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Las nuevas generaciones no vienen precisamente pisando fuerte.
Datos obtenidos de la encuesta Metroscopia afirman que actualmente en nuestro país el 54% de los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y 34 años no poseen un proyecto de vida que realmente les ilusione. Tal carencia ocasiona que un alto porcentaje de la sociedad joven de España "ni estudia ni trabaja" dependiendo así de la economía de sus padres prácticamente al 100%.
Una carta del Doctor Paulino Castells de la Universidad de Barcelona, que asiste hoy en día a muchos de estos jóvenes, ofrece una opinión diferente sobre este grupo social: "Muchos vegetan mientras sus padres se lo permiten. Son genuinos representantes de una generación que han sido educados (deseducados) en la ley del mínimo esfuerzo, en dárselo todo hecho, en no negarles nada (”¡Pobrecitos, que no se traumaticen!”). Cuando, en realidad, están pidiendo a gritos (a menudo simbólicos) que sus progenitores les marquen límites y les inculquen valores para ir con la cabeza bien alta (y bien despejada) por la vida."
Cierto es que de un tiempo a esta parte la problemática social entre la juventud ha ido en aumento paulatinamente. Términos como el "bullying" antes prácticamente desconocidos toman fuerza junto con comportamientos de lo más descarado. No es necesario haberse doctorado en psicología o psiquiatría para ser conscientes de que los jóvenes de hoy en día han perdido por completo los papeles en cuanto a educación y responsabilidad se refiere. Formas de actuar en un entorno en el que el que menos hace es el que mejor vive no ayudan en absoluto a solucionar este problema generacional.
Se genera una antítesis evidente pues prácticamente en su totalidad quieren independizarse pero la dependencia hacia sus padres es más que notable
Tal y como afirma el Doctor Castells este grupo no se ha generado en el ámbito de la recesión económica de nuestro país sino que una "deseducación" generalizada los ayuda ha regirse por la archiconocida Ley del mínimo esfuerzo. La excusa además es sencilla, no corren buenos tiempos laborales ¿para qué esforzarse entonces?. Hoy en día no existe una solución concreta hacia este caso, aunque en el ámbito familiar cabría la posibilidad de comenzar por inculcar a nuestros jóvenes el valor del trabajo hecho por uno mismo y no por una vida centrada en el presente en la que el futuro es y será más que incierto.
¿Es ésta generacíón una hermana joven del conocido Síndrome de Peter Pan? Ya no es el miedo a crecer lo que preocupa, o desilusiona, a los chicos de hoy sino el temor a la responsabilidad. Se genera una antítesis evidente pues prácticamente en su totalidad quieren independizarse pero la dependencia hacia sus padres es más que notable. Con el paso del tiempo se espera que un alto número logren ser conscientes del futuro cercano que les depara si la situación no cambia, aunque es seguro que un grupo más o menos reducido continúe en su labor de sentirse por encima del resto sin más proyectos de vida que sentarse en un parque a observar el tiempo pasar.