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No hace mucho, el tianguis portentoso de revistas que se publicaba en el país era tan grande que existía un encuentro de revistas literarias, no solo de las llamadas “independientes” sino también las patrocinadas por algunas Instituciones
No sabemos bien a bien cuál será el futuro de las revistas impresas. No hace mucho, el tianguis portentoso de revistas que se publicaba en el país era tan grande que existía un encuentro de revistas literarias, no solo de las llamadas “independientes” sino también las patrocinadas por algunas Instituciones.
Era muy difícil que lector pudiera tener conciencia del contenido de cada una de ellas. Gabriel Zaid, menciona, que en los momentos en que preparaba su Asamblea… existían aproximadamente 1213 revistas que publicaban poemas. Esto confirmaba el entusiasmo de los animadores de la cultura, aunque, naturalmente, no garantizaba qué estás revista fueran leídas por todos, ni siquiera en una cuarta parte. El número de publicaciones, incluso, aumentó considerablemente, lo que hizo que fuera un mayor número de revistas las que dejaran de ser leídas. Por todo este tiroteo –sucede como con los libros: Borges ya no leía más que a los clásicos, por ejemplo- muchos preferían continuar leyendo aquellas revistas en donde, sabían, encontrarían ese mensaje qué mes con mes había sido preparado justo para ellos. Para ganar estos lectores, los coordinadores de las revistas debían salvar un sinnúmero de obstáculo, desde conseguir patrocinador, textos de buena “factura”, la distribución, amén de los problemas técnicos.
Pero ahí estaba el encanto: las reuniones para discutir el tema, la recopilación de material, la selección, la edición del mismo, normalmente de forma rudimentaria, representaban noches de desvelo, tazas de cafés, botellas de ron de la peor marca, amoríos, el oler de cerca, en lo cortito, de los escritores, editores, diseñadores…
Con la llegada del Internet la ruta ha sido distinta. ¿Qué pasará con las revistas literarias, los suplementos culturales? La historia de la literatura en México no se entendería sin ellos
Publicar no era sencillo, era un privilegio que tu nombre antecediera a un poema, un cuento, un artículo… las revistas impresas son, han sido, una reunión de voces distintas que pretendían buscar en la diferencia, incluso en la contradicción, una unidad.
Leerte, saborear el color de la tipografía, el dibujo que acompañaba a tu texto, saber que, en cierto modo, pertenecías a un grupo, asumir que el sentido de pertenencia también era un destino, no una ruta efímera, fugaz, intrascendente, era parte de la configuración de tu biografía personal y de tu carácter como parte de un grupo.
Con la llegada del Internet la ruta ha sido distinta. ¿Qué pasará con las revistas literarias, los suplementos culturales? La historia de la literatura en México no se entendería sin ellos
Publicar no era sencillo, era un privilegio que tu nombre antecediera a un poema, un cuento, un artículo…