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Mi análisis personal, sobre porque fui Chavista, Socialista e Izquierdista durante mi más temprana juventud, pero luego de madurar, indagar y descubrir la realidad de tales ideologías, me liberé de sus doctrinas fracasadas y hoy soy una persona que confía firmemente en los ideales del liberalismo
Al militar y político británico Sir Winston Curchill, se le atribuye (quizás sin precisión) un pensamiento que expresa lo siguiente “Si a los 20 años no eres de izquierda no tienes corazón, si a los 40 años no eres de derecha no tienes cerebro”, creo que en mi caso así fue y seguramente lo será en la mayoría de casos, por supuesto que en términos generales existirán matices y excepciones, ya que no es correcto generalizar al abordar las conductas y pensamientos del ser humano. Pero, puedo decir, por mi experiencia personal, que durante mi etapa de adolescente y mi más temprana juventud, forme parte de las masas que en Venezuela apoyaron a la llamada Revolución Bolivariana de Hugo Chávez, creí firmemente en su propuesta, aunque inicialmente, durante su candidatura presidencial, mi apoyo y simpatía estaban con Irene Sáez, la ex-reina de belleza que fue alcaldesa del municipio Chacao y que lidero por algún tiempo las encuestas para las elecciones de 1998, las que ganaría contundentemente el comandante de la boina roja, y que iniciarían la triste etapa que vivimos hoy en día los venezolanos, pero la candidatura de esta hermosa rubia se desinflo y termino en tercer lugar detrás de Chávez y de Henrique Salas Römer, quien fue gobernador de Carabobo.
Debo alegar en mi defensa, que para ese momento yo ni siquiera tenía edad suficiente para ejercer el voto, era un adolescente que deseaba el bienestar para la sociedad de mi país y me interesaba por la política, un poco más que mis contemporáneos.Creí en Irene Sáez, por la labor que había hecho en Chacao, la cual se exhibía en los medios de comunicación como un ejemplo de orden y disciplina, inculcado en los ciudadanos por parte de esa autoridad local. Los policías de la alcaldía, vestían uniformes semejantes al de un excursionista safari, se decía que las personas al ingresar al municipio cambiaban su comportamiento por uno más cívico y respetuoso de la ley, las calles y lugares públicos se mantenían limpios… todo eso me gustaba y lo quería para todo el país, luego como creo que nos ocurrió a muchos, comencé a pensar que se trataba de un municipio de clase alta, en el que no era tan difícil lograr esas cosas, pero que llevar ese modelo al país entero, requeriría de un carácter y una convicción mucho mayor, que la poseída por aquella joven mujer.
Por su parte, Hugo Chávez era un militar que se había revelado contra los políticos corruptos, quienes desde muchos años atrás venían deteriorando la moral nacional, teníamos un país lleno de pobreza, niños de la calle, huelgas a diario por parte de los productores agrícolas, los empleados públicos, los pensionados... Los puestos de trabajo en PDVSA se vendían, recuerdo un vecino que le entrego su carro (automóvil) a un sindicalista a cambio de unos meses de contrato. En el liceo en que yo estudiaba habían profesores que no trabajaban durante meses, dejándonos sin recibir clases de la materia que impartían, lo hacían ya que tenían una “palanca” en el ministerio que los apañaba, en los hospitales acostaban a dos mujeres embarazadas en una misma camilla por falta de recursos (yo no vi esto, pero lo escuche bastante de personas a las que les creo), en años previos se destituyo del cargo al presidente Carlos Andrés Pérez por corrupción, al mismo que Chávez había intentado derrocar en el año 1992, la inflación y la delincuencia eran un problema constante, entre otras cosas que marchaban muy mal en el país.
Con todo ese escenario, tanto yo como la mayor parte del pueblo venezolano, creímos que ese nuevo presidente, que venía de ser militar, que tenía un discurso basado en el ideal bolivariano, que estaba a favor de los desposeídos y marginados de siempre, sería el que podría acabar con el dominio ejercido por las cúpulas corruptas de los partidos políticos tradicionales y crear un país que marchara por la senda del progreso y el desarrollo. Mientras los políticos en televisión hablaban del peligro del comunismo, nosotros no teníamos ni idea de lo que eso significaba, creíamos que eran solo intrigas de los políticos para manchar la imagen de un líder, al que no podían derrotar mediante un debate limpio, en el que se analizara la obra realizada por estos mismos políticos y los actos de rebeldía de quien veíamos como un salvador del pueblo.
