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La Junta de Andalucía emprende un nuevo proyecto para detectar niños superdotados en los primeros cursos de primaria y secundaria
No se lo niego, pueden directamente tacharme de parcial porque este tema me toca. Esta mañana, cuando escuchaba en la radio al Consejero de Educación de la Junta, Alvarez de la Chica, hablar sobre la necesidad imperiosa de detectar y ayudar a los niños con sobredotación, algo en su discurso me sonaba a golpe de efecto electoralista.
Hablaba Alvarez de la Chica de unos test que sacarían a luz a estos alumnos tan necesitados de ayuda y de unos programas que les motivarían, abriendo incluso las universidades en su horizonte. Hablaba el Consejero de unas necesidades de apoyo educativo esenciales para que su intelecto se desarrollase adecuadamente y entonces yo me preguntaba si sólo este colectivo necesita esta especial atención o si esto debería ser común para todos.
Entiendanme. No quisiera herir sensibilidades con mis palabras. Sé de sobra que hay un colectivo importante de alumnos superdotados en nuestros colegios que no han sido detectados e incluso aunque así fuese, no reciben hoy por hoy la atención necesaria para desarrollar sus capacidades pero día tras día, recibo emails en mi bandeja de correo de madres impotentes ante un sistema educativo que en demasiadas ocasiones aparca a los niños con dificultades en el aprendizaje sin diagnóstico específico en las aulas de apoyo y con el ropaje de adaptaciones curriculares significativas ( a veces con criterio dudoso) que determinan su futuro.
Escuchaba al Consejero y entendia que es más rentable asumir proyectos limitados, sobretodo si se les acompaña de un golpe de efecto, pues queramoslo o no la palabra sobredotación, tal vez nos acerca un poco más a esa Europa de la excelencia a la que últimamente parece que queremos dirigirnos.
Creo que no es tan importante que los niños accedan a la Universidad, como que la Universidad entre a saco en los colegios e institutos. Hace falta aire fresco en los centros educativos y que facultades como psicologia o pedagogia pongan en práctica esas tesis que plasman en publicaciones didácticas. Todos los niños necesitan ser apoyados, necesitan ser motivados y necesitan ser queridos porque todos tienen derecho a recordar la escuela como una etapa feliz en sus vidas donde sus dificultades fueron detectadas y solventadas y sus capacidades y valores fueron reconocidos.
Los que me preocupan, son aquellos niños que sobreviven en la última banca de la clase, esos de los que no se espera mucho
Hace unas semanas, acudí a la primera reunión de neuropsicologia andaluza cebreda en Sevilla y organizada por el Dr. Miguel Rufo. En este evento se trataron trastornos como la inteligencia límite, Asperger, Autismo, TDAH y Altas capacidades.
En la última mesa, la de Altas capacidades, pude oír a una orientadora de un instituto de la provincia de Sevilla contar con orgullo como en su centro se atiende a un grupo de niños superdotados. Estos niños tienen un desarrollo educativo muy parecido al que el Consejero pretende implantar en el resto de la Comunidad. Básicamente, los niños acceden a un programa de enriquecimiento curricular individual tutelado por un profesor del centro que ellos mismos eligen y a su vez, gozan de un programa común con el resto de los alumnos superdotados a nivel de centro que pretende motivarlos mediante estrategias novedosas entre las que destacaba la ultima actividad: visitar y conocer el Parlamento Europeo.
Hablaba la orientadora de la expectación, el nerviosismo y el orgullo por parte de los profesores previo a ser o no elegidos como tutores de (tal vez) un posible genio y entonces yo me preguntaba si sería igual o superior el orgullo que un docente pudiera sentir al ayudar a un niño con problemas de aprendizaje que tal vez nunca llegaría a ser brillante en nada pero que necesita que alguien detecte sus problemas y le ayude a liberarse de esa pesada carga que mantiene su autoestima bajo el suelo.
Realmente y a estas alturas, no me importa que me tachen de parcial pero ahora a mí los que me preocupan, son aquellos niños que sobreviven en la última banca de la clase, esos de los que no se espera mucho y que sin embargo están deseosos de que alguien se decida a apostar por ellos. Los niños, queramoslo o no son un fiel proyecto de nuestras expectativas. Si realmente piensan que nosotros los creemos capaces, ellos van a superar barreras, si sólo apostamos al caballo ganador, muchos quedarán en la cuneta.
Escribiendo estas lineas, escuchaba una canción del grupo "Maldita Nerea", y ahora he sabido que no hay mejor frase para acabar este artículo que: "Necesito verte aquí, tu mirada es importante, tu mirada me hace grande". Y todo, porque grandes nos hacemos cuando alguien apuesta por nosotros y nuestros hijos necesitan que sus profesores crean en ellos, se sientan orgullosos de ellos y les ayuden a crecer sea cual sea esa carga genética de la que habla el Consejero.
Los niños, queramoslo o no son un fiel proyecto de nuestras expectativas
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