“Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”, asegura el refrán y razón no le falta. Aplicándolo a la política informativa de La Zarzuela con motivo de la operación al Rey en Barcelona se ve que de “transparencia” no ha habido nada de nada: se ocultó a la nación que al Reyiban a operarle; se llegó a decir incluso que el monarca no tenía nada “digno de mención” cuando le hicieron el último chequeo médico, que fue cuando le detectaron el cambio morfológico del nódulo del pulmón. Se ocultó el temor a que la calcificación fuese un tumor y se ha ocultado que el Rey y Zapatero acordaron no poner en marcha el mecanismo constitucional de Regencia, algo normal por otra parte dado que todo hacía pensar que Juan Carlos I iba a recuperarse en cuestión de días y que nombrar Regente al Príncipe Felipe requeriría de todo un protocolo ceremonial, con juramento ante las Cortes incluido, que hubiera precisado de una preparación de varios días y que para cuando Felipe hubiera querido jurar su padre ya estaría repuesto. Pero transparencia no hubo, y la salud del Rey es de interés nacional.