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El título obviamente tiene doble sentido y lo entiende bien cualquier venezolano y por extensión cualquier hispanohablante a poco que se preocupe por su digestión, ya que de eso se trata, de digerir el resultado de la revolución chavista
No vamos a citar nombres, pero hace pocos años me decía un por entonces viceministro venezolano, que el chavismo jamás entregaría el poder, tendrían que echarlos por la fuerza de las armas.
Los hechos demuestran que esa “voluntad popular” se está cumpliendo y que todas las iniciativas conducen a ese inevitable enfrentamiento armado ente la sociedad civil y el gobierno “revolucionario” investido en el “poder popular”.
Pero también todo parece indicar, que las filas del chavismo no están todo lo “prietas” que era de esperar, tanto dentro del país como fuera de país.
Tras la muerte del autor, director y protagonista principal, de la película “El Socialismo del Siglo XXI” se han producido una serie de acontecimientos que ponen en evidencia y en duda las realidades y resultados de la “Revolución Bolivariana”.
Las revoluciones socialistas no son una lotería que le toca a todo un pueblo, las revoluciones no son un titulo que se cuelga en la pared y las revoluciones no son un apellido familiar que te queda para toda la vida.
Pero eso es lo que han asumido en la práctica los dirigentes chavistas, presumiendo de ser los herederos de Chávez, haciendo hincapié en ser los hijos legítimos del chavismo, en un país sobrecargado de hijos extramatrimoniales y no reconocidos por su padre.
Cierto es que la oposición venezolana no es la más indicada para criticar al gobierno por su ineficacia, cierto es que la oposición no es un ejemplo de solidaridad y de humildad popular, pero también es cierto que la conforman miles de ciudadanos que son tan venezolanos como cualquier chavista.
Así las cosas, lo que no se explica es la falta de cordura por ambas partes a la hora de evitar los enfrentamientos y sobre todo los antagonismos que conducen a muertes (formalmente) indeseadas por ambas partes.
No hay peor cosa que un gato acorralado o metido en un saco y eso es el chavismo
El campesino venezolano sabe que para sacar a un cachicamo de su cueva hay que ser muy precavido, pues el armadillo se convierte en un balón y se expande contra las paredes impidiendo ser extraído, a no ser que se excave hasta llegar a él.
El gobierno de Nicolás Maduro y el conjunto chavista, está como el cachicamo, encerrado y enterrado en su cueva, así que para acabar con él hay que privarlo de oxígeno, es decir tapar la boca de la cueva, enterrarlo y esperar a que se muera.
Todas las manifestaciones callejeras y las alharacas ante la presa son balones de oxígeno para un gobierno moribundo. Un gobierno que ha muerto por falta de ideas y por incapacidad propia, por falta de contacto con la realidad y por una corrupción insostenible.
Nadie cree en el chavismo, ni dentro del chavismo, ni fuera del chavismo, salvo los cuatro gatos que forma el núcleo duro y corrupto que en realidad nunca han sido marxistas y que nadie antes les conoció otra filiación que no fuera la de bocazas, jalabolas o malandro.
La gente seria se está desmarcando de unos y de otros, no hace falta dar nombres, para muestra un botón, la “Mujer de Acero”, la Fiscal General de la República, se ha desmarcado de sus camaradas y ha dicho hasta aquí llegamos. El que quiera entender que entienda y el que no entienda… mejor que se esté callado y sentado.
Otra cosa son las y los bocazas aficionados al griterío y el alboroto callejero, carentes de cerebro y siempre dispuestos a seguir instrucciones.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro