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Hasta ahora el financiamiento de las políticas sociales recaía sólo sobre la clase media española. Es hora que los ricos aporten con lo suyo para sobrepujar la actual crisis económica
“Subir los impuestos a los más ricos” es el anuncio hecho por el ministro de Fomento José Blanco para financiar las políticas sociales que buscan palear la actual crisis económica. Sólo la socialdemocracia alemana, hace ya bastantes meses, había lanzado sobre la mesa de negociaciones tal idea.
La iniciativa va en la dirección correcta, toda vez que la financiación de los planes sociales estaba recayendo únicamente sobre la clase media española. El alza de las cotizaciones sociales y del IRPF que está “ahogando” algunas actividades económicas, el irrefrenable sobreimpuesto que se aplica a los ciudadanos a través de las multas de tráfico y de otra índole, el alza en los peajes, por nombrar algunas actividades recaudatorias, constituyen un sobreimpuesto que recae sobre los hombres del ciudadano medio que, no obstante, ha aguantado estoicamente estos embates.
Para el Partido Popular “subir los impuestos a los ricos” va contra el empleo y el desarrollo económico. Se trata de una postura egoísta; es sabido que cuando un sector empresarial tiene problemas recurre al Estado con este mismo argumento de ahora, “si el estado no nos ayuda se verán afectados los puestos de trabajo porque somos nosotros los que generamos empleo”. Habría que matizarlo. Los empresarios generan empleos cuando ven oportunidades de generar riqueza para sí mismos. Como no pueden emprender su actividad solos, no buscan socios-trabajadores sino trabajadores a secas que, como no compartirán utilidades, resultan más baratos. He aquí el quid del asunto. Y si el negocio funciona o no, aquello es parte de los riesgos implícitos de cualquier emprendimiento.
Se trata de España, se trata de apoyar al país en los momentos que más lo necesita
De modo que el Gobierno ha puesto el dedo en la llaga, donde debió ponerlo hace muchísimo tiempo, más que ahora cuando los gastos asfixian el presupuesto fiscal y a sabiendas que, si bien la recesión toca a su fin en varios países del mundo, a España le queda un largo camino por el desierto de poco más de un año. Será hacia finales del verano de 2010 cuando la crisis finalice en España, sólo entonces la actividad económica retomará el ritmo que conocíamos como normal y la casa volverá a estar en orden.
La premisa hoy es aguantar, sobrevivir y con bastante pesadumbre, el duro invierno que se avecina. La tormenta podría ser peor, pero éste es el precio que están pagando los países de la Comunidad Europea por no poder controlar la política monetaria, situación que agrava más aún el estado de cosas dado el carácter disímil de sus economías.
Hay que alzar los gravámenes a quienes más ganan y, con ello, el Gobierno da un paso de hombre y comienza a colocar sensatez en la financiación estatal. No puede ser que los pobres tengan que financiar a los pobres y además a los ricos. Es hora de que estos últimos se pongan la mano en el bolsillo con mayor facilidad que cuando se la ponen en el corazón. Se trata de España, se trata de apoyar al país en los momentos que más lo necesita.
No puede ser que los pobres tengan que financiar a los pobres y además a los ricos