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Aunque a estas alturas de la película, es más que absurdo intentar demostrar la verdadera cara de los sindicatos, ya que la mayoría de los ciudadanos tienen claro este aspecto, no puedo reprimir las ganas de mostraros el glamur y la riqueza en la que se mueven los dirigentes sindicales, en concreto de la UGT.
Resulta que los pancarteros que callan frente a la incompetencia del gobierno, pero que aúnan esfuerzos para salir a la calle en contra de los empresarios, no reparan en gastos y en mal gusto a la hora de llenar sus barrigas agradecidas y cubiertas gracias al dinero público.
El último en destacar ha sido Patxi San Juan, secretario de Innovación e Industria de la Comisión Ejecutiva Confederal, máximo órgano de dirección del sindicato Unión General de Trabajadores (UGT); que fue pillado el jueves pasado cenando en el Bulli, restaurante de Ferrán Adrià, con un precio medio de 300 euros el cubierto, donde existe una lista de espera de más de 6 meses, lista que parece no afectar a estos sinvergüenzas, ya que existen multitud de sitios donde gastarse nuestro dinero a la espera.
Seguramente el progre de turno saldrá con aquello de que cada uno come donde quiere y se gasta lo que le viene en gana, pero eso se podría dirimir después de saber quien ha pagado la factura, UGT o Patxi San Juan.
Una vez aclarado ese aspecto, la critica aun seguiría activa, ya que de pagarla UGT seria una nueva muestra de cómo viven los sindicalistas a costa del contribuyente; pero de pagarla Patxi, sería una evidencia de cómo cambia la vida de uno al hacerse sindicalista; este pasó de convertirse en un parado mas fruto del cierre de Sanyo, a pegarse cenas cuyo precio iguala la a la mitad del salario mínimo interprofesional.
Les propongo un reto a todos aquellos que quieran aceptarlo, el mismo consistiría en situarse en la sede de UGT, sita en la Avenida de América de Madrid, sobre la 15:45 horas de cualquier día laborable; con ello conseguirán ver como regresan al "trabajo" después de las comilonas, los eficientes y comprometidos luchadores por los derechos de los trabajadores.
Finalmente solo quería añadir una cosa, aunque corra el riesgo de que nunca sea invitado por Ferrán Adrià a su restaurante tan selecto. Estos tiparracos además de ser unos sinvergüenzas, lo más destacable es lo horteras que pueden llegar a ser para intentar imitar a esa burguesía que tanto critican.
Ahora me marcho a comer una tortilla sin reconstruir, solo apta para amantes de la buena cocina, donde evidentemente no tienen cabida los gilipollas integrales.