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La brutal embestida que está sufriendo Rusia desde todas las esquinas no tiene precedentes en la historia reciente de la humanidad y va a traer consecuencias imprevisibles para aquellos que la están embistiendo y para el resto del planeta
No lo verán mis septuagenarios ojos, pero lo verá la humanidad a lo largo de este siglo que va a cambiar la historia para siempre.
No estamos ante la puesta en escena de una invasión como la de Irak o las constantes hostilidades y ocupaciones a que nos tiene acostumbrados Israel en territorios palestinos.
Desde la caída del Imperio romano no hemos conocido un intento tan desesperado por borrar del mapa a una nación y esa nación no es precisamente Ucrania cuna del pueblo ruso desde sus orígenes coma la Rus de Kiev allá por el año 882, sino La mismísima Rusia.
Y este intento de borrar del mapa a Rusia viene desde la caída misma del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y la llegada al poder de Boris Yelstin.
En medio queda la ingenua actitud de Mijaíl Gorbachov y su escasa visión de las futuras consecuencias que entrañaba la disolución de bloque soviético sin la disolución de la OTAN y el odio enconado que almacenaban las potencias occidentales contra una Rusia que las había humillado con su entrada triunfal en Berlín el 12 de Enero de 1945.
Atrás quedaban para la historia la supremacía en la carrera por la conquista del espacio, con el Sputnik, las hazañas de Yuri Gagarin, Valentina Tereshkova y la carrera nuclear, que convertiría a Rusia en la primera potencia atómica del planeta. Y esto no se lo perdonan los herederos del Imperio Romano.
La fusión de vikingos y cosacos nunca fue bien vista por la Europa occidental del sur, que siempre ha visto en Rusia al oso peligroso que se alimentaba en solitario sin tener que recurrir a sus vecinos.
Es temprano para ver las consecuencias de este conflicto histórico y doméstico que enfrenta a parte de Ucrania con Rusia, y fíjese que digo a parte de Ucrania, porque media Ucrania es profundamente rusa y la otra parte es la consecuencia de las sucesivas invasiones extranjeras en las tierras de la Rus de Kiev a la orilla occidental del río Dniéper en la que ha florecido el nacionalismo radical de corte claramente nazi.
Pero vayamos a la economía que es la que determina a final de cuentas la historia y veamos cómo se engañan a sí mismos los aliados de la OTAN.
Algunos ingenuos o mal intencionados analistas, han llegado a decir estos días que Ucrania fue desposeída en su día de SU armamento nuclear con la disolución de la Unión soviética.
Los intentos por acorralar a Rusia viene de lejos
Mire usted, el armamento y toda la tecnología que existe y existió en Ucrania es y era de origen y propiedad de Rusia, incluidas obviamente las armas nucleares estratégicas.
Ucrania siempre ha sido el principal corredor por el que han discurrido la mayor parte de las materias primas de origen ruso para abastecer a los países que conformaban la Unión Soviética desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el país en que se asentaban –por razones geográficas- buena parte de la industria armamentística rusa y buena prueba de ello fue la construcción de la mayor central nuclear del mundo, tristemente célebre y llamada Chernobil.
Luego Ucrania, es un invento ruso en el que ha invertido durante los últimos 80 años gran parte de sus logros económicos y de su tecnología y eso es precisamente lo que quieren comprar a precio de saldo los aliados de la OTAN, sobra decir que si Rusia realizó tamañas inversiones en suelo Ucraniano era por su situación estratégica y geopolítica, un caramelo apetecible para la OTAN.
Las medidas que están tomando los aliados de la OTAN, censurando, bloqueando, sancionando y sojuzgando a Rusia, van a tener consecuencias en su propia economía.
El descarado envío de armas de última generación al ejército y las milicias nazis de Ucrania es una intervención camuflada de consecuencias imprevisibles para los aliados.
El fomento de la rusofóbia ya está teniendo consecuencias entre los rusos de todo el planeta y va a traer también consecuencias económicas en el medio y el largo plazo para los aliados.
Una nación que desde 1917 ha crecido y se ha desarrollado a pesar del odio anticomunista y de la Guerra Fría, una nación que ha sobrevivido dos Guerras Mundiales y ha salido adelante, no es una nación fácil de amedrentar y menos de dominar.
Los aliados de la OTAN, están cometiendo un grave error que van a pagar con un alto costo en el medio y el largo plazo.
El fin de la era del imperialismo norteamericano y sus aliados ha tocado fondo y una nueva era ha dado comienzo, el que quiera entender que entienda y el que no será barrido por la historia.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro