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Trabajar en una pastelería no solo supone hacer pasteles, tartas y dulces; también implica dedicación y esfuerzo para crear arte. Es de ello de lo que hablamos aquí
La gente subestima las pastelerías industriales de Madrid. ¿Les suena extraño? Sí, soy consciente de que es una afirmación poco ortodoxa, pero es que a lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de constatar ese hecho; y lo he constatado porque, durante mucho tiempo, trabajé en una. Era pequeñita y no era tan famosa como cualquier supermercado de centro comercial; sin embargo, los dueños eran tan buenos reposteros y ponían tanto amor y tanta dedicación en sus creaciones que todavía creo que no solo eran las más deliciosas que he probado nunca, sino también las más artísticas. Porque cocinar es un arte, pero la repostería es la cumbre de ese arte; cualquiera que haya hecho pasteles o dulces alguna vez lo sabrá.
Y sin embargo, a la hora de comprar pasteles parece que son esas grandes industrias pasteleras de marca las que tienen éxito. Vivimos en una sociedad capitalista que es así, que, incluso sin pretenderlo, se deja seducir por la publicidad de las grandes corporaciones en materia de alimentación y desdeña a los pequeños empresarios; los cuales, sin duda alguna, hacen creaciones mucho más personales. Me da mucha rabia, por ejemplo, ver a tantísima gente a la cola de alguna de estas macroempresas para comprar los roscones de Reyes del cinco de enero; ¡y encima suelen ser de los sabores de toda la vida, sin variar en lo más mínimo! Y eso que existen fábricas de pasteles que se atreven a combinar esos dos sabores, los de nata y trufa, en un solo roscón riquísimo y encima económico.
En fin, no sé cómo lo verán ustedes, pero, por si acaso no están muy convencidos, me gustaría que entrasen en Productosluque.es, una excelente y resumida fuente de información sobre cómo es uno de estos pequeños y encantadores negocios pasteleros. A mí me gustaría acabar abriendo mi propio negocio y aprovechar así los años en los que aprendí a hacer dulces y pasteles y tartas. Quiero convertirme en una de esos modestos pasteleros que diseñan repostería por amor al arte y y que no piensan en hacerse multimillonarios.