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Aunque no existe una fórmula mágica aplicable a todas las contiendas políticas, sí que podemos trazar una serie de cualidades y aptitudes válidas para la construcción simbólica de un partido fuerte
Podemos tiene que afrontar ya, con urgencia, la idea de ser un partido fuerte y unido y afrontar esta situación como los ciudadanos merecemos, con valentía y sin titubeos y el Congreso tiene que ser su herramienta de peso para que se pueda oír en él la voz de aquellos que queremos que la política sea un instrumento de representación real y no un trámite laboral de unos políticos abúlicos e indiferentes a la verdad.
Ahora tiene una oportunidad única, las próximas semanas, y con la vista puesta en el aumento alarmante de la derecha más radical, debe y tiene que demostrar que es un partido involucrado con el interés general de una población muy castigada que perdida no encuentra ese equipo de políticos convincentes y comprometidos más allá de las falsas promesas de carácter electoral.
Se trata de recuperar el espíritu del 15M y recordar que éste es el partido en el que un ciudadano progresista, independientemente de su actividad o pasividad social quiere estar, un partido que cree en las personas, pero de verdad, empoderándolas no para vivir haciendo denuncias o manifestándose a cada ocasión irreflexivamente, sino para hacerse cargo de su actividad y fuerza con ese material que le de verdadera libertad y auténtica conciencia de sus actos, la razón, para que cada persona se convierta en un agente de cambio positivo que construya una España más justa, tolerante y moderna.
Podemos tiene que ser ese partido que convoque a todos aquellos que desean desarrollar una vida con sentido, buscando el crecimiento individual y social.
Podemos se debe a personas que entienden que el sistema, la economía y por ende el mercado deben ser la suma de las acciones de todos los ciudadanos y no de unas pocas élites infladas. Si no partimos de la premisa de cambiar nosotros como personas, las cosas no van a cambiar. Y para ello necesitamos un partido de izquierda de verdad y ese, a todas luces, debe ser Podemos.
No puede ser que siempre los favores y el provecho de las políticas públicas recaigan sobre los que más tienen o sobre los que menos escrúpulos manejan.
Por otro lado el partido en el que Podemos tiene que convertirse, ha de manifestar un fuerte compromiso con la educación y el desarrollo de los más pequeños, para que tengan acceso a una educación que forme ciudadanos futuros conscientes, instruidos y emancipados.
No puede ser que siempre los favores y el provecho de las políticas públicas recaigan sobre los que más tienen
En ese sentido, Podemos debe fomentar al máximo la participación democrática, para que sea a través de ella y no a través de mecanismos ilegítimos de presión, que se tomen las decisiones en el país.
Pero para que esto sea así, es muy importante volver a recalcar que el cambio debe alcanzar los valores olvidados de aquel espíritu de cooperación, ya que si continuamos despotricando contra esa derecha taimada, nunca vamos a avanzar, en este sentido, hagámonos eco de las palabras de Enrique Mujica cuando dijo que “si no empezamos a avalar a quienes deciden entrar en política para llevar nuestra voz a la Cámara, van a terminar quedando los peores. Que es lo que realmente está sucediendo en todo el mundo."
Si queremos de verdad que aquellos políticos que valen la pena lleguen al gobierno, tenemos que empezar a tratarlos mejor, a confiar en ellos, a valorar su esfuerzo. No se trata de creerles a pies juntillas, evidentemente, pero sí de darles esa oportunidad que otros ya han tenido y no han sabido aprovechar. Mejor eso que hacer genuflexiones a unos cualquiera pistolados y malintencionados. Tenemos que empezar a informarnos mejor, alejándonos de los prejuicios de otros más interesados en despistarnos, a mirar desde todas las fuentes.
Tenemos que distanciarnos de esa desconfianza patológica de los intolerantes, ese chauvinismo atávico que sentimos hacia los contrarios y empezar a actuar un poco más racionalmente, más respetuosamente, más comprensivamente, más sociablemente, pues a fin de cuentas, si queremos tener a los mejores, hemos que empezar por ser mejores nosotros.