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"La devaluación, además, dio por tierra con el dogma sostenido hasta el hartazgo por ejércitos de militantes: que la revaluación de la moneda provocada por la diferencia de velocidad entre la inflación y la cotización del dólar era buena para los trabajadores. El dogma era esencialmente correcto: un dólar relativamente sobrevaluado aumenta el ingreso de los trabajadores en dólares y, con ello, impulsa la demanda agregada. Como se sabe, para la economía heterodoxa no hay nada mejor que una demanda sostenida, que siempre representa un impulso para todas las variables del desarrollo. Precisamente, la conciencia y práctica de que el crecimiento es conducido por la demanda fue la clave central del "modelo económico" kirchnerista; el único factor unificador a lo largo de más de diez años de gestión. Así, hubo tipo de cambio alto y tipo de cambio más bajo, súper-superávits gemelos y también cuasi déficit, pero siempre, hasta ahora y con alguna excepción momentánea en 2012, la centralidad del modelo fue el impulso de la demanda con un aditamento de grado, el sesgo en favor del consumo. " La primera conclusión, entonces, es que si se quiere influir en los ciclos económicos a partir de largos procesos de crecimiento, se vuelve necesaria una delicada administración de la restricción externa. Ello puede hacerse con medidas de largo y de corto plazo. En el largo plazo, ya no disponible para la actual administración, el camino lógico es la sustitución de importaciones. Aquí el kirchnerismo acumula algunos déficits. El más importante, a pesar de la tardía recuperación de YPF, fue la demora en resolver el problema energético. Le siguen la falta de integración de piezas locales en el sector automotor y la indiscriminada importación de electrónicos vía las ensambladoras fueguinas. En el corto plazo, en tanto, las opciones son más variadas e involucran al resto de los componentes del balance de pagos. Incluyen todo lo imaginable para desincentivar la salida de capitales e incentivar su ingreso: desde promover la demanda de pesos y la entrada de dólares vía tasas de interés, el endeudamiento externo, el refinanciamiento de vencimientos de deuda o la promoción de la inversión extranjera." Asumida la devaluación, sus consecuencias son inexorables. El primer paso es la caída del ingreso real en dólares, en particular entre los asalariados. La baja del ingreso supone una caída de la demanda interna, lo que frena el crecimiento de la economía y, con ello, la evolución del empleo. Al mismo tiempo, algunos precios se ajustan al nuevo valor de la divisa, lo que refuerza las presiones inflacionarias y reduce aun más el ingreso disponible. Luego, debe tenerse en cuenta que la demanda externa es exógena, no tiene nada que ver con los acontecimientos locales. El cambio de los costos de producción internos no significa aumento de las exportaciones. No existe información estadística que verifique esta relación normalmente argumentada por los exportadores, a quienes la devaluación beneficia con un gratuito efecto riqueza. En términos del balance externo sí puede producirse una caída de las importaciones, tanto por encarecimiento como por la menor actividad. El resultado predecible de estos movimientos es el aumento de la conflictividad social, un dato que será una constante en 2014.
La nota completa de Claudio Scaletta aquí
"Su vez destacó la intención de todos los gobiernos progresistas de mantener la obra del Comandante Chávez en la región: "Mientras existan el capitalismo y el imperialismo existirá la lucha. Presidentes como Hugo Chávez nos ganamos al pueblo luchando contra el imperio. Lo mejor que nos dejó es no tener miedo a las potencias".