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El Ayuntamiento de Alcalá de Henares no sólo vetará en actos institucionales al obispo Juan Antonio Reig Plà -el de las homilías homófobas y las misas franquistas- sino que pedirá su traslado a otra ciudad. Bromean las malas lenguas con que la Conferencia Episcopal sacará a concurso público qué ciudad quiere acoger al obispo, al más puro estilo ATC (Almacén Temporal Centralizado de Residuos Radiactivos): te doy pasta para que cargues con el mochuelo.
Bromas aparte las reacciones no se han hecho esperar. La primera la del PP, que votó en contra de la moción apoyada por IU, PSOE y UPyD. El PP y la ultraderecha que, por cierto, también se opusiero (en vano) a que el ayuntamiento vaya a cobrar el IBI a la Iglesia. La segunda reacción, la del obispado, que ya ha denunciado que la decisión es "una triste e intolerable violación de los Derechos Humanos y del principio de separación Iglesia-Estado".
Tiene gracia que sea precisamente la Iglesia quien reclame la separación Iglesia-Estado cuando lleva años beneficiándose de lo contrario a pesar de ser un Estado aconfesional. Y no deja de ser curioso que cite los Derechos Humanos cuando es la doctrina católica quien discrimina a las personas homosexuales. Porque, siendo claros, de nada sirve asegurar que este obispado quiera "mostrar su respeto por todas las personas, independientemente de su condición", si después trata al gay como un enfermo desafiando, incluso, a la Medicina. Hace años que, afortunadamente, superamos esa lacra por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque aún es preciso sacar de la Clasificación Internacional de Enfermedades a la transexualidad.
La decisión del consistorio complutense -que no del PP- se ha recibido con alegría justo un día antes de la celebración del Día Mundial contra la Homofobia y la Transfobia. Hace una semana, Reig Plà aseguraba haber recibido "el apoyo de obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos de España y del resto del mundo". Bien, parece que o su mundo restringe el derecho de admisión a algunas personas -que de hecho asi es- o que, sencillamente, se equivocaba pues una amplia mayoría desaprueba sus mensajes de odio y discriminación hacia la comunidad gay. Amén.