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Retomamos nuestra ruta en Budapest, la ciudad en la que zanjamos la primera parte de nuestro viaje por Europa, un lugar donde el pasado confluye con el futuro y donde creímos conveniente hacer un parón más largo de lo habitual, disfrutando de sus balnearios y parajes naturales únicos
Volvemos ahora a Budapest y te invitamos a recoger tu mochila y empezar la segunda parte de este proyecto de ruta por las ciudades europeas más emblemáticas. Pon rumbo al sur. Toma la dirección hacia esa parte del camino más cálida y mediterránea: Atenas, Milán, París, Barcelona, Madrid, Sevilla y Santa Cruz de Tenerife.
Dejando atrás Budapest y esos magníficos paseos junto al Danubio, con toda la pena del corazón, toca seguir con la ruta para poder completarla en tiempo y forma, si dejarte nada y sin prisas. La meta siguientenos espera en Atenas, cuna olímpica y madre de la filosofía, el arte y la política, un lugar para disfrutar de la historia y donde dar rienda suelta a la curiosidad. Además de visitar los monumentos de la Grecia clásica, es imprescindible perderse por la Atenas más moderna, descubrir el pensamiento nuevo de sus gentes, ver la ciudad en su estado natural, más allá del mausoleo de los tiempos pasados. Sumergido en esa nueva Atenas podrás conocer gente siempre amable y cercana, sitios sorprendentes que parecen sacados de otro universo, modernidad en estado puro. Asimismo, bares y restaurantes combinan esos dos polos, el de la gastronomía griega ancestral, la de toda la vida, y la oferta culinaria más innovadora y original. No puedes irte de Atenas sin acercarte a la Acrópolis y ver el Partenón; sin comerte una buena ensalada de queso feta y un rico paté de olivas, ni sin recorrer las zonas de Monstiraki y Plaka, o -por supuesto- sin hacerte una foto en la plaza Sintagma. La Biblioteca de Adriano, el Ágora y el Teatro Dionisos son también puntos de interés imprescindibles.De Atenas, una opción interesante para aprovechar bien el viaje es, en lugar de volar directamente hasta Milán o Roma, buscar una conexión en tren o en coche hasta la península de Istria, en Croacia.
Nuestra recomendación es que pases allí una noche (el alquiler de un apartamento o una habitación de hotel en Croacia es realmente económico) y aproveches dos días enteros para recorrer los diferentes pueblos, bañarte en sus preciosas calas de rocas y aguas turquesa, para que converses con sus parroquianos -que son de lo más acogedor y hospitalario-, para que pruebes el pescado a la brasa o la ensalada de pulpo (que está para chuparse los dedos) y descanses antes de comenzar la ruta por Italia, deVenecia a Milán, Florencia y Roma. La conexión con Venecia desde Istria la puedes hacer directamente vía ferry. Es un viaje agradable y corto que te dejará directamente en la ciudad de los canales. Desde allí, donde es mejor que no pases más de un día y optes por dormir bien en las afueras o bien ya rumbo a Milán (los hoteles son de calidad media baja en general y carísimos).Milán es el objetivo y en esta ciudad (que muchos consideran la menos bonita de Italia), lo mejor es pasar al menos una noche y un día, aunque da para mucho más. Si dispones de poco tiempo, dedica el día para ir de compras por el llamado Cuadrilátero de la Moda, visitar los edificios y monumentos más emblemáticos -el Duomo, la Basílica de San Ambrogio, las vistas desde la Torre Blanca, el Pirellone…- y la noche para vivirla gran fiesta de Milán.
Desde Milán, la ruta la puedes continuar bajando hacia Roma pero sin olvidarte de pasar por Florencia. La ciudad de la Galería Uffizi es parada obligada para cualquier apasionado del arte. Además, Florencia es música, aromas a pasta fresca y albahaca, callejuelas de aires mediterráneos y vida en las plazas. Un lugar para pasar un día perfecto y continuar trayecto hasta la capital del Imperio… A Roma -si es tu primera vez- conviene reservarle al menos 3 días. Solo con todos los monumentos y edificios, plazas, barrios y palacios tienes las horas ocupadas. Y no debes dejar de disfrutar de su mercado del Campo de I Fiori -donde podrás comprar deliciosas especias con las que aderezar tus platos de pasta cuando vuelvas a casa-, visitar el Vaticano y pasear por las orillas del Tíber.
