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En unos momentos de grave tensión nacional y de amenaza separatista flagrante todo acto que recuerde la valía de los españoles como pueblo será bienvenido como recordar triunfos históricos casi olvidados como la exposición sobre la Victoria de Pernambuco en el Museo Naval
Ante amenazas claras ante la unidad de la nación es muy provechoso recordar con orgullo los logros que España ha logrado en su historia, aparte de las medidas legales y constitucionales que se tomen frente a la amenaza, esta solo se supera si recordamos la valía de la nación y rememoramos sus triunfos, solamente se aprecia lo que se valora como propio y es por ello que la exposición sobre la Victoria de Pernambuco en el Museo Naval viene "al pelo" a este propósito.
Tras los honorables homenajes a los héroes nacionales Blas de Lezo y Bernardo de Gálvez celebrados en los últimos años se ha hecho esperar otra conmemoración de los triunfos de las armas españolas contra sus seculares enemigos en tiempos en que en el Imperio Español no se ponía el sol aunque le surgían muchas sombras. Como los héroes antes mencionados otro hecho de armas muy desconocido en la España actual es la victoria naval de Pernambuco y al hombre que la llevo a cabo, el almirante Antonio de Oquendo.
El contexto
La idea de una guerra entre España y Holanda en la actualidad nos parece poco menos que un delirio de una mente calenturienta. Eso en la actualidad, pero la realidad histórica es que España estuvo librando una guerra con Holanda y en lo que es hoy Holanda y Bélgica durante 80 años tras la reforma protestante abrazada por numerosos príncipes holandeses. Como todas las guerras que se prolongan tediosamente durante tanto tiempo el conflicto tuvo altibajos, periodos de paz, tregua e inactividad y periodos de superioridad militar de un parte sobre la otra.
En 1630 las Provincias Unidas de Holanda gozaban de una cierta superioridad militar en el mar, algunos triunfos como la captura de la Flota de Oro por el almirante Piet Hein en Matanzas en 1628 han sido usados propagandisticamente hasta la saciedad, y mediante las Compañías Holandesas de las Indias Occidentales y Orientales sus buques gozaban de cierto predominio en el mar copando el trafico comercial entre África, América y Europa. España enfrentada en múltiples frentes pese a los triunfos militares logrados en 1625 se las veía y deseaba para tratar de apagar todos los fuegos encendidos en la guerra.
Comercialmente hablando los tráficos marítimos más lucrativos eran los de esclavos y el del azúcar, este pasó desde su descubrimiento en África con el hallazgo de la caña de azúcar de un producto de lujo a uno de primera necesidad obteniéndose de su comercio pingües beneficios, y en esos momentos el punto de mayor producción azucarera en América era la región costera de Pernambuco en el actual Brasil y perteneciente al Imperio Español por la unión de las coronas de España y Portugal en tiempos de Felipe II.
Y precisamente en 1630 cuando un flota holandesa de 61 buques y 7.000 efectivos financiada con los beneficios de la victoria de Matanzas tomaba las principales ciudades costeras de Pernambuco, Recife y Bahía, fundándose en la costa la colonia de Nueva Holanda y con ello acaparando de facto el comercio de azúcar entre el nuevo y el viejo mundo.
España reaccionó como pudo al desafío y pese a ser más urgentes la emergencias militares en Italia y Flandes el Rey Felipe IV ordeno el contraataque que en forma de una flota improvisada de 21 navíos hispano portugueses, solo 8 eran realmente de guerra el resto de transporte con 3.000 hombres en total, que bajo el mando del almirante Antonio de Oquendo y Zandátegui.
Este zarpó de Lisboa el 5 de mayo de 1631 para tras varias escalas llegar frente a la Bahía de los Abrojos a primeros de septiembre y encontrarse frente a una escuadra holandesa de 16 buques superiores en tonelaje, artillería y efectivos a los 21 navíos de Oquendo.
A constar que la batalla también se conoce como de los Abrojos por la zona de arrecifes cercana a donde trascurrió, abrojos corrupción de "abre olhos" por lo difícil que era cruzarla sin embarrancar.
El almirante holandés, Adrian Jansz Pater, estaba tan seguro de su éxito frente a la improvisada fuerza hispano portuguesa que de los 33 navíos que disponía en origen dejo 17, los menos capaces para el combate, en Nueva Holanda seguro que su fuerza de 16 navíos de guerra batiría a los 8 buques de combate hispano lusos y capturaría al resto de 13 buques de carga que comandaba Oquendo.
