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Según Verónica Rodriguez Orellana, directora y terapeuta de Coaching Club, "El problema aflora y se manifiesta cuando nuestra conducta empieza a modificarse, dando paso a la obsesión o cuando surgen complicaciones en el ámbito familiar o laboral si, por ejemplo, se comparte una nube en el trabajo o un ordenador en el hogar".
Si el amontonamiento compulsivo de fotos, vídeos o chats alcanza también al teléfono móvil, pueden darse situaciones embarazosas, como que un hijo pueda acceder al mismo y contemple imágenes inapropiadas para su edad.
Mas, a pesar de estos riesgos evidentes, el acumulador obsesivo siente un pánico cerval ante la simple idea de borrar cosas, vaciar la papelera y ponerle orden a su teléfono.
La nube y la obsesión de guardar
El mercado, al ofrecer tanta y tan económica variedad de mecanismos de almacenamiento (discos duros, memorias usb, nubes) colabora en cierta medida en la estrategia del Diógenes digital: amontonar todo y de todo porque en el futuro puede ser de utilidad.
La sustancial diferencia entre el Diógenes tradicional y el digital radica en la ventaja indiscutible que supone para este último el no tener que ocupar la casa entera con el material recopilado.
En contraposición al tradicional, que solía ser una persona de provecta edad, el Diógenes digital puede afectar a personas de cualquier edad, cualquiera de los dos sexos y pertenecer a todo tipo de clase socioeconómica. Esta acumulación ingente de datos produce en muchas ocasiones un deterioro significativo en la capacidad de las personas para concentrarse, descansar y relajarse.
Síntomas típicos del Diógenes Digital
Algunos consejos prácticos