado de su época y del naciente reino de Castilla.
Durante su reinado se escribieron y publicaron numerosas obras literarias, entre ellas una traducción del Corán al latín, El Libro de Aleixandre, Planeta… y como no, el Cantar del Mío Cid, que había muerto 100 años antes.
Pero lo del Mío Cid, nació en los conventos, más tarde, siglos más tarde, llegaría la imprenta y con ella Cervantes para caricaturizar a los Caballeros que luchaban contra los gigantes, esos que regalaban “ínsulas” a sus nobles escuderos como pago de sus servicios.
Cosas de la literatura y la historia… a veces no muy ilustradas.
@ordosgonzalo
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