De Roma a París
Como si de un título de clásico del cine se tratase, tras patear Roma debidamente toca recoger bártulos, poner rumbo a Fuimicino, subirse a un avión y aterrizar con todas las ganas del mundo de comerse París, macaron a macaron. La ciudad del amor, las cigüeñas y la Torre Eiffel esconde muchísimo más de lo que siempre te han contado y es, de hecho, uno de nuestros lugares favoritos para ir de escapada siempre que se pueda. Sus grandes avenidas -que le permiten lucir orgullosa el nombre de ciudad de la luz- te llevarán de un rincón a otro, siempre entretenido, siempre con planes para hacer aquí y allá. Sus deliciosas cafeterías con terracitas en las que sentarse a pasar la tarde (ojo, el café vale en París lo que en España una copa de la mejor ginebra…), su pequeños restaurantes que parecen camuflados en las estrechas calles del antiguo barrio judío Le Marais (ahora uno de los puntos de encuentro más de moda de la capital) o del barrio Latino, de ambiente ya más universitario y juvenil, las altas casas que parecen palacios por dentro, La Sorbona y toda su sabiduría, Notre Dame, las calles cercanas al Hotel de Ville, repletas de boutiques, los libros usados a orillas del Sena, Montparnasse… Es imposible dedicar solo 2 días a París si es tu primera visita. Y, de museos ya huelga hablar, porque desde el Louvre al Pompidou necesitarás al menos 2 tardes. El alojamiento, en este sentido, es como lo de la bebida en París: caro, carísimo. Buscar un apartamento puede ser una buena idea pero lo cierto es que cuando no se reserva por una cifra mínima de noches, ni es tan barato y, en algunos casos, ni te dan la posibilidad. Los hoteles es mejor no cogerlos en el centro. De todos modos, moverse por París es bastante sencillo y no excesivamente caro. La ciudad, salvo algunos barrios de extrarradio es segura. Lo que no debes perderte es, además de lo ya comentado, el Museo d’ Orsay, ya que solo el edificio en sí mismo es una auténtica obra de arte. Las galerías privadas así como las tiendas de antigüedades que hay en los alrededores, en las calles perpendiculares al Sena, también merecen ser incluidas en alguna de las rutas. Además, por estas mismas callejuelas hay bares y cafeterías llenas de encanto, de las de toda la vida, menos glamurosas que las que se encuentran en las avenidas principales y en los barrios de moda.
Nuestra recomendación es que, además de ver los sitios típicos y visitar un tablao, te plantees Sevilla como tu parte del viaje más gastronómica:
De París a Barcelona
Es hora de regresar al Mediterráneo y de hacerlo por todo lo alto: directo a Barcelona. La ciudad condal es uno de los destinos más deseados y visitados del mundo. Siempre hay turistas, sea la época del año que sea, y los planes culturales están garantizados, no solo en centros e instituciones sino en la propia calle. Desde actuaciones en directo a grandes festivales como el Primavera Sound, que estrena la temporada de eventos del verano barcelonés y mueve a más de 200.000 personas en tan solo 3 días. Barcelona es un lugar atractivo porque ahí podrás disfrutar de las mejores muestras de arte modernista del mundo. Cuna profesional que llevó al estrellato a Antoni Gaudí, esconde joyas como la Sagrada Familia (obra todavía sin terminar), el Parc Güell, la casa Batllò… El arte contemporáneo ha tomado forma desde que se abrió el MACBA, en cuya plaza se puede descubrir una Barcelona muy joven, llena de estilos diferentes. Cerca, el Raval, con sus terrazas eclécticas, el Gótico lleno de historia, tiendas de moda y artistas callejeros. La zona de la Barceloneta y el puerto será donde encuentres algunos buenos restaurantes para cenar y luego quedarte a tomar algo tranquilo. Y, si quieres prolongar la noche, la mítica Sala Apolo o la Razzmatazz. Para alojarte en la ciudad, lo mejor es que te decantes un hotel en el centro de Barcelona, un hostal o un apartamento ya que tendrás todo a mano. Aunque el metro, los buses y el tram funcionan muy bien, el tema taxis por la noche tiene cierta complicación: no siempre paran a según qué horas. Y la tarifa no es precisamente barata. Barcelona la puedes ver -si estás siempre en el centro- en un par de días o mejor en tres, pero si quieres hacer además Montjuïc y las zonas de playas, estará bien que reserves algún día más y que alquiles tu propio coche para poder moverte con cierta libertad. Los hoteles en la costa de Barcelona no suelen ser caros y puedes aprovechar y quedarte un par de días por ahí a disfrutar del Mediterráneo.
