¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Enrique Madrazo escriba una noticia?
El barco, aunque medio a flote, va cada vez más hundido. Y parece imprescindible seguir el ritmo y la ruta que nos marcan..
-Haga algo, capitán, el agua insiste en seguir subiendo.
-Déjelo, no se preocupe, todavía tenemos tiempo, qué hora es…
-Me da la impresión de que está amaneciendo, capitán. A mí me da que con tanta luz los pasajeros terminarán dándose cuenta de que nos hundimos.
-Pero ya hiciste lo que te ordené.
-Sí, capitán. Hemos arrojado por la borda todo el lastre que hemos podido.
-¿Has arrojado todo el cargamento que llevábamos?
-Ha sido lo primero, capitán. Hemos vaciado las bodegas.
-Bien, pues que se deshagan también de las bodegas. ¿Y qué hay de los víveres?
-Nos hemos quedado con los imprescindibles, capitán.
-No es suficiente, que arrojen por la borda la mitad.
-Sí, señor, ¿qué mitad prefiere?
-La de pronta caducidad, deshágase de esa.
-Toda es de pronta caducidad.
-Entonces olvídese, ponga fecha de ayer y arreglado.
-Y qué hacemos con los motores, capitán, protestan insistentemente. Dicen que no pueden sobrevivir en estas circunstancias, que sólo reciben aceite aguado.
-¿Pero ya se han tomado las medidas necesarias?
-Media de aceite con media de agua de mar, como ordenó.
-¿Y?
-Pues no parecen estar muy conformes. Se pasan el día protestando.
-No digas más. ¡Ya está!
-¿El qué?
-La solución, hombre, qué va a ser. Sólo hay que hacer un pequeño reajuste. Vamos a sustituir la mitad sobrante del aceite aguado. De esta manera, ponemos una mitad de agua donde antes había aceite, y el resultado es ni más ni menos que un aceite cien por cien ecológico…
-Pero, capitán, perdone que le interrumpa, pero seguramente van a notar el cambio. Es más, incluso la tripulación está…
-¿La tripulación? La mitad de ellos sobran. Que abandonen sus puestos.
-Pero es que ya no quedan botes salvavidas, señor.
-Entonces deles chalecos.
-No hay suficientes chalecos salvavidas.
-Pero, hombre, deles chalecos normales, que es que hay que estar en todo. Y luego ordéneles que salten por la borda.
-Pero, capitán, no será mejor soldar las grietas del casco. Mire que nos hundimos deprisa…
-Mira que eres desconfiado… Claro que las cosas están mal, pero hay que mantener la serenidad. Mírame, ¿no me ves a mí tranquilo? ¡Pues respira, hombre, que no se hunde el barco!
-Pero es que sí se hunde, mi capitán.
-Vamos a ver, si yo digo que no es que no. Tú, lo que sucede, es que ves, como todos, mucha agua. Y ahí es donde os entra el pánico. Yo, sin embargo, tan tranquilo. ¿Y por qué? Pues porqué sé que tengo la solución. ¿Quieres oírla?
-Sólo si consigo escucharla, capitán.
-Pues fíjate. Una solución bien sencilla: le sacamos provecho a la mitad de aceite que le quitamos a los motores, y cómo, pues sencillo, simplemente lo vamos a sustituir por el agua que ya tenemos. Sí, no me mires así: de una manera bien sencilla conseguimos quitarnos de golpe la mitad del agua que nos está hundiendo…
-Capitán, me parece a mí que…
-Sí, a mí también me parece. ¡Claro que sí!: a mí también me lo parece…