Cuando era niño no dejaba de pensar ni un solo instante en el mes de diciembre y desde que se acercaba noviembre, mi corazón latía intensamente al contemplar que las tiendas comerciales se vestían de alusivos colores navideños, pero que desdichado me sentía cuando las fauces del tiempo devoraban mis emociones.

Siempre pensé que no era justo esperar tantos meses y tan solo disfrutar pocos días de felicidad. En mi etapa infantil me hacía siempre la misma pregunta, ¿Por qué no alargan las navidades? Ahora, cuando el invierno de los años cubre mi escasa cabellera, he podido enterarme que si es posible disfrutar de unas largas Navidades ¡Genial!

La magia de la navidad atrapó generosamente al pueblo de Filipinas, y desde el trópico me puedo imaginar la felicidad que sienten todos sus habitantes. Entrado el mes de mayo comienzan los preparativos previos a la navidad y grupos familiares se reúnen para producir hermosos farolillos, encantadoras estrellas, adornos navideños, motivos tradicionales, etc.

Imposible no sentir un poco de envidia al conocer que los filipinos celebran durante más de cuatro meses la navidad e incluso llega a extenderse hasta el catorce de febrero, «Día de San Valentín». Desde que inicia el mes de septiembre se escuchan en todas las calles de pueblos y ciudades los tradicionales villancicos con su fantasía navideña que cubre con devoción toda la geografia filipina.

Uno de los adornos típicos de la Navidad en Filipinas es el Parol. Este farolillo simboliza la estrella que orienta a los Reyes Magos a Belén, que es colgada en las ventanas de cada casa para alumbrar el camino a los legendarios visitantes.

El pueblo filipino es muy alegre y en estas fiestas no serían la excepción. Se trata de un legítimo legado generacional lleno de bondad para bien del disfrute nacional. Es muy común observar que las personas vayan de casa en casa entonando alegres villancicos y luego la acción es  recompensada con un estimulante «Salabat», (bebida caliente) y un exquisito dulce «kakanin».

Este primero de septiembre abordaré la nave fantástica y mi humanidad se colmará de ilusiones al arribar a la paradisíaca Filipinas, !Ah, pero no dejaré de visitar la casa de mi amiga Lita, para brindar abrazos y bendiciones a su maravilloso pueblo, de parte de mi querida Venezuela, tierra de gracia!

Jou, jou, jou, «Largas y Felices Navidades, niños y niñas del mundo»

Autor: Alfredo Pirela Velásquez