En parte creo que realmente fue así, es decir que los miembros y representantes de los partidos políticos tradicionales estaban tan desprestigiados, que eran incapaces de hacer frente a un nuevo actor político, cuyo único pasado publico era una acción militar, que aunque ilegal, era vista por el pueblo como necesaria y realizada en beneficio de la patria, la cual estaba siendo maltratada precisamente por esos partidos. De modo que cualquier grado de razón, que tuvieran quieres atacaban a Chávez, se desvanecía en la suciedad que acompañaba a la gestión de los gobiernos ejercidos durante los 40 años previos de democracia.
Seguramente para la mayor parte de los inmigrantes españoles, portugueses e italianos, que para aquel entonces se encontraban muy cómodos en Venezuela, luego de haber salido de Europa escapando de las guerras y de los efectos directos o indirectos de regímenes totalitarios como los de Franco, Mussolini, Hitler y Stalin, era mucho más fácil detectar el peligro que acarreaba colocar en el poder a alguien como Hugo Chávez, pero para el grueso de la población venezolana, quienes desconocíamos casi totalmente lo ocurrido en aquellas latitudes, que no sabíamos realmente lo que significa el socialismo, ni lo que es el liberalismo, resultaba más sencillo creer lo que nos decía este personaje carismático, astuto y elocuente que era Chávez.
Recuerdo que yo mismo defendía la tesis del mesianismo y el centralismo, creía que era necesario un líder único con autoridad plena, que condujera al país fuera del oyó en el que estaba sumergido, de hecho, una idea se hizo popular y aceptada por el pueblo, desde la propia campaña electoral del 98, era que Chávez implantaría una dictadura al ganar las elecciones y encarcelaría a todos los corruptos. La mayoría de la población estaba dispuesta a aceptar una dictadura a cambio del saneamiento de los males que aquejaban a la nación, sobre todo la corrupción y la criminalidad, muchos recordaban, o habían oído hablar, sobre lo rígido que fue el gobierno de Marcos Pérez Jiménez en cuanto al cumplimiento de la ley, por lo que no les disgustaba demasiado que esos tiempos regresaran, aun cuando conocían las violaciones a los derechos humanos que se cometían en aquel periodo.
Sin embargo, el discurso de Chávez en un comienzo era aparentemente no tan radical, ni estaba orientado a la extrema izquierda, como se fue tornando con su desenvolvimiento en el poder, de hecho llego a afirmar que no era socialista, que Cuba era una dictadura, que Venezuela no copiaría el modelo cubano, que no realizaría expropiaciones, que no cerraría, ni atacaría a los medios de comunicación, que no nacionalizaría empresas privadas, que no expandiera la burocracia, entre otras cosas que posteriormente incumpliría. Por supuesto, él sabía que la opinión pública no digeriría la doctrina socialista tan rápidamente, por lo que se propuso ir insertándola en la sociedad gradualmente, conforme se fuese polarizando a la colectividad y construyendo dos grupos antagónicos en pugna, por un lado los buenos, los oprimidos, los pobres, los humildes, los desvalidos, los honestos, los patriotas, los chavistas, los socialistas… y por el otro los malos, los opresores, los ricos, los opulentos, los privilegiados, los corruptos, los apátridas, los escuálidos, los capitalistas… para cada día acrecentar su estatus de salvador y mesías irreemplazable, al menos así es como lo percibo actualmente.
