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Franco no ordenó ser enterrado en el Valle de los Caídos, porque sabía que no lo podía pedir, porque no había caido luchando en la guerra. Fueron el rey don Juan Carlos y el presidente del Gobierno, Arias Navarro, los que decidieron por el Valle de los Caidos
De acuerdo con el rey Juan Carlos, el Consejo de Ministros presidido por Arias Navarro decidió la forma en que se debía llevar a cabo el sepelio del general Franco, El ahora Rey emérito fue, quien ordenó por escrito al abad del Valle de los Caídos, Luis María de Lojendio, que se diese sepultura en la basílica a “Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los ejércitos de España”.
La realidad es que el mausoleo que eligió el rey genera aún hoy la discordia entre los españoles y se improvisó en apenas tres días
La orden, escrita en el Palacio de la Zarzuela, está firmada como “Yo, el rey”, a las 16:00 del 22 de noviembre de 1975.El rey Juan Carlos remitió el 22 de noviembre una carta al Abad del Valle con las indicaciones de la inhumación del dictador
La realidad es que el mausoleo se improvisó en apenas tres días. Con su rúbrica, el rey Juan Carlos de Borbón adivinaba lo que suponía que el propio Franco habría pedido antes de morir pero no lo había dicho expresamente porque en el mismo testamento dirigido a los españoles, sólo decía: “Por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz, y que rodeéis y trateis a don Juan Carlos de Borbón del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado, siguiendole en todo”.
El rey don Juan Carlos adivinó en esas las palabras, quizas un último deseo de que él eligiera por Franco su íltima morada. Según su familia manifestó hace un tiempo, el general no dejó en su testamento ninguna indicación, ni deseo sobre dónde quería que descansaran sus restos. La lógica, si acaso, era el panteón familiar en el cementerio de Mingorrubio en El Pardo, que es lo que expresó claramente su viuda, doña Carmen Polo, que sería enterrada allí 13 años después. Pero Franco, que estaba junto a ella en sus últimos momentos, no hizo el menor signo de querer ser enterrado junto o en lugar proximo a su mujer.Lo cual, según sus íntimos es que deseaba ser enterrado en otro lugar.
El Valle de los Caídos, el monumento más controvertido de la historia reciente de España, al al convertirse así por orden del rey don Juan Carlos de Borbón en la última morada de los restos del dictador, en la misma basílica, lo que para las autoridades civiles y militares de entonces por manifestación incluso escrita, parecía incuestionable fueron un deseo y orden que han resultado ser cruciales ahora para detractores y defensores de su sepulcro. En realidad el monumento a los caidos y según muchas manifestaciones del propio caudillo es sólo para los que cayeron en la guerra civil, primero exclusivamente para los héroes inmolados en la Cruzada de liberación aunque luego convino hacer sitio para los otros, cuando se habló de reconciliación. Pero siempre solo para los caidos. Pero en ningún caso ni en ningún momento, para quienes, fueran ministros, funcionarios, políticoso militares que colaboraron con él en el Alzamiento o después Cruzada de liberación, fue lugar destinado a sepultura que albergara a fallecidos de muerte natural por ilustres que fueran. Casi todos están tambien en Mingorrubio.
Franco no ordenó ser enterrado en el Valle de los Caídos, porque sabía que no lo podía pedir. Su último escrito político lo redactó el 18 de octubre de 1975, un mes antes de morir. Era breve, su testamento público, apenas corregido en la agonía y entregado al presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, el día 2 de noviembre, quien lo guardó y custodió hasta la hora oportuna e indicada. El 20 de noviembre, pasadas las cinco de la mañana, Francisco Franco falleció. Arias Navarro lo leyó por televisión inmediata y textualmente después sin añadir ni comentar nada.-
Su póstumo testimonio tal como fue leído en televisión y radio: “En el nombre de Cristo, yo Francisco Franco, me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir”. En lo que seguía inmediatamente después, las exequias, pueden, seguir las últimas voluntades del difunto, o lo que era más habitual, quelo que dijeran sus familiares, la cosa es que no había nada escrito o dicho por él..No se decía nada de una última morada y por supuesto, ni se mencionaba el Valle de los Caidos.
