La sexta nos deleita como cada jueves por la noche con unos reportajes cuyo egocentrismo de sus protagonistas atraviesa bruscamente nuestras pantallas. Para empezar, a modo de aperitivo, empezamos viendo la ilusión con que los inquilinos muestran sus tesoros, sus rincones preferidos, sus adquisiciones de arte, sus muebles traídos de países en los que han estado, sus excentricidades...Y salta a la vista, el orgullo, el ego, la satisfacción de mostrarlo abiertamente como si se tratara de uno de los mejores tesoros. Y yo cada semana, que confieso mi pecado viendo ésto, me pregunto ¿pero desde cuándo se enseñan los tesoros? Es como cuando en el colegio estaba la típica niña que se acercaba a tí sin motivo y te decía: "anda, mira lo que tengo y tú no tienes". Y uno piensa: "y qué sabría ella lo que tengo yo".

¿Acaso vivimos en una sociedad en la que para dar cuenta de lo que tenemos, tenemos que anunciarlo y proclamarlo por todos los rincones?

La respuesta es un triste pero rotundo: SI

Pero señores, aquí no acaba todo, lo mejor estaba por llegar, el ansiado postre, el momento de ver a mis amigas las Mujeres Ricas. Ese momento en el que algunas de ellas están al borde del precipicio. A punto de celebrar la macro-fiesta de su 40 cumpleaños, fiesta que llevaba preparando desde que terminó el 39 cumpleaños...y la desesperación que le produjo verse con esos pelos y esa cara botulítica. ¡Qué momento! Solo de verlo me daban ganas de llorar y hacer algo por ella. Deberían haber incluido a pie de pantalla un teléfono de ayuda.

...y la desesperación que le produjo verse con esos pelos y esa cara botulítica..

Otras queridas amigas mías se pasaron todo el reportaje preocupadas por sus lindos gatitos, los cuáles contaban con casitas por todos los árboles e incluso autopistas con peaje, por eso de ir más seguros y con varios carriles para no tener accidentes. Y yo que pensaba que los gatitos tenían siete vidas...¿en qué estaría pensando?

Afortunadamente, lo más coherente de todo, fue la hija de una de ellas, que necesitaba un vestido para su graduación. ¡Por fin algo empezó a tener sentido! Y es que finalmente me quedé dormida.