En aquel momento, yo pensaba que lo que Chávez hacia cuando llamaba Escuálidos, Pitiyanquis o Arrastrados a sus opositores o cuando decía frases como “huele a azufre” o “Gringos de Mierda”, entre muchas otras, tenía motivos para ello y aunque me parecía exagerado para un presidente, imaginaba que ese era su temperamento y dado que lo hacía como respuesta a ofensas muy graves y a ataques contra el país, entonces no estaba tan mal que lo hiciera, pues realmente los ataques que se daban desde la TV, la radio, la prensa y los gobiernos de Estados Unidos y Europa, parecían injustificados, por lo que eso reforzaba la creencia en las tesis expuestas por el gobierno, que si las constantes conspiraciones, intentos de magnicidio, los saboteos de toda índole al desarrollo y la estabilidad nacional… de los cuales quizá muchos serian ciertos, otros probablemente serian solo estrategias comunicacionales.
Se nos inculcaban ideas socialistas permanentemente, mediante las cadenas de radio y televisión, los largos discursos presidenciales, medios de comunicación del estado y numerosos otros instrumentos de ideologización, como libros de distribución gratuita, cursos en instituciones educativas estatales, conversatorios... de modo que aun cuando se nos adoctrinaba en base a ideas fracasadas históricamente, nosotros imaginábamos que estábamos adquiriendo una elevada cultura política, pensábamos que el pueblo venezolano chavista, estaba alcanzando una madures política que superaba a la de otros países, incluso a los europeos, esto debido a que programas como La Hojilla, que transmite el canal estatal de televisión VTV, mostraba por ejemplo encuestas en las calles de esos países, en las que se preguntaba a los encuestados, el nombre de los presidentes de otros países y los ciudadanos no conocían sus nombres o cosas por el estilo.
El número de estudiantes en los distintos niveles de la educación se multiplico, permitiendo que numerosos jóvenes, a los que se les dificultaba ingresar a las instituciones educativas por sus bajos recursos económicos, pudieran estudiar, entre ellos yo mismo, que aunque nunca había abandonado mis estudios, si se me estaba haciendo difícil continuar, pero luego con el gobierno de Chávez, se me hizo mucho más fácil terminar el liceo y posteriormente conseguir cupo y terminar la universidad. El problema que el pueblo no captaba o se hacia el loco, era que la calidad de la educación estaba en franco deterioro, lo cual fue el primer elemento que me comenzó a distanciar a mí personalmente de las ideas del chavismo, pues una de las medidas más defendidas por el “Gobierno Bolivariano”, fue eliminar la competencia entre los estudiantes, por lo que desaparecieron los cuadros de honor, se pasó a calificar el rendimiento no en base a una escala numérica del 0 al 20 como se hacía antes, sino mediante frases como “Consolidado” o “En proceso”.
Siempre me pareció que esa era una idea errónea, pero no comprendía su real motivación, ahora entiendo que esa es una medida fundamental en la estrategia para crear una sociedad comunista, pues lo que se persigue es que los individuos estén dispuestos a trabajar en lo que el gobierno les indique y no posean aspiraciones personales de superación económica, que sobrepasen lo que el estado establece que debe poseer un ciudadano. Otra política de estado que jamás comprendí mientras fui Chavista, fue esa promoción del trueque como algo positivo y que ayudaría a generar prosperidad económica. ¿Como era posible que una persona tan inteligente como siempre me pareció que era Chávez, pudiera inculcarle al pueblo, que volviera al intercambio de productos, sin utilizar dinero de por medio? Además, ¿cómo podía ser capaz de incentivar la creación por parte de las comunas, de nuevas monedas comunales paralelas al Bolívar? eso para mí no tenía sentido alguno.
En mi caso particular, siempre fui un chavista crítico con las políticas del gobierno, pues me parecía que no se hacía todo lo que era necesario en cuanto a combatir la corrupción, atacar la criminalidad, mejorar el nivel educativo y en lugar de crear parches en el sistema de salud, realmente mejorarlo en su conjunto, pero creía que eran problemas coyunturales y circunstanciales, que se irían corrigiendo con el tiempo, pues por ejemplo luchar contra el gremio médico en pleno de forma inmediata, sería muy difícil por lo que la estrategia del estado, creía yo, era la de crear un sistema de salud paralelo que finalmente arroparía a los hospitales y corregiría todo el sistema en su totalidad.