Lojendio era un erudito y había desempeñado la dirección de la Oficina de Prensa Diplomática y diversos cargos en exteriores. Se había ordenado sacerdote a edad inusual. Era una vocación tardía. Según relataron sus familiares a El Confidencial, tenía cercanía y confianza con Franco y a diferencia de Méndez o el propio Carrero, habían bromeado con él alguna vez sobre quién enterraría a quién.Lojendio sería precisamente el destinatario de la orden escrita del Rey del 22 de noviembre comunicándole la decisión de dar sepultura al Jefe del Estado en el valle de los Caidos y Lojendio era el Abad. Sus dudas indicaban que la sepultura para Franco no se había previsto nunca y menos en su última enfermedad y tampoco cuando llegaron los momentos en que comenzó la agonía del Caudillo. Lojendio erudito y político un religioso poco común que ingresó como monje con 58 años y ostentaba el más alto cargo en la Orden de los Benedictinos que regían la Abadía del Valle de los Caidos. Era el Superior.
Al recibir la orden escrita del rey don Juan Carlos, quedó sorprendido e impresionado de algo tan insólito como enterrar a Franco en el Valle de los Caidos, sorprendido por la insistencia además tras la intervención del propio rey, la de Arias Navarro y Ramón Andrada, hizo en cuanto pudo su trabajo de documentos sin más incidentes y se encontró con que el supuesto hueco que se había preparado durante su construcción no estaba en condiciones. Es más, pasaban líneas de alta tensión y conducciones de aire por lo que tuvieron que acometer a toda prisa el desvío de todos los conductos y hormigonar el espacio para que pudiera acoger una sepultura.
Franco en su enfermedad, y su familia nunca, confirman que Franco jamás manifestó su voluntad de ser enterrdo en ningún sitio. Todos apostaban poer Mingoerrubio en El Pardo.
En cambio, en su biografía sobre Franco, el escritor Paul Preston-no siempre confiable- anotó que el 1 de abril de 1959, durante la inauguración oficial del Valle de los Caídos, coincidiendo con los 20 años de la victoria en la Guerra Civil, el generalísimo, recorriendo la basílica con el arquitecto Diego Méndez y señalando precisamente el lugar escogido por este, le dijo “Bueno, Méndez, y en su día, yo aquí, ¿eh?”.
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EL Congreso propone que el Ejecutivo aplique ahora un informe de expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos que el gabinete de Rodríguez Zapatero se guardó en el cajón en 2011
Pero el entierro del dfictadfoer no fue un asunto privado desde el mismo momento en el que expiró, y con él su régimen, aunque este tuviera un epílogo en el que las Cortes franquistas se autoinmolaron, y la gente se vio ante algo nuevo, el camino a la democracia del 78
Nadie podía reparar ese 20 de noviembre de 1975 en el efecto de las decisiones que se tomaron en los días siguientes, pero su eco sigue resonando ahora, diferente, después de que el Congreso votara sobre la exhumacion del cuerpo de Franco.
La izquierda y C's instan a Rajoy a remover los cadáveres de Franco y Primo de Rivera. El Congreso de los Diputados ha instado al Gobierno a sacar los restos del Dictador del Valle de los Caidos
En cualquier caso, se trata de una proposición no de ley, por lo que el Gobierno no está obligado legalmente a cumplirla, aunque el propio Pedro Sánchez ha prometido sacar a Franco del Valle de los Caidos, en cuanto pueda.
Carmen Polo quería El Pardo como tumba paera su marido
Sin embargo, el Valle de los Caídos, la gran obra monumental de la dictadura, se erigió según el Gobierno de Carlos Arias Navarro como el idóneo lugar para dar sepultura al general que había gobernado el país tras ganar la Guerra Civil en 1939. Se construyó en el valle de Cuelgamuros, según un decreto del 1 de abril de 1940, aniversario de la victoria del bando nacional: “Un lugar retirado donde se levante el templo grandioso de nuestros muertos en que por los siglos se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria. Lugar perenne de peregrinación en que lo grandioso de la naturaleza ponga un digno marco al campo en que reposen los héroes y mártires de la Cruzada”, tal y como redactó el propio Franco
No se terminaría hasta 1958. “Casi 20 años para excavar la basílica de 259 metros de longitud, construir el monasterio, esculpido en la ladera del valle de Cuelgamuros, y erigir una la colosal cruz que se elevaba a 152 metros de altura”, tal como lo describe Paul Preston en su libro ‘Franco’ (Debate, 2015
Lo que nadie duda es que Franco desentona en un Valle trabajosamente construido para los caidos de la estéril cruzada
La versión del arquitecto Diego Méndez
Según esta versión, el arquitecto habría sido el único testigo de la supuesta voluntad de Franco pero no su familia, ya que su hija, Carmen Franco, siempre manifestó que no tuvo nunca ninguna constancia de que su padre quisiera convertir la basílica en su mausoleo.