Los buques holandeses formaron dos lineas paralelas de batalla mientras que Oquendo colocó sus 8 galeones de guerra en formación de media luna con los buques de carga a cubierto en retaguardia. Navegando ambas flotas de frente el combate empezó al mediodía del 12 de septiembre de 1631.
La exposición recoge los cuadros explicativos de la batalla que relatan la victoria del almirante Oquendo en Pernambuco
La batalla
Con el viento a favor los holandeses se acercaron antes a la escuadra hispano portuguesa y lo cierto es que la lucha se concentró en torno a los buques insignias de ambas flotas y a los dos de sus segundos al mando, el almirante de Vallecilla en el campo ibérico, el enfrentamiento se acercó hasta tratar el abordaje de los barcos de ambas flotas en medio del cañoneo y tiro de arcabuz casi a quemarropa. La lucha parecía indecisa pero el primer triunfo fue para los bátavos cuando lograron hundir el galeón portugués Nostra Senhora dos Praceres.
Para colmo el buque del almirante Vallecilla, el San Antonio, se encontraba en dificultades al ser atacado por tres buques enemigos y finalmente se hundió pereciendo su comandante, pero el éxito duro poco para el holandés pues el buque que lo habia vencido, el Province Utrecht, quedo tan dañado en la lucha que se hundió apenas minutos después a causa de los incendios.
La lucha estaba bastante equilibrada cuando casi simultáneamente a estos acontecimientos, alrededor de las 16:00 horas, un disparo afortunado del buque insignia de Oquendo, el Santiago, hacia saltar por los aires al buque almirante holandés con el que había estado cañoneándose desde el mediodía. El Prins Whillem saltaba por los aires y el almirante bátavo Adrian Jansz Pater moría ahogado.
Fue el punto decisivo pues la flota holandesa emprendía la retirada y eso que acababan de capturar el galeón San Buenaventura, pero el éxito fue efímero pues el barco que lo transportaba, el Geunierde Provintien, fue hundido a cañonazos por el fuego cruzado hispano luso yéndose al fondo junto al navío que llevaba capturado. Para colmo la tripulación española capturada en el Buenaventura y que había sido traladada a una carabela, se rebeló tomo el control del buque y se reunió con la flota de Oquendo para regocijo de su almirante.
Tras estos reveses la flota holandesa inició la retirada general sobre las 18:00 horas cañoneando a distancia a la flota hispano portuguesa dejando la victoria a Oquendo. Ambos bandos habían perdido tres buques pero la lista de bajas era más onerosa para las Provincias Unidas, 1.300 muertos y 600 heridos mientras que las perdidas humanas de los ibéricos eran de 600.
La retirada holandesa permitió el desembarco de las tropas de refuerzo que junto a las unidades en tierra que mandaba Matias de Albuquerque, y que acosaban desde tierra adentro a los bátavos desde su llegada, recuperar las ciudades perdidas de Bahia y Recife, aunque los holandeses lograron mantener algunos asentamientos en la costa de la región que fueron reforzados años después.
Aunque en esos momentos el triunfo de Oquendo era claro y cuando el 21 de noviembre volvió con su flota a Lisboa, cargada de azúcar por cierto, fue recibido entre el entusiasmo popular con felicitaciones publicas y condecoraciones y ascensos de parte de Felipe IV.
Buen propagandista de si mismo el almirante ordenó una serie de cuadros que reflejaran su victoria en los Abrojos en forma cuasi de cómic relatando el combate, esta serie de cinco cuadros son el leit-motiv de la exposición.
La exposición y significado
Con patrocinios que van desde Lockeed Martin a Navantia la exposición muestra tanto los cinco cuadros que reflejan la batalla como el estandarte de la nave almiranta de Oquendo, el Santiago, que el Museo Naval conserva entre sus fondos así como un video explicativo de la historia. Inaugurada por el Secretario de Estado de Defensa como por el AJEMA la exposición permanecerá abierta hasta el próximo 7 de enero. Si el Museo Naval ya es interesante per-se de visitar esta exposición multiplica su interés.
Aunque, y todo hay que decirlo, la misma habría pasado desapercibida de vivir tiempos de normalidad política en la España actual pero la actual tensión separatista pone el recuerdo de estas victorias por encima del mero debate cultural e histórico a convertirse en un acicate más de orgullo legitimo de ser y sentirse español en recuerdo de las pasadas victorias de la nación. Ese es el significado que alumbra una exposición de esta clase.