Así mismo creí que otras cosas que no avanzaban en su corrección, como a mí me gustaría, se debía a que los ataques de la contrarrevolución, habían impedido su mejoramiento y solución, por ejemplo siempre pensé que los problemas de burocracia y corrupción en las instituciones públicas, era un problema tan grande, que sería necesario retirar a numerosos empleados públicos, pertenecientes muchos de ellos a los partidos tradicionales que componen la oposición, lo que traería un conflicto enorme con los sindicatos y la opinión publica tanto nacional como internacional, los cuales atacarían duramente al gobierno, por lo tanto el presidente estaría intentando conseguir el momento adecuado para hacer los cambios necesarios, pero con tanta conflictividad y batallas electorales, no habría encontrado ese momento. En cambio, problemas como el deterioro de la calidad en la educación, siempre fueron para mi algo inaceptable, que a mi forma de ver en aquel momento, conspiraban contra la continuidad del proceso.
No obstante, mis ojos estaban segados por el brillo que producían los “Logros de la Revolución”, como la reducción de la pobreza, la eliminación del analfabetismo, el incremento constante de los salarios, los bajos niveles de inflación, la masificación del acceso a la educación, la salud y otros servicios públicos, el incremento en el número de pensiones y del monto que reciben los pensionados, la adquisición de satélites para telecomunicaciones, las obras de infraestructura ya construidas (segundo puente sobre el rio Orinoco, viaducto Caracas - La Guaira, Metros de Los Teques, Valencia y Maracaibo, Metrocable, las represas en el estado Bolívar...) o en proyecto (tercer puente sobre el Orinoco, sistema ferroviario para el eje Orinoco-Apure, segundo puente para el Lago de Maracaibo...), la entrega de viviendas dignas a los más pobres, los planes de financiación de vehículos, entregas de créditos para las cooperativas (lo cual me parecía un derroche de dinero por no tener el seguimiento adecuado), el apoyo al deporte y la cultura, entre otras cosas.
Todos esos logros sociales, sumados a los éxitos políticos tanto a lo interno, como los internacionales, impedían que nos diéramos cuenta que realmente nos esperaba una catástrofe, pues toda esa prosperidad se debía al elevado precio del barril de petróleo, no a un desarrollo real de la economía del país, por el contrario se venía destruyendo drásticamente y de forma premeditada, el aparato productivo nacional, acabando gradualmente con el emprendimiento y la empresa privada, haciendo cada vez a los venezolanos más dependientes del estado y menos productivos e independientes. Esto había sido denunciado desde mucho tiempo atrás por diversos analistas económicos y políticos, pero ¿cómo podríamos creer eso? que el gobierno realmente estuviera trabajando para destruir su propio país, eso a muchos nos parecía algo ilógico, está bien pensar que se hayan tomado medidas equivocadas, pero de allí a pensar que la intención de tales medidas era realmente desmontar el aparato productivo nacional, parecía irreal.
Una estrategia fundamental de la ideología inculcada por el chavismo a sus seguidores, es que el socialismo consiste en generar la mayor suma de felicidad posible para el pueblo, en la prevalencia de lo que llaman “inversión social” sobre otras medidas económicas, es decir que la mayor prioridad del estado es la creación de beneficios sociales, así como también la distribución equitativa de la riqueza de la república, la democratización de todos los aspectos de la vida nacional y la participación de la población en la toma de decisiones trascendentales para la patria, mientras que el capitalismo, según el discurso chavista, se caracteriza por el predominio del dinero sobre el ser humano, la especulación y la usura en el comportamiento del comercio, la discriminación económica de las clases sociales más pobres, la existencia de monopolios industriales, la subordinación ante poderes económicos trasnacionales y la explotación del hombre por el hombre.
Todo esto resulta muy fácil de creer, pues la idea que siempre ha rondado las mentes de los ciudadanos latinoamericanos y en muchas ocasiones nuestra propia familia nos lo inculca desde niños, es que las personas que poseen dinero, lo han conseguido porque son egoístas, tacañas, explotadoras de los pobres, solo les importan sus ganancias económicas, incluso por enésima del daño que sus acciones puedan producir a los demás, son insensibles a dolor ajeno, racistas, clasistas, discriminadoras, presumidas, vanidosas y exageradamente consumistas. En definitiva, existe la creencia entre la población, de que las personas ricas o de una clase económica alta, son malas e inhumanas, mientras que los pobres son buenos, humildes y solidarios.
