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¿Cómo ralentizar ese pensar incesante que nos roba la paz y la alegría?, ¿Cómo evitar estar dándole vueltas a un pensamiento una y otra vez? Las respuestas a estas y otras preguntas depende de sí conoces el secreto del funcionamiento de tu mente
- ¡Dios mío quisiera dejar de pensar, pero no lo logro, tengo miedo de estarme volviendo loca!
-Créame doctor, pensar me agota tanto que es como si hubiera estado dando pico y pala durante todo el día.
- ¿Usted cree que lograré descansar un poco y no estar dándole vueltas al mismo asunto una y otra vez?
Estas son, entre muchas, las quejas que con más frecuencia los clientes que sufren ansiedad y depresión me plantean.
Y es que, aunque no son especialistas en la materia, sienten que es un tormento estar todo el tiempo, pensando, pensando y pensando. A veces, ni durmiendo logran apagar por un rato sus bio-computadoras.
No creas que su sufrimiento es una invención o una exageración porque recientes investigaciones han comprobado que el pensar demasiado puede causar la putrefacción del cerebro.
¡Sí, como lo has leído!; el mucho pensar puede descomponer tu cerebro de manera irreversible.
¿Por qué me cuesta tanto trabajo parar de pensar aun cuando lo intento y es lo que más deseo? -quizás te preguntes.
Es porque no conoces el secreto que se esconde detrás del funcionamiento de tu mente, sin contar que no posees las herramientas para poder disciplinarla de manera que ella te sirva a ti y no tú a ella.
¿Cuál es este secreto?
A medida que leas esta información te lo iré revelando e irás comprendiendo mejor cómo funciona tu mente. Y esa profunda comprensión es tu más poderosa herramienta.
Ante todo, debes saber que tu mente tiene un ritmo, una melodía.
Si te sientas por tan solo tres minutos y escribes en un papel todos los pensamientos que pasan por tu mente te asombrarás o comenzarás a temer porque verás que hay pensamientos tan contradictorios y estúpidos que ni tú ni nadie habría esperado algo así. Te darás cuenta de que hay pensamientos tan irrelevantes e inútiles que creerás que estás fuera de ti.
O haz la prueba y trata de estar tres minutos sin pensar en nada. ¿Verdad que te es difícil?
No hay duda que, de una forma u otra, no te das cuenta que eso que tú llamas “mente” es solo una corriente constante de pensamientos.
Dicen los entendidos en la materia que una mente medianamente normal puede tener de 50 000 a 60 000 pensamientos diarios.
Y la mayoría del tiempo tú no eres consciente de lo que está pasando allí adentro.
A veces logras una pequeña toma de conciencia cuando te sientes cansad@ de tanto pensar y quieres ralentizar o que paren los pensamientos.
¿Por qué?
Porque el mucho pensar genera miedos, incertidumbres y conflictos y a nadie le gusta vivir en medio de ese frenesí que, literalmente, duele.
¿Sabes por qué la mayoría de las personas no se detiene a contemplar qué está pasando en sus mentes?
Porque tiene miedo encontrarse a solas con ella. Por eso es que las personas siempre están buscando compañía y sino compruébalo por ti mism@ ahora que estamos en cuarentena.
Nota que, al no poder contar con la compañía de amigos, compañeros de trabajo o seres queridos; las personas le echan mano constantemente: o al móvil, o a la televisión o a la radio, (aunque ya hayan oído y visto mil veces sobre lo mismo), o tratan de estar en constante actividad.
No quieres estar solo porque es cuando empiezas a descubrir ese estado ajetreado de tu mente. Son como miles de moscas revoloteando y posándose vez tras vez, mortificándote y generando ansiedad, tensión y preocupaciones.
¿Te estás deteniendo cada vez que empiezas a hablar contigo mismo?
Pregúntate: ¿Cómo puedes saborear la vida con una mente así?
Para sentir a la vida, la mente necesita estar en silencio, como un lago sin olas (los chinos le llaman Mo-Chao (lago silente), y sobre ello te hablaré próximamente)
Pero la mayoría de las veces la mente se siente más como un mar tormentoso que como un lago silencioso.
Si crees que puedes sentir paz interior con una mente así, te estás equivocando. Es absolutamente necesario que no te identifiques con ese fluir constante de pensamientos.
Llegado a este punto, quizá te preguntes: ¿Se puede?; ¿Cómo hacerlo?
Para poder lograrlo tienes que estar consciente que:
Primero: Si intentas desterrar los pensamientos, si intentas no pensar, eso solo producirá el efecto contrario. Es como cuando quieres dormir y no puedes. Mientras más te esfuerzas menos lo consigues. Es un esfuerzo inútil.
Recuerda esto: Lo que tú resistes, al final, persiste. A lo que le opongas resistencia; permanece.
Segundo: Que los pensamientos no tienen vida propia. Cuanta más atención le das a un pensamiento, más vivo se vuelve y cuanto más le retiras la atención, más muerto está. Si le retiras la atención, los pensamientos se quedan sin vida, se mueren y desaparecen.
Pero, ¡ojo!, retirar la atención no consiste en querer dejar de pensar porque entonces estás pidiendo más de lo mismo y solo estarás cambiando unos pensamientos por otros; Y ahí no radica la clave.
Tercero: Date cuenta que siempre tienes una conversación contigo mismo donde hay pensamientos encontrados. Es como bien dice el proverbio: “El optimista inventó el avión y el pesimista; el paracaídas”.
Siempre llevas contigo a los dos y a los dos los estás alimentando todo el tiempo. Y desde luego, vence al que más alimentas. Es así de simple.
Esta cháchara interior no te permite estar en el presente pues todo el tiempo te la pasas entretenido en este monólogo.
Y lo interesante del caso es que no eres consciente de estas tres cosas. Es como si lo que haces lo hicieras en piloto automático.
En realidad, la esencia de este secreto es simple: Mientras más conciencia tomes del trabajo de tu mente más estarás al mando de ella.
¿Existen ejercicios que ayudan a ralentizar los pensamientos y hacerme más consiente del trabajo de la mente?
¡Sí!, y de eso precisamente se trata la sección “Ejercitando mi mente” de este sitio. En ella, cada semana te brindo ejercicios, técnicas, métodos y vías para que estés en mejores condiciones de dominar tu mente.
Te sugiero que practiques el ejercicio del túnel y el de la oscuridad
Permíteme terminar con la recreación literaria de este fabuloso cuento de Antonhy De Mello que se llama Sensibilidad y que ilustra lo que te acabo de enunciar y además te brinda un poderoso ejercicio para estar en el presente.
Un día un discípulo se le acerco a un sabio maestro y le preguntó: - ¿Cómo puedo yo experimentar mi unidad con la creación?
-Escuchando, respondió el Maestro.
- ¿Y cómo he de escuchar?
-Siendo un oído que presta atención a la cosa más mínima que el universo nunca deja de decir. En el momento que oigas algo que tú mismo te estás diciendo, detente.
¿Te estás deteniendo cada vez que empiezas a hablar contigo mismo?
¡Hazlo y el cambio será asombroso!; tenlo por seguro.
¡Por favor!; comenta tus experiencias sobre esta información y sobre los resultados de la utilización de este secreto.
Y ayúdame a divulgar esta información. Te aseguro que son muchas las personas necesitadas de ella.
MUCHAS GRACIAS.