Dejamos de ser una aldea para ser una ciudad, como dejamos de ser una sociedad callada para ser una sociedad ejercida en la opinión
Los hombres no se han reunido para vivir, sino para vivir bien.
Porque no se da en ellos el participar de la felicidad ni el elegir de su vida.
Ni tampoco se han reunido para formar una alianza bélica en vista a verse inmunes de toda injusticia.
La buena legislación piensa mucho sobre la virtud pero ya no es una institución capaz de hacer buenos y justos a los ciudadanos.
Pues es evidente que la ciudad no es una comunidad de lugar, la mutua injusticia y las posibilidades de los intercambios de los sistemas y estrategias gobernativas.
Cierto todas estas cosas se darían si existe la ciudad pero ya la ciudad no es una polis de pirámides en estratos de burguesía y esclavos, sino la comunidad de casas y de familias con el vivir bien y alcanzar una vida perfecta.
El fin de la ciudad es el orden y el orden es la comunidad de la familia y aldeas en una vida perfecta y suficiente, la vida feliz y buena.
Hay que afirmar que el fin de la comunidad política son las buenas acciones y la convivencia que contribuyen al derecho y ala libre participación e igualitaria en cualquier linaje, superando la riqueza, la inferioridad o regímenes sociales.
El mando supremo de la ciudad está en las masas de los ricos de los selectos corruptos, tiranos que los representan en las dificultades sin soluciones o de los que ofrecen la riqueza de sus gobiernos, pues injusto que los pobres por ser numerosos sigan siendo esclavos pero también es injusto y vergonzoso que por ser pobres quieran apoderarse de los demás que han construido como es injusto que nos arrebaten la virtud de luchar y de ser ricos.
La ciudad es la evidencia de las injusticias ante las minorías, destrucción, destrucción es la ciudad manifestado entre leyes y tiranía, disputas innecesarias entre la ciudad o la barbaridad de violencia contra su propia ciudad.
La política debe ejercer hombres selectos para gobernar y reducir los principales problemas que agobian y que inevitablemente se vive.
Así como los que sostienen cualquier cargo público deben ser solucionados y corregidos sus indebidas imprudencias porque estos son honores a nuestro juicio y deben ser dados al más dotado para que no se comentan injusticias
Las políticas entre los jóvenes no son la superioridad del poder, sino la inferioridad del hacer del poder la superioridad de la educación y el bienestar de la familia dentro del poder la política.
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