Lo anterior se complementa con el desconocimiento que presenta la enorme mayoría de la población en cuanto a los modelos socioeconómicos que rigen a las sociedades humanas modernas, como lo son el liberalismo, que se encuentra en funcionamiento en la gran mayoría de las naciones, y el comunismo, que actualmente está parcialmente implementado en solo unos pocos países. Además, los personajes relevantes de la oposición venezolana o bien son muy poco efectivos en sus explicaciones sobre la realidad de estos sistemas económicos, dado que poseen muy poco carisma y credibilidad, o simplemente no realizan las aclaraciones pertinentes, debido a que sus ideologías también son de tendencias izquierdistas y socialistas.
El resultado es que la mayor parte de la sociedad venezolana, opina que las diferencias entre capitalismo y socialismo, son esas que nos ha inculcado el gobierno, pero pocos son los que realmente conocen las características y la esencia de cada uno de estos dos sistemas económicos y políticos, lo cual ocasiona que muchas personas deseen un cambio de gobierno, pero no para cambiar también el sistema económico y social, sino para que se mantengan e incluso incrementen las medidas regulatorias en todos los aspectos de la economía y las asignaciones injustificadas de recursos a los ciudadanos. Es muy común escuchar frases como la siguiente “yo no estoy con el gobierno, porque a mí no me han dado nada”, de la que se desprende un razonamiento simple, si a esta persona el gobierno le asignara un pago constante y sin exigirle un esfuerzo acorde para que lo justifique, entonces este individuo apoyaría alegremente la gestión del gobierno.
Como lo dije antes, yo era de los chavistas críticos, alguien que veía las cadenas de Chávez, programas de televisión como La Hojilla y estudiaba en instituciones educativas del estado, en las que una de las materias impartidas era Socio-política, pero que discrepaba con algunas cosas, por ejemplo una de las mayores apuestas económicas de Chávez, fueron las cooperativas, a las que yo me incorpore rápidamente, pero luego de hacer un curso y pertenecer a una de ellas, comencé a creer que en la teoría eran una buena forma de organizar al pueblo para la producción y el trabajo, pero que en la práctica, por la forma en que se estaban desarrollando, solo serían un derroche de dinero, como finalmente ocurrió. Además, podían ser viables en algunos casos, pero no en todos, pues en ellas todos los miembros recibían igual parte de las ganancias generadas, sin importar que la labor que desempeñasen, correspondiera a un trabajo calificado o a uno para el que no se requería ningún nivel académico. Allí comencé a percibir lo que significa el comunismo.
Por otra parte, siempre me ha gusta aprender, por lo que aunque anteriormente no me había motivado a investigar sobre temas distintos a los de carácter técnico, que se relacionan con mis preferencias más comunes, llego un momento en que tome la decisión de investigar en internet por mi propia cuenta, sobre temas políticos relacionados con el socialismo y el comunismo, debido a lo mucho que se le acusaba al gobierno de querer implantarlo, por lo que sería buena idea estudiar lo que esa ideología establecía, mucho más cuando los intelectuales que apoyaban al gobierno, solían citar a autores como Karl Marx, Friedrich Engels o Rosa Luxemburgo, de modo que teniendo conocimientos reales sobre lo que estos personajes habían propuesto, podría tener más argumentos con que defender a la revolución en cualquier discusión con personas opuestas al gobierno y así fortalecería mis convicciones revolucionarias.
Sin embargo, conforme fui escudriñando documentos como el Manifiesto Comunista y El Capital, me di cuenta que las cosas que decían muchas personas opositoras al gobierno, tenían bastante sentido, no solo eran simples inventos descabellados de los “escuálidos”, como se nos inculcaba y como yo mismo creía, sino que eran cosas plasmadas en libros escritos por quienes los políticos de izquierda asumían como sus modelos a seguir, el propio Chávez en un discursos expresos a viva voz, “Asumo el Marxismo”, lo cual en cierto modo es contradictorio, tratándose de alguien que se declaraba Bolivariano, siendo que Mark criticaba ferozmente a Bolívar, cosa que para aquel entonces yo aun no conocía.
