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En zonas de violencia pandillera o en las céntricas calles de San Salvador, cuatro mujeres uniformadas de amarillo trabajan como voluntarias de Comandos de Salvamento, una arriesgada labor de auxilio en uno de los países sin guerra más violentos del mundo.
Ingrid Miranda, de 21 años, junto a Dalia Rosales (40), Claudia Paniagua (40) y Patricia López (37), asume un turno de 14 horas que inicia al anochecer y culmina la mañana del siguiente día.
Durante esas horas, acudirán a cualquier lugar donde una persona enferma o herida necesite ayuda.
"Ser comando es una gran dicha, es sentirse como un ángel para la gente. Les ayudamos a las personas sin esperar nada a cambio", declara a la AFP Miranda, quien hace tres años ingresó a la institución de socorro.
Todo empezó cuando decidió hacer unas horas de servicio social que le pedían en su colegio de secundaria y le gustó "la adrenalina".
"Nuestro gran premio es sólo saber que podemos salvar una vida" y además "demostramos a las demás personas y a los hombres que podemos desempeñar las labores que ellos también pueden hacer", sostiene.
Las cuatro socorristas son conocidas como "Ángeles guardianes" de los Comandos de Salvamento, una agrupación fundada en 1960 y que entre sus 3.000 voluntarios tiene a unas 200 mujeres.
Todos sus integrantes están capacitados en rescate vertical, rescate vehicular, socorrismo, rescate aéreo y guardavidas en el mar.
La más veterana del cuarteto es Dalia Rosales, quien acumula 11 años de servicio que inició en la ciudad de Apopa y la comunidad Popotlán, ambas ubicadas al norte de San Salvador, una zona de intensa violencia pandillera.
"Me sentí atraída al ver cuando sale la ambulancia con mujeres a atender una emergencia", explica a la AFP.
Por prestar su servicio en un país "tan violento", con frecuencia tiene que atender heridos de bala o con arma blanca, o lesionados en accidentes de tránsito.
- Noche tranquila -
En el puesto de la organización, tras una modesta cena, las mujeres se distribuyen en incómodas camas improvisadas para descansar hasta que haya una emergencia.
Pero la espera no fue muy larga: el teléfono se activó para solicitar los primeros auxilios para una persona lesionada.
A toda prisa, las cuatro mujeres subieron a la vieja ambulancia, que se lanzó por las solitarias calles hasta donde esperaba un joven lesionado de una pierna, quien fue trasladado a un hospital público de la populosa colonia Zacamil, en la periferia norte de San Salvador.
Las mujeres también atendieron esa noche a un hombre ebrio aquejado por un fuerte malestar en su estómago.
Para las socorristas fue una noche tranquila comparada con otras en la que pueden atender a dos o tres heridos de bala.
En 2016, en El Salvador se registraron 5.278 homicidios, un 20, 7% menos que en 2015. Pese a la reducción, el país tiene una tasa de 81, 2 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, muy superior al promedio mundial de 6, 7 por cada 100.000, establecido por la Organización Mundial de la Salud.