¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que 20minutos.es escriba una noticia?
El pasado 5 de diciembre, los hermanos Moñiz Alcaide, expertos en butrones y alunizajes, protagonizaron una fuga en la prisión madrileña de Valdemoro que superó con creces a la ficción
Tanto es así que, desde entonces, se desconoce el paradero de Jonathan Muñiz Alcaide, El Piojo, y su hermano Miguel Ángel. Ambos expertos en alunizajes en Madrid, a quienes ya en 2012 la Guardia Civil atribuyó más de 50 delitos de este tipo, ningún de ellos de sangre.
Una llave copiada, unos barrotes serrados en una ventana, una alarma que no sonó, una soga para descolgarse, un compinche que quedó atrás en la huida e, incluso, dos guardias civiles y un funcionario investigados fueron los principales elementos de su inesperada escapada. Todos estos elementos indican que la pareja tenía muy preparado su plan, por ello repasamos cada punto de esta escapada en busca de respuestas.
Los hermanos Moñiz, junto con un tercer interno que participó en la huida con ellos y que no consiguió completarla, fabricaron una llave del denominado cuarto de las maletas, aunque no se ha logrado determinar cómo lo hicieron. Esta estancia es una suerte de almacén donde se guardan pertenencias de los presos que no pueden tener en la celda.
La principal hipótesis es que alguno de ellos solicitó un día acceder a ese cuarto para recoger alguna prenda y aprovechó para hacerse con la forma de la llave, si bien todavía se ignora cómo pudo hacerlo.
Esa estancia permanece habitualmente cerrada y se abre en muy pocas ocasiones, por lo que, ya con la copia de la llave en su poder, los tres pesos tuvieron oportunidad de entrar en el cuarto en distintas ocasiones e ir serrando poco a poco los barrotes de la ventana del almacén.
Llegada la fecha señalada para la huida, el 5 de diciembre, los tres reclusos entraron en el cuarto y, seguramente tras cerrar con llave, retiraron los barrotes que habían cortado. A continuación, saltaron (tal vez con una soga) a un tejadillo que da a una zona de celdas de aislamiento, donde no había ningún preso, una información que probablemente también conocían.
Desde ahí, traspasaron la valla perimetral que circunda la prisión, anterior al muro que da a la calle, sin que nadie percibiese su presencia. Si bien este ancho pasillo está controlado por la Guardia Civil, los presos lograron con mucha pericia -y probablemente al desplazarse a rastras- que la alarma tampoco los detectase y no sonase. Se trata de una señal acústica que, además, puede escucharse desde los monitores de vigilancia.
Una vez superada la valla perimetral, los internos debieron saltar el muro de siete metros de alto que da a la calle y que está coronado por una concertina. El alambre no estaba roto, por lo que los huidos tuvieron que emplear previsiblemente algún tipo de amortiguación para salir ilesos.
Aunque los hermanos Moñiz lograron con éxito su objetivo de huir, el tercer preso no tuvo tanta suerte. Su silueta fue avistada en el perímetro por el funcionario de prisiones que se hallaba en la torre y avisó a la Guardia Civil, que consiguió interceptarlo.
Dos guardias civiles y un funcionario de prisiones están siendo investigados por dicha fuga, después de que informes elaborados por la Guardia Civil e Instituciones Penitenciarias señalen a estas personas por haber actuado de forma negligente o haber facilitado la huida.
Así, desde el pasado sábado a los guardias civiles se les ha abierto un expediente disciplinario para ver si hubo negligencia en su actuación y, en función del resultado, se hará una propuesta de sanción.