Posteriormente, gracias a mis lecturas e investigaciones propias, descubrí lo que mucho se me había dicho pero no estaba dispuesto a creer, que el socialismo al que nos conduce el chavismo, no es otra cosa que comunismo y que el comunismo tiene como premisa fundamental, que toda ganancia es usura, de modo que cualquier acumulación de riqueza es vista como un robo, sin importar que tanto se haya esforzado esa persona para obtener los recursos que posee o que tan merecida sea la recompensa económica por sus aportes a la sociedad. Por tanto, una de sus medidas principales es la eliminación de la propiedad privada, alegando que no se prohíbe todo tipo de propiedad individual, sino únicamente la que corresponde a la pertenencia sobre los medios de producción, es decir las industrias de toda índole, nada más y nada menos.
Ahora sé, que el Socialismo no es más que una fase previa al Comunismo e incluso una forma delicada y sutil de llamarlo, pues el mundo ya conoce muy bien, que comunismo es sinónimo de totalitarismo y miseria, de modo que utilizar esa palabra es poco apropiado para un demócrata, mientras que sobre todo en los países pertenecientes a la Unión Económica Europea, el termino Socialismo se ha desligado de la idea comunista de transformar el modelo económico, eliminar la propiedad privada y propiciar la dictadura del proletariado, limitándose a ofrecer a sus electores, únicamente un sistema de gobierno con carácter benefactor, que tenga como prioridad la generación de ayudas sociales a los ciudadanos con menores recursos económicos. Por lo tanto, es más viable utilizar la palabra Socialismo, aunque las ideas que se defiendan y las medidas que se pretendan tomar, estén realmente orientadas al establecimiento de una economía comunista, en la que se ataca al capital privado y se incentiva la propiedad colectiva o comunitaria.
Puede a simple vista, parecer muy bonito el ideal comunista, socialista o chavista, en el que las personas se organizan para trabajar en conjunto sin ánimo de lucro, generando bienes que son requeridos por la sociedad, con el fin de intercambiarlos por otros bienes producidos por colectivos similares, distribuyendo los productos a quienes los necesitan, sin importar si poseen dinero o no, de modo que todo el mundo posea los mismos beneficios y tenga un grado de esfuerzo o trabajo equivalente, para que nadie se sienta discriminado, solo exista una única clase social y todos sean felices para siempre. Lamentablemente esto es una utopía, una ilusión, un tontería que solo puede ser aceptada como cierta por personas que aún no poseen experiencia de vida, no conocen el comportamiento del ser humano en su justa dimensión y que quizá no poseen aspiraciones propias de superación mediante su esfuerzo personal, en cambio personas que hayan estudiado la historia contemporánea, que conocen el valor y la satisfacción que produce el desarrollo personal, tanto físico, espiritual, intelectual, como económico, y desean conquistar sus metas merecidamente, a consecuencia de su propio esfuerzo, difícilmente estén de acuerdo con este tipo de sistemas.
No se trata de ser egoístas, de creerse superiores a las demás personas, de no sentir dolor por el sufrimiento ajeno, de tener intenciones de humillar a quienes no poseen dinero o querer hacerse rico gracias al trabajo ajeno, como lo sugiere la ideología socialista-comunista-chavista que se nos ha venido inculcando, de hecho, yo soy un ciudadano de clase baja, de raza mestiza, con un color de piel moreno, es decir que encuadro mucho más en el estereotipo de pueblo, que en el de burgués. Sin embargo, me parece justo que las personas deban ganarse lo que la sociedad les proporciona y que quienes más provecho le generen a la nación, puedan disfrutar de mayores beneficios, por supuesto no en menoscabo de los derechos de los demás ciudadanos, pero sí que les permita gozar de lujos que otros individuos menos productivos no merecerían, pues sus obras o su desempeño productivo en general, no haya sido lo suficientemente útil a la sociedad, como para que esta los recompense permitiéndoles disfrutar de dichos lujos.