Madrid, Madrid
La capital de España es la parada perfecta para reconectar con la vida más urbanita, salir por la noche y ver arte. Además de su famoso triángulo formado por el Thyssen, el Museo del Prado y el Reina Sofía, tienes galerías privadas, centros culturales variados como la Casa Encendida o El Matadero donde puedes encontrar desde conciertos a exposiciones de artistas contemporáneos de todos los estilos. El tapeo es otra de las experiencias imprescindibles que has de disfrutar en Madrid. La Latina y sus cavas o el Mercado de San Miguel son citas ineludibles a la hora del vermú, donde se congregan cientos y cientos de personas cada fin de semana. La ópera, el teatro y los musicales son otros de sus atractivos: la agenda es una de las más completas y variadas que puedas ver en España y siempre hay alguna obra nueva. Los precios no son excesivamente caros si se tiene en cuenta que son, en muchos casos, funciones exclusivas. Por otro lado, en el plano más musical y nocturno, los bares y pubs de Malasaña marcan el ritmo, aunque también se programan grandes conciertos y festivales en verano. El Retiro es el lugar en el que ir a relajarse y pensar con un buen libro en las manos. Y las nuevas rutas de azoteas son una parada obligada si quieres ver el skyline de la capital desde un lugar tranquilo, cómodo y con un café o cóctel para acompañar el momento. Como lugares del centro de Madrid que has de visitar sí o sí, además de los museos, están las terracitas de la Plaza de Santa Ana, las tabernas del barrio de Las Letras, la mítica Puerta del Sol, la multitudinaria calle Preciados, Callao, la Gran Vía, los Jardines de Sabatini junto al Palacio Real… Puedes usar para desplazarte de un lado a otro el metro, que funciona realmente bien, pero si prefieres ver la ciudad mientras te mueves, ahora tienes la posibilidad de circular más seguro en bicicleta: la capital ha dado grandes pasos en este sentido. Por ejemplo, una ruta ideal es la del parque que va por la ribera del río y llega hasta la Casa de Campo. Saliendo desde Plaza de España estarás perfectamente conectado.
Pero aunque tengas tentaciones, nada de quedarse en Madrid: seguimos ruta y toca que agarres mochila y bajes hasta Sevilla. El barrio de Triana, el de las Cruces, La Maestranza, sus bares de tapas, la Giralda, el camino a lo largo del río, visitar la isla de La Cartuja… Sevilla tiene un color especial y su gente es absolutamente maravillosa. En verano no es precisamente un destino ideal, así que, si puedes, pospón todo lo posible para que esta llegada a Sevilla te coincida más en septiembre que en pleno agosto. Nuestra recomendación es que, además de ver los sitios típicos y visitar un tablao, te plantees Sevilla como tu parte del viaje más gastronómica: la ciudad es un resumen de toda la gastronomía andaluza, un lugar donde comer desde el clásico pescaíto frito a delicioso jamón de Huelva, pasando por los calamares, los carabineros, el gazpacho y el salmorejo. La Manzanilla no puede faltar tampoco y no podrás renunciar a disfrutar de sus noches de arte, salero y flamenco. Las actividades en la ciudad al aire libre se prolongan todo el año gracias a su excelente clima, así que consulta agenda y apúntate a sus eventos porque hay de todo y para todos los gustos casi cada día. Para alojamiento, contempla la posibilidad de un hotel en el centro de Sevilla o bien un hostal, los hay de alta calidad y a buen precio con servicios muy interesantes.
Punto y final en Santa Cruz
Se acerca el fin de esta ruta de ciudades europeas y qué mejor ciudad para poner el broche de oro que Santa Cruz de Tenerife. Volar a Canarias ahora está más asequible que nunca y los hoteles en el centro de Santa Cruz, incluso los de mayor lujo, están a precios realmente económicos. La capital de Tenerife es un remolino de civilizaciones, estilos, influencias y colores. Cerca del mar, con playas excelentes como la de Las Teresitas, es una ciudad que mira al Atlántico, en la que perderse paseando y de la que enamorarse a primera vista. Llena de historias, tradiciones populares y un ambiente muy acogedor, en Santa Cruz siempre habrá un buen plan para que lo disfrutes a tu aire. Pasear por sus plazas, visitar el llamado Castillo Negro, el Auditorio de Tenerife, el Parque Marítimo de César Manrique, la Torre de San Andrés, la Catedral de Santa Cruz… Y mil y un monumentos, edificios y propuestas más que siempre quedan solapadas por la magia de las playas y el sol que brilla en lo alto, verano e invierno. Nuestra recomendación es que, si bien escapar a hacer un ratito de playa siempre es una gran opción, dediques tu tiempo en la ciudad a disfrutarla. Consulta la agenda, vete al teatro, sal por la noche, programa una ruta de compras de artesanía y, por supuesto, despide tus vacaciones con un buen banquete. En el Aula de Cocina del Mencey -dependiente de uno de los hoteles más emblemáticos de Tenerife- no solo realizan cursos de cocina para visitantes sino que también se puede disfrutar de una cena perfecta con los mejores sabores de Canarias en su restaurante Los Menceyes. Tienen su carta online, para que puedas ir abriendo boca ;)