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La España vendida (II)
"Ni el séquito de los príncipes guerreros ni el de los héroes revolucionarios se preocupan para nada de las condiciones de una economía normal. Unos y otros viven del botín, el robo, las confiscaciones, las contribuciones, o imponiendo el uso forzoso de medios de pago carentes de valor, procedimientos todos esencialmente idénticos". Max Weber. El Político y el Científico
Todos debemos y tenemos que estar sometidos al Parlamento: así acabé el anterior artículo, puesto que así debe de ser, o mejor, así debería de ser.
Pero, ¿qué pasa en España? ¿Es un parlamento representativo?, o ¿representa a los grandes partidos, los cuales están controlados por los plutócratas?
¿Podemos hacer un parlamento independiente y por encima de todos los poderes, legítimos, de la sociedad civil, y en concreto por encima del "Estado"?
La segunda gran causa de este "solar" ya vendido que es España está en esta dejación de sus funciones que ha sido y es el Parlamento; el cual, desde el inicio de la Restauración no ha sido más que un "órgano de representación de gobernados": como sabemos, el gran escándalo ha sido dar, "gratis et amore", a la gran banca el 20% de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo, a la cual le ha servido para pagar sus deudas con otros bancos extranjeros.
Ese dinero no lo volveremos a ver, pues ha salido del circuito productivo, con lo que ya no servirá para generar riqueza, sino para alimentar a los plutócratas, precisamente los plutócratas que controlan a los grandes partidos los cuales, a su vez, controlan el parlamento.
El problema, pues, no es sólo que por la vía del parlamento (como representación de gobernados) se nos quite el dinero, sino que está en cómo y en por qué elegimos a ese parlamento que nos ofende de esa manera.
En el artículo anterior hablé de la unión profunda entre poder político y las Cajas de Ahorro; pero ahora quiero hacer referencia al "rebajamiento" absoluto del Parlamento el cual ha hecho, también, dejación de sus funciones para ponerse al servicio de la plutocracia.
Parece ser que la gran banca ha "pedido" dinero a bancos extranjeros para financiar una política especulativa en España, la cual está unida a los grandes partidos políticos, y a su presunta corrupción. Al explotar dicha "burbuja" especulativa, los plutócratas correspondientes le han pedido al Parlamento que nuestro esfuerzo, el de todos, debe de ser para pagar dicha especulación.
El parlamento, gobernado por los dos grandes partidos, ha dicho que sí. Inmediatamente surge la pregunta de ¿a quién representa dicho parlamento?, pues está claro que se ha arrodillado ante un poder ajeno al mismo parlamento. No ha dado respuesta a los votantes, muchos de los cuales son pobres, sino que les ha pedido más sacrificios (¡"más aún"!), no para crear riqueza sino pagar la deuda de los especuladores.
El parlamento se ha convertido en órgano de expresión de los especuladores, ajeno a los intereses de los ciudadanos, si es que alguna vez tuvo interés en dichos ciudadanos.
A los parlamentarios, que están puestos ahí por los partidos y por seguir las directrices que se les marcan, no le cuesta nada el dinero que manejan con tanta superficialidad; el esfuerzo es ajeno a su quehacer; estamos manejados por "señoritos satisfechos" que no saben lo que es "levantarse" por las mañanas para ir a trabajar.
La ley, además, les permite jugar con un dinero que no es suyo ni ganado con el sudor de su frente: después de cada elección, de los presupuestos del Estado se les da dinero para que paguen sus caprichos, pues en capricho se ha convertido las elecciones: ellos ponen su cara bonita (a veces, ni eso), recogen unos votos, y se les da un dinero que no han sudado, ni trabajado, ni ganado.
En los presupuestos del Estado, manejan el dinero ajeno como si fuera un juego, pero un juego de niños, pues son como niños; muchos de ellos, han pasado por este país "sin mancharlo ni romperlo"; apenas saben nada de la "urdimbre trágica" en la que viven millones de sus compatriotas; ni son capaces de imaginar el pozo en que sumergen a muchos millones de personas sus decisiones ni sopesadas ni pensadas ni meditadas. Ellos juegan a un juego infantil, como lo que son: infantiles.
Para ellos, ni las leyes, ni el dinero representa nada más que unos dados o unos naipes porque no saben el valor de la representación: su modo de vivir es ese: jugar a un juego fatuo y huero. El parlamento es el lugar donde lucirse como si fuera un pase de modelos: no es el lugar sagrado de la representación popular, porque no saben lo que es sagrado ni lo que es representación.
Han dado el 20% de nuestro sudor y sacrificio porque ellos no han hecho un sacrificio nunca, y no saben lo que es eso: si sus jefes le hubieran pedido más, lo hubieran dado con tal de mantenerse en ese puesto en que el dinero es gratis y fácil; no saben de dónde ha salido ese dinero y, posiblemente, no sepan dónde va: tampoco les importa. Es dinero ajeno, es esfuerzo ajeno, es dolor ajeno.
En su vulgaridad, han trivializado al parlamento; porque su vulgaridad no les da para entender que el parlamento representa a todos los españoles, y que debería servir a los más débiles, pues las leyes son para traer más justicia: pero no saben lo que es la justicia, porque nunca han sabido lo que es la injusticia.
En su "eterna adolescencia", piensan que la injusticia es como cuando su padre (rico) se niega a dejarlos un fin de semana sin paga: no ven más que esa situación. El drama no existe para ellos. Y si no existe el drama, ¡cómo van a representar! La representación no es lucirse, sino llevar a un lugar visible lo que, en muchos casos, es invisible, pues el dolor es invisible, el sufrimiento es invisible, la angustia es invisible.
Se ha ninguneado al parlamento, nuestros representantes lo han convertido en un botín a repartir, y si no tienen nada que repartir, piden más impuestos para que su fiesta no se acabe: no son parlamentarios, son crápulas que después de una noche de borrachera van al parlamento como si fueran a un vomitorio: han convertido un lugar sagrado de representación del pueblo en un lupanar.
¿Quién nos representa a los españoles?; si vulgarizan nuestro dolor y nuestro esfuerzo, nuestro trabajo y nuestro sacrificio, ¿qué harán con nosotros?
Antonio Fidalgo
Secretario de Cultura del CDS