La conversación la recoge Daniel Sueiro en 'La verdadera historia del Valle de los Caídos’.Intervienen en la conversación Diego Méndez, arquitecto del Valle de los caídos y su amigo íntimo el Almrante Carrero Blanco..”Oye, Luis-comenta Méndez- tenemos que preguntarle un día al Generalísimo a ver qué idea tiene él, a ver si quiere que le preparemos algún lugar para descansar en el Valle". "Pues habla tú con él, háblale tú; un día que vaya Franco por allí, por las obras, se lo preguntas". "¿Pero cómo voy a preguntarle yo eso...? Es muy difícil, para mí es muy violento". "Claro, tienes razón, pero para mí peor todavía, anque tenga que venir por aquí.. no creas..." En fin, así se quedó la cosa. Pero Méndez le dijo a Carrero: "Mira, yo de todas formas voy a prepararle allí la sepultura; igual que hemos hecho la de José Antonio, en la parte de atrás, allí voy a prepararle la sepultura para él. ¿Qué te parece?" "A mí me parece muy bien. Sí, prepárasela, porque yo tengo la seguridad de que Franco querrá ir al monumento. Házsela, y ya tendremos ocasión de preguntárselo".
No debieron hacerle la pregunta porque cuando la salud de Franco empeoró ostensiblemente el 28 de octubre 1975, el presidente Arias Navarro ordenó al entonces arquitecto encargado del monumento, Ramón Andrada que fuera a revisar en qué situación estaba la cosa. Se presentaron al día siguiente y ante su sorpresa el abad del Valle, Luis María de Lojendio, se negó a dejarles entrar. Según cuenta el propio Daniel Sueiro, Andrada se quedó estupefacto y fue a la Zarzuela a avisar a Arias Navarro quien le ordenó que volviera acompañado, si era preciso, por una compañía de la Guardia Civil. Arias Navarro en vez d volver acompañdo de un tricornio aceleró las obras y reformas del cementerio de Migorrubio, que tambien era el elegido de doña Carmen Polo de Franco. Y a Lojendio, ni Andrada ni Arias Navarro volveron a molestarle porque ya había tumba para Franco y su esposa en El Pardo. Por eso el Abad se vio sorprendido cuando el rey le dio la rden escrita de preparar la Tumba de Franco.
Y llegó la Memoria Histórica
Jaime Alonso García, abogado y vicepresidente de la Fundación Francisco Franco, quien avala la versión del entierro designado por el Consejo de Ministros y el rey Juan Carlos, considera que ya fue un disparate jurídico la petición ante los tribunales de exhumar los restos, una cuestión que no contempla el derecho. Según Alonso, el recurso contencioso-administrativo de los abogados Manuel Ollé Sesé y Eduardo Ranz Alonso, y de Baltasar Garzón, expulsado de la carrera judicial por prevaricación en la instrucción del caso Gürtel, fue contraria a la ley y al concordato con la Santa Sede.
La espita que abrió la revisión actual sobre los símbolos y el legado histórico del franquismo se remonta a una década, cuando se aprobó la Ley de Memoria Histórica, en la que, según su artículo 16, el Valle de los Caídos “se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos”.
Tras el velatorio público en el Palacio de Oriente, tal y como organizó el Gobierno dos días después de su muerte, el cortejo fúnebre llegó a la una de la tarde del 23 de noviembre a la basílica del Valle de los Caídos, donde fue enterrado, según las órdenes del Rey.
La voluntad de la familia, ahora, es la de que permanezca donde está, y la autoridad sobre la basílica es eclesiástica, sin la que no es posible remover sepulturas, tal y como explicaba la propia comisión de expertos para el futuro del Valle de los Caídos en 2011: “La inviolabilidad de la basílica por parte de la autoridad estatal a efectos de realizar modificaciones en la misma o remover las sepulturas en ella existentes, sin previo consentimiento de la autoridad eclesiástica”.
Los tribunales desestimaron recientemente la petición de traslado y exhumación pero la actividad parlamentaria para revisar el alcance de la Ley de Memoria Histórica se ha reforzado: el PSOE y ERC presentaron varias propuestas no de ley para revaluar el monumento y su significado. Los grupos parlamentarios pidieron una acción del Gobierno para interpretar el espíritu de la ley y dar cabida, entre otras cosas, a la demanda de exhumación y traslado del dictador. Hoy esa demanda se ha formalizado en el Congreso.