Cuando hablo de lujos, me refiero a poder tomarse vacaciones más prolongadas, poseer una casa mucho más grande y lujosa, poder comprar vehículos más costosos, poder usar ropa de mejor calidad, entre otras cosas, por supuesto que no estoy hablando de tener preferencias ante la ley que les permitan cometer delitos y no pagar con una condena por ellos, ni cosas por el estilo, tampoco estoy diciendo con esto, que las personas con alguna discapacidad, que poseen edades avanzadas o que sufren enfermedades graves, no deban ser apoyadas por el estado, debido a que ya no pueden generar provecho a la sociedad, estoy totalmente de acuerdo con que a estas personas el estado debe suministrarle todo lo necesario para que tengan una vida digna y para que en la medida de sus capacidades y de ser posible también aporten al desarrollo de la nación. Hago estas aclaratorias, ya que el primer argumento de cualquier izquierdista será, que no se puede abandonar a quienes lo necesitan, para que compitan en un mercado libre en el que otros tienen todas las ventajas, eso es cierto, pero exclusivamente para quienes realmente lo necesitan y en los términos adecuados.
El libre mercado no significa que no exista el estado, ni que quienes tienen dinero no deban cumplir las reglas y las leyes impuestas por la sociedad, significa que cada ciudadano debe tener la libertad de competir en igualdad de condiciones, para obtener las recompensas que la sociedad otorga a quienes le generan mayor provecho, pues cuando una persona fabrica un producto y lo vende, quienes lo compran son individuos pertenecientes a la sociedad, quienes estiman tan útil y provechoso ese producto, que recompensan a esta persona productora, con una determinada cantidad de dinero, es decir que de una forma absolutamente democrática, la misma sociedad, los ciudadanos, el pueblo o como se prefiera llamar a quienes forman parte del colectivo, determinan de forma sencilla, voluntaria y espontanea, quien ha sido de mayor utilidad para ellos, pues si existe un producto que satisfaga mejor las necesidades de la gente, de seguro será comprado y se le entregara una recompensa a su creador, en cambio, aquellos individuos que no producen nada, no ayudan a otros a producir o comercializar algún producto o servicio, entonces no merecen recibir ninguna recompensa y por tanto su castigo automático es ser pobre.
En un sistema como el que acabo de mencionar, el gobierno cuando se propone luchar contra la pobreza, no toma medidas populistas, como por ejemplo entregar bolsas de comida, regalar viviendas, otorgar títulos académicos a personas que no poseen el conocimiento correspondiente o asignar ayudas económicas a los individuos menos productivos, sin que estos justifiquen con alguna labor provechosa tales asignaciones, lo que hace o debe hacer un gobierno liberal decente, es generar puestos de empleo mediante el incentivo a la empresa privada y la inversión extranjera, otorgar créditos a emprendedores (supervisando su desempeño y cobrando a su debido tiempo el monto prestado), propiciar que el incremento en la calidad de la educación, incentivar a los ciudadanos a ser productivos, velar por que el cumplimiento de la ley sea realmente efectivo y que las leyes en sí mismas, sean adecuadas a las necesidades de la sociedad, de modo que generen la seguridad y confianza necesaria, para que los ciudadanos puedan sentirse protegidos, mientras trabajan por el desarrollo nacional, entre otras acciones de gobierno.
Sin importar si se le llama Comunismo o Socialismo del Siglo XXI, el sistema que se ha implementado en Venezuela durante la “Revolución Bolivariana”, se enfoca en que el estado decida según el criterio que mejor le parezca, que personas reciben cuales beneficios y en que momento, supuestamente con el fin de eliminar las desigualdades y democratizar las riqueza de la nación. Pero eso es algo que muy pocas personas están dispuestas a apoyar, pues la mayoría entiende que en una sociedad en la que todos los ciudadanos reciben iguales beneficios por diferentes grados de desempeño, nadie siente la motivación para esforzarse y generar mayor prosperidad, se pierde el incentivo para que el individuo trate de ser mejor y esto propicia la mediocridad y el estancamiento económico.
