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Nos enseñaron que señalar con el dedo es una falta de educación y respeto, grosero también metérselo en la nariz… No sé si hablar del dedo o del ex dedo, dejo libertad para la elección individual de cada uno, que por desgracia hay gente que aún trata de censurarla
La ética nacional se ha convertido en un ex dedo, ahora fuera de nuestras fronteras también seremos conocidos no sólo por los toros, la cerveza y el traje de faralaes. Me avergüenza y me indigna reconocer que esa es la imagen que tienen de nosotros en otros países mucho más competentes que el nuestro.
Si un ex dedo, que viaja de un lugar a otro dando conferencias, que se santifica todos los días en comunión con sus creencias, que anima y aplaude que en su país allá otro dedo que nos lleve a la ruina, si ya no estuviera loca, pensaría que ustedes lo están, pero para la locura cuerda, hay que tener agallas y realmente luchar por la tierra que nos ha visto crecer. Hay que sembrar para que la cosecha sea digna de reconocimiento.
Yo no castigo mi pecho dándome golpes y pidiendo perdón por mis pecados, yo no aireo mi dedo para que se le vayan los olores de esta putrefacta España que unos dedos y otros ex dedos han conseguido dejar en la situación que estamos. Ni siquiera señalo a aquellos que quieren que mi dedo me lo meta por las partes sucias e innobles. No, crecí en una familia trabajadora y honrada, donde si sacabas el dedo te daban “el pan de la comunión” sin consagrar.
Mi dedo lo utilizo para tocar en el interior del corazón, de la ética o la moral dependiendo de que parte se quiera mirar, del respeto y la tolerancia, que me enseñaron no sólo mis padres, también mis maestros y ese cura de pueblo que trataba de mejorar lo que otros con un solo dedo y en una milésima de segundo tratan de borrar.
Con mi dedo no señalo la memoria histórica, no es necesario mirar hacia atrás para comprobar lo que realmente importamos a dedos y ex dedos, es suficiente con la imagen patética y abominable de unos y otros con el pueblo que les da de comer.
Buena imagen nacional e internacional, suena más y a chirigota y carnaval, que mientras nos disfrazamos, algunos sacan el “deo” a pasear, menos mal que llega la semana santa y pronto nos ponen de rodillas para que nos metan el “deo” por la llaga con más comodidad.
Por suerte luego llega la feria de abril, que convierte el fervor y la pasión en sevillanas y finito como bendición, que pecar pecamos todos, pero unos pagan “bula” y la mayoría comemos sardinillas en lata, marca blanca para que no suba la inflación.
Cuerpo de aragonesa se me quedó al ver el dedo “mañito” apuntando a la afición y ahora bailando una jota me quedo hasta que las turbulencias amainen y encuentre mejor ocasión.
Que con el dedito, se aprieta hasta un botón, no sea que lo aprieten y nos vayamos a la diestra de dios. Que en los bajos fondos del infierno, apretaditos y todo, ya no cabe ni la paella valenciana ni el arroz.
Que judas somos todos, aunque la iglesia se quedase los derechos de autor. Tanto dedo al viento forma gases, así tanta contaminación, que luego en Kyoto, apuntan con el “dedito” a la población y se disparan los dolores gástricos y se nos da de baja la selección.
Ya no ondea mi bandera, ni grande ni unida la nación, ondean los deditos y ex deditos, cada uno que saque conclusión. Que con tanto dedo al aire, nos dan mucho paro, mea culpa y perdón. Y al final nos meten el dedito, ¡válgame dios!!! que hasta en el pensamiento me surge la evacuación.