Entre las cinco de la mañana del 20 de noviembre de 1975 y el 6 de diciembre de 1978, se produjeron los acontecimientos clave que determinaron definitivamente la historia del pasado de la Guerra Civil y el régimen franquista. Los representantes elegidos democráticamente en 1977 por primera vez desde 1936 decidieron pasar página. Franco ya había muerto. No tuvo voz en su propio entierro, como nadie la tiene. Y el Valle de los Caídos, más de 50 años después de haberse erigido, divide a los españolesa los que por cierto nunca se les ha consultado nada.
El Tribunal Supremo desestimó la demanda de Baltasar Garzón, Manuel Ollé y Eduardo Ranz sobre el Valle de los Caídos, en la que pedían la exhumación de los cuerpos de Franco y Primo de Rivera, por considerar que su petición ya fue contestada en pasado 16 de septiembre 2015 en el Consejo de Ministros. Además, fuentes del tribunal aseguraron a El Independiente que su función era ceñirse a la forma y nunca al fondo. “El Supremo en ningún caso, ni en este recurso ni en ningún otro, podría entrar a valorar o pronunciarse sobre el contenido de lo que pide Garzón. Si se hubiera estimado el recurso lo que supondría en la práctica es que el Supremo le reconocería el derecho a una respuesta por parte del Gobierno”, aseguran.
“La Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo desestimó el recurso contencioso-administrativo interpuesto por Baltasar Garzón Real, Manuel Ollé Sesé y Eduardo Ranz Alonso en relación con la solicitud que habían presentado ante el Consejo de Ministros el 19 de noviembre de 2015 en ejercicio del derecho de petición, regulado en el artículo 29.1 de la Constitución española y en la Ley Orgánica 4/2001 de 12 de noviembre, y que fue contestada por acuerdo del Consejo de Ministros el 16 de septiembre de 2016”, asegura el Supremo en un comunicado.
España no puede seguir ignorando a las más de 114.000 víctimas del franquismo”
“Muchos no comparten la decisión del Tribunal Supremo. La Sala se alinea, una vez más, en contra de las víctimas y de su derecho a la verdad, la justicia y la reparación en favor de los perpetradores”, aseguraeron el jurista y los abogados en una nota de prensa. Además de añadir que esperaran a los argumentos. “Pero adelantamos que habrá recurso de amparo y en su caso demanda ante el TEDH. España no puede seguir ignorando a las más de 114.000 víctimas del franquismo y seguir financiando un monumento que ejemplifica la revictimizacion constante de aquéllas”
“La reunión es sólo para saber si el Gobierno contestó en plazo al recurso, no sobre el cuerpo de Franco”, aseguraban. Por otro lado, el abogado Ranz respondía diciendo que era una estratagema. “Están utilizando ese discurso para poder desestimarlo pero lo que les pedíamos era otra cosa. Si nos lo deniegan -como acaba de ocurrir- seguiremos adelante”.
Le reunion del Supremo para decidir si la última demanda de Garzón dfue desestimada.A una petición del Congreso por el Partido Socialista, sde le contesdtó y que se iba a necesitar el consentimiento adicional de la Iglesia católica.
No existe mayor manifestación de exaltación de la Guerra Civil y la Dictadura”
El texto reclamaba la constitución de una dotación económica suficiente, a cargo del Estado, para la exhumación e identificación de los restos de las víctimas inhumadas en el lugar, previa solicitud al efecto. Incluso planteaba la convocatoria de un acto público en sede parlamentaria, “para que la autoridad competente del Estado pida perdón a las víctimas del franquismo y a sus familiares como manifestación del pleno reconocimiento y reparación moral”, tal y como indicaba la demanda.
En la misma, tanto el jurista como los abogados alegaban que “no existe mayor manifestación de exaltación de la Guerra Civil y la Dictadura, ni mayor acto de naturaleza política exaltador que el hecho de reposar los restos de las víctimas (más de 33.000), en la mayor fosa de España, alrededor de la sepultura del dictador, y la del fundador de la Falange, todas ellas sin identificar, ni honrar su memoria”.
No sería malo que fuera el rey emerito quien diera su opinión al respercto al no estar ni Arias Nacvarro ni el Abad..