En Venezuela esto ha incrementado, por enésima de lo que ya se encontraban en la Cuarta República, los niveles de criminalidad y delincuencia, ha generado un grado incalculable de deterioro de los valores éticos y morales en la sociedad y ha hecho que los ciudadanos sean terriblemente improductivos, deseando unicamente obtener ganancias por la reventa de cualquier tipo de productos, con margenes de ganancia superiores a los adecuados, eso cuando no se limitan exclusivamente a exigir ayudas sociales por el hecho de ser madres solteras o no haber ahorrado durante toda su juventud para comprar o construir una vivienda.
Sin importar el país o el lugar en que se aplique, los resultados del socialismo son prácticamente los mismos siempre, pues a nadie le gusta trabajar más o esforzarse más, para terminar recibiendo iguales beneficios que quienes no han puesto igual empeño en el trabajo o la actividad que les corresponda realizar. Ese modelo fracaso en diferentes naciones, la mas relevante de ellas fue la URSS, pero también en muchas otras, incluidas Cuba y China. La primera muestra del fracaso de esta estrategia económica en Venezuela, fue en las cooperativas que Chávez impulso durante sus primeros años de gobierno, las cuales fueron un desastre. Es impensable, que un ingeniero perteneciente a una cooperativa de mantenimiento industrial, quien debió estudiar durante años para formarse y cuyo trabajo representa una dificultad relativamente alta, deba recibir la misma porción de ganancias, que recibe un obrero de esa misma cooperativa, eso desmotiva las aspiraciones que puedan tener, los demás cooperativistas que no cuentan con el grado de Ingenieros, de asumir tales responsabilidades y mucho menos, de comenzar a estudiar y se formarse para llegar a ser ingenieros en un futuro, pues el beneficio en caso de continuar siendo obreros, seria casi el mismo y sin necesidad de esforzarse más.
Debo aclarar, que estoy en conocimiento de que la ley de cooperativas venezolana, permite que diferentes cooperativistas, los cuales ejerzan diferentes trabajos o tareas dentro de un mismo proyecto, puedan devengar salarios distintos y también, que existen fondos internos para financiar los estudios de los cooperativistas de menor nivel académico. Estas son normas que pretenden combatir los problemas del modelo igualitario, pero su éxito en ese sentido es nulo, pues al final, en el momento en que se hace el cierre de los beneficios generados por la cooperativa, las ganancias se distribuyen a partes iguales entre los miembros que hayan estado trabajando en los proyectos ejecutados. De modo que las cooperativas presentan características netamente comunistas y el llamado “Estado Comunal” que promueve el gobierno venezolano, con las empresas comunales como uno de sus elementos fundamentales, es en esencia comunista y por tanto, totalmente contrario al desarrollo, la prosperidad y el bienestar nacional.
Ya en otros artículos, podre profundizar más en las características tanto del comunismo como del capitalismo, que me parecen perjudiciales o beneficiosas para Venezuela u otros países, pues quisiera contribuir a exorcizar las mentes de quienes como yo, han sido poseídos por la ideología izquierdista de personajes como Hugo Chávez. Dado que, realmente cuando uno tiene buen corazón y además se encuentra en su etapa juvenil, es propenso a ser cautivado por estas doctrinas políticas engañosas, pero si ponemos en funcionamiento nuestra mente, sin bloquear nuestros sentidos solo porque la persona que nos está hablando es contraria a nuestras posturas, entonces es posible liberarnos de tal yugo intelectual, lo cual le aseguro a quien me lea, que se siente muy bien internamente, pues es como quitarse un veo de los ojos y comenzar a ver el mundo con una perspectiva mucho más amplia, con un mayor grado de conciencia ciudadana y más importante aún, sin perder nuestro corazón o sensibilidad por el sufrimiento ajeno, pero si adquiriendo una mentalidad mucho menos ingenua, que nos permita discernir con mayor precisión, quien realmente lucha por erradicar la pobreza y quien simplemente desea utilizarla para obtener poder sobre la población.
Libérate tú también.