
Tenemos una realidad que no podemos obviar: el dolor. Me refiero al dolor emocional que nos causan las situaciones que la vida nos coloca a diario. El mayor problema que tenemos para poder comprender el funcionamiento del dolor, es nuestra mente. Existe una feroz resistencia de la mente a ver las cosas tal como son; y cuando uno marca ciertas cuestiones suele compararse con el cinismo o la “ausencia” de corazón. El pensamiento se resiste a ver el HECHO. Un ejemplo: Mi novia dice que no me ama más y me abandona para irse con otro hombre. Nuestra mente busca todas las explicaciones posibles, llega el sufrimiento que es inevitable, la pérdida nos causa dolor emocional. Surge una tremenda resistencia a ver la realidad de lo concreto, el abandono. No queremos verlo. Nos regodeamos en el dolor. Sin embargo ese tremendo dolor, al ser observado tal como es, nos muestra la otra parte de la historia, nos revela el origen. Si dejamos que nuestro pensar vea el hecho concreto del abandono, la mente se paraliza y deja de pensar, se produce una transformación cerebral y, si nos damos cuenta que todo lo que podamos llorar y gritar desesperados por la ausencia del ser amado no modificará la realidad, comprenderemos lo innecesario del dolor. Uno tiene la opción de, seguir sufriendo por diez años seguidos o ver la causa concreta y automáticamente alejarse del dolor y continuar con la vida. ¿Lloramos por qué nos abandonan o porque no sabemos estar solos para afrontar nuestras vidas?
Tampoco se trata de actuar como máquinas sino de utilizar la inteligencia emocional. No huir de los hechos. Enfrentarlo tal como es sea lo que sea. Poner toda nuestra capacidad para comprenderlo y disolver la presencia del dolor y transformarlo en compasión, en amor, en liberación. Permanecer aferrados a hechos del pasado nos hace vivir en el plano del dolor. No ver el hecho concreto de lo verdadero nos hace sufrir entonces es bueno desprendernos de lo que es. No puedo modificar el abandono, ya no me ama, eso es lo real. Entonces al verlo claramente, la mente se libera de esa opresión y el dolor cede su espacio para que surja lo contrario.
Si dejamos que nuestro pensar vea el hecho concreto del abandono, la mente se paraliza y deja de pensar