Como buen oportunista quiso navegar en dos aguas durante la crisis de Pedro Sánchez, por si le tocaba la lotería de ser elegido por los barones y vendió a su mujer, Cristina Narbona, como albacea.

A pesar de la losa, se atrevió a ir tomado del brazo de la extrema derecha para atacar a los independentistas sembrando las dudas en los socialistas catalanes.

Sus declaraciones y sus informes sobre el Sahara Occidental, siendo Ministro de Asuntos Exteriores, han levantado ampollas hasta en la ONU, han herido la sensibilidad de los españoles y de los aliados del pueblo saharaui.

Con ellas ha dejado claro que carece del mínimo respeto a la sensibilidad demostrada por las familias españolas que todos los años acogen a miles de niños saharauis, dejando claro que hace primar sus intereses personales y los de Abengoa en Marruecos, practicando una política contraria a la de su propio partido y de la Unión Europea.

Patinó en más de una ocasión con sus malas mañas, como cuando publicó un Twitt sobre Clara Ponsati, que causó revuelo en la Unión Europea, lo que le obligó a recular borra con el codo lo que había escrito con la mano.

Quedó en ridículo cuando comparó a Carles Puigdemont con un terrorista de ETA que lleva años en Bélgica diciendo que pretendía hacer pedagogía, forzando a la Comisión de Von der Leyen a mediar en el asunto.

Movió Roma con Santiago para ser designado Míster PESC y a punto estuvo de quedar descolgado, si no fuera por los apoyos recibidos desde el ala derecha de los socialdemócratas y las largas y tensas negociaciones que precedieron a su designación.

La prensa internacional y la prensa española, le han dedicado numerosos rapapolvos desde sus tiempos de Ministro de Asuntos Exteriores de España y se los siguen dedicando por sus actuaciones como Míster PESC.

Europa no está para tensiones internacionales y menos en plena crisis de la pandemia

Josep Borrell, carece de modestia y mantiene una actitud prepotente y de desprecio frente a las críticas de los medios de comunicación y de los partidos, como ha quedado patente en su reciente visita a Rusia y en su comparecencia ante el Parlamento de la Unión Europea.

Josep Borrell desconoce el significado de la coexistencia pacífica, la moderación, el diálogo y el respeto para con otros pueblos del mundo.

Su egocentrismo ralla el ridículo a la hora de justificar su actuación en Rusia, cuando las relaciones de Europa con Rusia pasan por una tensa y delicada situación debido al pasado reciente, provocado por la tensión con Ucrania y las sanciones norteamericanas contra el gasoducto Nord Stream 2.

Resulta difícil entender las actitudes de Josep Borrell, a no ser que se enmarquen dentro de los intereses de una empresa privada a la que esté sirviendo.

Sus declaraciones y sus gestos, no gustan ni a tirios ni a troyanos, son gestos de soberbia y desprecio, que tampoco son coherentes con el espíritu socialdemócrata y que ha llegado a irritar a la City londinense y las aldeas saharauis, pasando por los pueblos de España.

La gestión de Josep Borrell es tan desastrosa que ha llevado a Rusia a plantear la posibilidad de romper relaciones diplomáticas con la Unión Europea, algo nunca visto antes.

Algo que debería llevar al señor Borrell, a plantearse seriamente su dimisión, pero que no lo hará, por no ser algo propio de un ser presuntuoso, egocéntrico y engreído.

Estaremos atentos a su próxima metedura de pata, que no tardará en producirse conociendo a este personaje habituado a las salidas de tono con tal de ser portada de algún periódico.

El tiempo de Josep Borrell se ha terminado, sería bueno ir pensando en un buen sustituto, so pena de que la Unión Europea siga haciendo el ridículo de la mano del hombre de Abengoa.

@ordosgonzalo

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