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"No puede perdurar la República donde no se de castigo a los malos ni honra a los buenos" Autistenes
Por: Dr Frank Espino
Esta hermosa media isla es visitada frecuentemente por turistas de mucha naciones, mismos que vienen a disfrutar de su clima, sus paisajes, en los que se incluyen playas, ríos, montañas, nuestra costumbre y el calor humano del dominicano.
Sin embargo, en otro lado están aquellos que no solo vienen a disfrutar, sino que hacen suyo nuestro territorio ya sea por que en su respectivos países presentan problemas ideológicos, raciales, económicos o en otro orden por asuntos judiciales pendientes.
El dominicano con ese complejo de Guacanagarix a todo el le escucha un acento raro lo cree merecedor de confianza y hasta le abre las puertas de su casa.
La experiencia ha demostrado que no todos se comportan adecuadamente cuando en calidad de extranjeros se les da albergue.
En un artículo escrito en esta misma columna 17 de abril del 2002 con el título "El Dominicano no es tan malo" expresamos lo siguiente: cito- "En crímenes de connotación nacional e internacional el cerebro de algunos extranjeros que viven o han vivido en nuestro país va delante. Es más; la mayoría de las veces son los que propician la maldad, crímenes, robos, incentivan la prostitución, drogadicción, violaciones de menores, trata de blancas con la excusa de buscar empleos en otros mares a nuestras mujeres.
Algunos producen consumismo sin aportes, que es lo peor.- Continúa la cita- "Los grandes proxenetas se han determinado según investigaciones y publicaciones en la prensa son de orígenes italianos, españoles alemanes, por citar algunos. Los organizadores de viajes ilegales, en su mayoría extranjeros, ya sean éstos hacia Puerto Rico. Contrabando de chinos, paquistaníes, cubanos, etc.
¿Quienes son los qué mas traen drogas en sus estómagos, los dominicanos o los extranjeros? Si sumamos los solicitados en extradición son de diferentes países, sobre todo de Europa y Estados Unidos" termina la cita. Ahora se le suma también algunos habitantes en países de Sur América.
Lo extraño de todo esto es, que no vemos un control adecuado de aquellos extranjeros mecedores que habiten junto a nosotros en paz, armonía y entre los cánones de la legalidad.
Las autoridades deben tener los mecanismos de supervisión necesaria para evitar que nos sigan utilizando a nuestro territorio de excusas para cometer tantas fechorías se les ocurra a malandrines que revestido de un color diferente, un acento diferente sigan haciendo y deshaciendo de la República Dominicana, un hogar donde se acoge a extranjeros indeseables y que dañan nuestra imagen, pervierten nuestra juventud y desacreditan al dominicano. Por eso nos preguntamos: ¿Quién controla nuestros visitantes?
El autor es médico, escritor y profesor universitario